Hay quienes para divertirse y llevar un tema truculento al terreno del chacoteo, cruzan momios y elaboran quinielas al estilo de los apostadores profesionales de Las Vegas.
Las especulaciones, siempre dentro de los límites del pitorreo, se arman con preguntas como éstas:
¿Con cuántos indiciados terminará el sexenio de Enrique Peña Nieto?
¿Cuál será la mayor recompensa que ofrecerá la Procuraduría General de la República por datos que lleven a la ubicación y aprehensión de alguno de los
personajes que ponga en su lista de perseguidos?
¿A cuántos logrará capturar?
De los aprehendidos, ¿Cuántos se le escabullirán por las clásicas lagunas legales con las que los agentes del ministerio público federal suelen sustanciar los casos de esta naturaleza y por las cuales los jueces tienen que dejar libres a los acusados?
¿Cuántos más de los ex gobernadores recién salidos engrosarán las filas de los sometidos a investigación formal?
Todo lo anterior forma parte sólo del anecdotario político y no tiene más relevancia que la diversión que genera en los cotilleos de cafés y bares, pero lo que sí merece una reflexión más profunda es lo que está sucediendo con la administración peñista, que ante el acelerado hundimiento de su imagen, al parecer sin freno, ha dejado en un segundo plano los programas destinados a la producción, al empleo, a la educación, a la salud, a la tecnología y a otros rubros similares, para lanzarse de lleno a una política persecutora contra tirios y troyanos, sin distinción de partidos y colores, en un intento de lavar la cara de su gobierno, llenando de lodo el rostro de otros de su misma especie.
No es que no sea importante la lucha contra los ex funcionarios públicos corruptos, contra quienes se aliaron con el crimen, contra los depredadores presupuestales y en general contra todos los que abusaron en forma obscena de un puesto gubernamental. Por supuesto que es fundamental esa tarea.
Pero una presidencia de la República, una gubernatura o una alcaldía no son pares de una oficina de un sheriff o de un juez, como para dar a esas funciones la prioridad básica de su trabajo.
Bienvenidas las acciones contra la ilegalidad y bienvenido el castigo contra quienes violaron el estado de derecho, pero si esa es la manera es que el señor Presidente piensa que sus yerros y sus tropiezos serán olvidados, me parece que se equivoca. Así, sólo adelanta la manera en que sus propias acciones serán valoradas una vez terminado su mandato…
Mensajes
Primero fue un sólido priísta durante muchos años.
Cuando Miguel Mansur Pedraza se convenció de que en el tricolor tamaulipeco no le darían la oportunidad de buscar la alcaldía de Victoria y además le pintaron un dedo en la campaña de Baltazar Hinojosa, giró su mirada al PAN y a la campaña del ya gobernador Francisco García, donde lo recibieron con la cartera abierta. Perdón, con los brazos abiertos.
Ahora, después de una breve refriega verbal interna con las huestes azules, en la que hubo necesidad de calmar sus soliviantados ánimos por lo que él juzgaba un trato injusto, ensalza y apoya el trabajo del mandatario, pero al señalar que hay que trabajar para generar educación y riqueza, desliza entre líneas un mensaje que toma prestado de otra facción, al apuntar que la riqueza debe ser también la del espíritu y la del amor.
Curiosamente, es la filosofía de López Obrador y su MORENA. ¿Otro golpe de timón a la vista?…
La frase del día
“Haz de tu vida un sueño y de tu sueño una realidad…”
Antoine de Saint-Exupery/Autor de El Principito
Twitter: @LABERINTOS_HOY