Lo que esperamos y no nos vamos.
Siempre, cualquier cambio puede ser una expectativa positiva. Sin duda, se lucha ante un bastión fe emigrantes del rodillo de tortillas de harina y emergente de meriendas y algún escape furtivo.
La cultura en manos del mandil. Con el confeti de la cultura como medio y aliciente social. Diletantes, improvisados que arremeten con furia sobre toda actitud de cambio. Es cierto, nadie quiere cambiar porque los sueños en metálic son más duros y placenteros que la creatividad.
No hay un marco de ideas en un sentido de ideas de importación de la Ciudad de México, tutela de la cultura de país. Cursos de improvisación para catequistas de tiempo libre en fin de semana pero sin un sentido organizado de los objetivos de cultura e imaginación.
Esta es la palabra, la imaginación quedó atrás. Una de las actitudes más bellas de Sergio Cárdenas Tamez, el director de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de México fue el planteamiento de una cultura con una función de acercarnos a la cultura internacional y la participación de nuestros artistas en otro nivel de competencia.
Pronto, las mujeres del mandil y el rodillo se fueron por la joya mas brillante de la corona. El Festival Internacional Tamaulipas, y aferrados al clavo de un generoso presupuesto no bajaron la guardia hasta conseguir que el prestigiado maestro y compositor dejara las riendas de su dirección.
Es el triunfo de rancherismo apantallante, de la pobreza intelectual almidonada de frases, no de conceptos lo que ha prevalecido en nuestras ilusiones.
Es el lambisconería, la reducción a lo absurdo, la gachura de la ciervos del elogio desmedido el que impera. Somos el país del elogio, incapaces de ventilar una crítica. Se nos acusa de traidores, cuando más han traicionado los que han llevado las prebendas del sistema a sus bolsillos. Debería de darles vergüenza. No tienen una palabra digna de respeto. No tienen una piedra lista para arrojarla a su propio rostro. La única manera es llevarlas al paredón de la contraloría, donde pueden pasar como ratones mojados.
No hay mayor alharaca que mentir, el río lleva demasiadas piedras para llevar agua.
Vayamos al grano. El descaro es propio de los traidores, que con el bolsillo lleno cantan una victoria efímera de la cultura.
Soy un creador, nunca he dejado de serlo, y reto a cualquiera a que me diga lo contrario en cualquier foro, donde predomine la inteligencia, la reflexión estética y la cultura de los libros, muchos libros leídos en mi pequeña historia. Una brevedad con decoro de un artista plástico y escritor.




