1.- Para darle gusto a algunos políticos acelerados y madrugadores que andan ya desatados en busca de las senadurías, hoy les obsequio una miscelánea de reglas que son útiles para que los aspirantes a cualquier cargo público puedan ejercer control o superar a sus competidores. Es algo así como un manual de hipocresía y simulación, que los aspirantes deben seguir al pie de la letra, si desean tener éxito.
2.- Para empezar, los políticos aspirantes deben, sonreír siempre, con motivo o sin él, pues la sonrisa es el recurso instantáneo para ganarse la buena voluntad de los demás. Nuestros políticos aparecen risueños en prácticamente todo momento. Venga o no al caso sonreír, y a veces hasta se sueltan a carcajadas para dar un mensaje de sinceridad, de espontaneidad y de franca camaradería.
3.- En esta obsesión por la sonrisa, los políticos se parecen tanto a los vendedores de seguros o licuadoras que no pueden distinguirse a simple vista. ¿Cómo distinguir la sonrisa burlona de Carlos Salinas de Gortari, de los gestos mafiosos de Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa, o de la carcajada de Vicente Fox.
4.- Así mismo, hay que prestar atención a lo que otros hablan, porque este es uno de los recursos más eficaces para conquistarlos, y hacer que actúen conforme a nuestros propios intereses. Esta manía resulta claramente identificable en muchos de nuestros políticos. Todos quieren ser escuchados hasta con devoción. Piensan que hablan para la historia. Así se comportan Cruz López Aguilar y Carlos Fuentes Rico.
5.- El nombre propio de una palabra que a todos nos gusta oír. Y si usted quiere dominar a los demás, llámelos por su nombre, suavemente, cariñosamente, con intimidad. Es preciso hacer el esfuerzo de recordar muchos nombres y asociarlos a sus respectivos rostros, para que no se olviden y menos aún se confundan.
6.- Casi todos los grillos que, entre ellos, se saludan por su nombre, se preguntan por sus correspondientes familiares, averiguan sus estado de salud, sin que nada de esto les interese en absoluto, simplemente con el afán de engañarse entre sí, de dominarse unos con otros por la vía del interés fingido, como vendedores de terrenos.
7.- El contacto personal, físico, es la llave infalible para conquistar la simpatía de los demás. Ofrezca la mano con actitud de franqueza y, al encontrar ocasionalmente a un conocido, abrácelo con discreción pero cálidamente. Tantos abrazos se dan los grillos entre ellos, en los restaurantes a los que acuden con cargo al presupuesto, que han descubierto un nuevo recurso para hacerse simpáticos; simular que no han percibido el mal aliento de los demás.
8.-Jamás contradiga a un político poderoso. Está estrictamente prohibido externar una opinión contraria a la de un comensal o anfitrión. Es fácil comprobar que diga lo que diga, un político nunca será rebatido directa o abiertamente por otro político digno de ese nombre, sino más bien encontrará que está de acuerdo en todo, pues así podrá manipularlo posteriormente.
9.- Los politiquillos que no son amables, ni educados, ni afectuosos, aparentan serlo y para ello, estudian o toman cursos de simulación cuidadosamente elaborados, como los vendedores de seguros, automóviles o medicines, pero eso no les quita lo peligroso que son por su cuantioso número, ni lo eficaces para salirse con la suya.
10.- La sonrisa falsa, el saludo de la mano ficticio, el abrazo hipócrita, la palabra lisonjera, la promesa vaga, el obsequio interesado y el juramento de lealtad política, son algunos elementos de lo que hoy se llama estrategia de manipulación y que sólo son recursos de un juego muy viejo, que los hombres han utilizado siempre para engañarse, desde que comprendieron que la lucha por el poder es un juego que no termina nunca.