BRASILIA, Brasil .- Durante los útimos 20 días, el mayor evento deportivo del planeta, celebrado en Río de Janeiro acaparó la atención de los brasileños, que en su mayoría optaron por el pasatiempo olímpico y dejaron de lado la severa crisis económica y política del país.
Sin embargo, el proceso contra la mandataria avanzó sin pausas, no respetó la “tregua olímpica”, y en medio de la distracción que han constituido los Juegos llegó a su fase definitiva, en la que finalmente se decidirá la suerte de Rousseff y, con ello, la del presidente interino Michel Temer.
La severa crisis que sufre el país pasará de ocupar ahora el espacio que robaron las medallas y los podios.
El capítulo final del proceso de destitución de Rousseff, que se arrastra desde diciembre pasado, comenzará el próximo jueves, cuando el pleno del Senado se reunirá para escuchar por última vez a los testigos de la parte acusadora y de la defensa.
Dos en el primer caso y seis en el segundo, que declararán durante dos días y luego, el lunes 29, presentará su testimonio la propia Rousseff, quien ha decidido ejercer su defensa personalmente por primera vez desde que se instauró el proceso.
La mandataria está acusada de irregularidades fiscales que ella niega a rajatabla y ha dicho que el Senado solo espera “justicia” y que reconozca su alegada inocencia.
Sin embargo, según los últimos trámites del proceso, Rousseff se verá como con un Senado hostil, que en una votación previa a la fase que empieza este jueves respaldó la continuidad del juicio por 59 votos frente a 21.
Esos 59 votos superan en cinco la mayoría absoluta necesaria para destituir a la mandataria y, al mismo tiempo, confirmar a Temer en el poder hasta el 1 de enero de 2019, cuando acaba el actual mandato.
La decisión final será tomada en una votación que, según cálculos del Senado y la Corte Suprema, garante constitucional del proceso, deberá ocurrir entre el 30 y 31 de agosto, pese a que no hay un plazo establecido para la conclusión del trámite.
En los últimos días, Rousseff ha jugado sus últimas cartas en un postrero intento por convencer de su inocencia a la mayoría que se ha conformado en el Senado en favor de su destitución.
Según otra reciente encuesta del Instituto Datafolha, el 60 por ciento de los brasileños considera que tanto Rousseff como Temer deberían renunciar, lo que llevaría a nuevas elecciones, que fueron apoyadas en el sondeo por el 79 por ciento de las 2 mil 779 personas consultadas.
Con información de Excélsior.