22 diciembre, 2025

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…Cuando se podía nadar en el San Marcos

A mediados del siglo pasado “la muchachada” hacía de cada poza del río una alberca natural, los troncos de los árboles servían para columpiarse con un lazo y apostar por el mejor salto al agua

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Antes de 1944, los jóvenes de Victoria disfrutaban del caluroso verano en las pozas del río San Marcos.

Había que internarse por veredas y una gran vegetación para llegar hasta la poza de «Los Pizarrines», «La Cueva del Indio», «El Paredón», » El Olmo» y «El Puente Negro».

Las altas temperaturas con seguridad ya se sentían en la capital del estado por eso los jóvenes buscaban el chapuzón en el agua.

Pero esos sitios se podían visitar sólo acompañados de los amigos.

En familia se podía vistar «La Peñita», había familias prestigiadas de Victoria que mantenían una propiedad rumbo al «Cañón del Novillo» y los domingos era una tradición reunir a toda la descendencia para pasar un buen rato entre primos y tíos.

Así lo acostumbraba la familia Haces Guillén, una prestigiada familia de Victoria a quien se le debe mucho de las imágenes del ayer atrapadas por la lente familiar y custodiadas más tarde por la poetisa María de los Ángeles Guillén de Haces.

Y es su hijo Ricardo Haces Guillén quien comparte a través del grupo «Fotos Antiguas de Victoria» estas estampas en las redes sociales, como un registro contemporáneo.

La poza de «Los Pizarrines», se puede situar dentro del Jardín Anacahuita en el Parque Siglo XXI, por ese sector estaba también La Cueva del Indio y el Paredón, entre la calle Cinco y el puente.

Los de arriba, es decir los jóvenes que vivían rumbo a la zona poniente tenían espacios para nadar en el Puente Negro, El Olmo y otros de difícil ubicación.

Decía el profesor Raúl García García (1919 -2007), en su libro “No son cuentos”: «En aquella época los muchachos no utilizaban traje de baño y los pantalones cortos seguro eran para los más pequeños de la casa, por tanto, el traje de «Adán», era lo más recurrido y si te cachaba el policía, lo único que hacía era mantener el orden, los chicos  cubrían sólo aquello que las manos abarcaran».

En esos paseos por el mes de agosto las maguacatas, los mezquites, el guamúchil, servían  de botana, los más atrevidos sacaban las acamayas del San Marcos y las asaban en una fogata.

Al atardecer regresaban a casa, listos para otra aventura.

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