El PRI de Tamaulipas sigue descabezado, dando tumbos, lástimas mientras los días se consumen, las urgencias le alcanzan y las dudas sobre quién lo podría reagrupar se agolpan y no hay quién las responda.
Así es mis queridos boes, un día suena el Diputado Federal Alejandro Guevara Cobos, luego salta el nombre de Juan Alonso Camarillo y el último que se menciona fuerte es Manuel Muñoz Cano, hijo del desaparecido Manuel Muñoz Rocha, ‘headhunter’ del alcalde de Matamoros Jesús De la Garza Díaz del Guante.
Claro que con el paso de los días, tras la salida de Rafael González Benavides se han barajado muchos nombres, hay quienes gritan, brincan alzando la mano como Roberto González Barba, pero no pasa de ahí, con sus cuates de las redes sociales, poquitos, no se ve que a nivel estatal le consideren una opción, o como el del propio Enrique Cárdenas del Avellano que se apuntó, pero luego como que reviró y hoy no sabemos si sigue queriendo o se le quitaron las ganas, también Neto Robinson y hasta el hijito de Amira Gómez, Carlos Solís, se llama el muchacho, pero tampoco sabe si su mamá le podrá comprar el puesto.
El caso es que en la puja, parecen estar hoy dos personajes, el que ya estaba Alejandro Guevara Cobos y Manuel Muñoz, (le decían Manuelito por aquellos días aciagos en que la PGR y demás agentes federales acosaban a su familia en busca del padre).
Se dice, se presume que Manuel Muñoz sería el candidato de unidad, que ya las dos principales facciones del PRI en Tamaulipas pactaron, que le apoyan ni más ni menos que su ex jefe Eugenio Hernández y el ex candidato (o candidato perdedor; es lo mismo) Baltazar Hinojosa Ochoa.
Si es cierto que el ex gobernador y Baltazar apoyan a Manuel, estaríamos hablando de que sí podría convertirse en el próximo presidente estatal del PRI, porque podría ser cierto eso de que al ex candidato le queda algo del capital político ese que contaron en 500 mil votos en junio pasado y pues Geño trae
muchos pesos de esos que hacen falta para ‘reparar’ el armatoste que por ahora no enciende, no camina, no opera y que se llama PRI de Tamaulipas.
El gran ‘pero’ es si realmente a Manuel le van a facilitar los recursos que se requieren para revivir al PRI, no son tres pesos, son varios millones al mes y quien le meta sabrá que muy probablemente no serán recuperables.
El otro y creo que más importante ‘pero’, incluso sobre el de la lana, es el control del Consejo Político Estatal del PRI, porque no debemos perder de vista que en el sexenio que terminó en septiembre, el número de miembros se duplicó y obviamente todos los nuevos consejeros pertenecen a la cuadra egidista, no a la de Geño, no a la de Balta y por supuesto que habrá que convencerlos de que Manuel Muñoz es el bueno.
Habrá claro que esperar a ver qué dice Guevara Cobos, que no es precisamente de los que se baja a la primera señal, sino todo lo contrario.
Habrá que ver las señales que desde el centro dan los priistas que tendrían que palomear a Manuel Muñoz o a Guevara Cobos, porque si bien uno está bien amarrado con los grupos que ya señalaba, el otro cuenta con la simpatía del presidente Peña Nieto y de un puño de gobernadores y ex gobernadores.
Obvio todo es especulación en el PRI cuerudo, no hay fechas, no hay señales de convocatoria, al CEN tricolor parece poco importarle el tema Tamaulipas.
Por ahora los menos alborotados, los más serenos predicen que pronto podría llegar al estado un delegado especial, de peso y con respeto que logre en principio apaciguar a los que quieren, a los que creen que pueden poner, a los que quieren quitar o vetar y a partir de un diagnóstico real comenzar de
cero y hacerlos entender que urge unidad y la generación de un liderazgo que le haga frente al nada prometedor futuro inmediato de dicho partido en el estado. Eso podría ser allá por principios del año entrante.
Como si no urgiera para el PRI, que parece que no ve cómo el PAN avanza, con un gobernador que crece en popularidad en las redes sociales, que ha logrado marcar la diferencia con el que se fue, que se moja los pies y mucho más arriba, que camina junto a los damnificados del sur, que festeja con los ‘enferiados’ de Victoria, que quiere y se deja querer a donde se para repartiendo abrazos y selfies, mientas en el tricolor no dan pie con bola.
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