Se llamaba Germanita.
Cuenta mi señora madre que la dueña de tan curioso nombre era la partera del pueblo cuando su servidor vio la luz en Río Bravo. Había otras comadronas, pero ella era la más solicitada de la comunidad cuando el bebé por nacer venía, decían quienes sabían de eso, “atravesado”.
No había producto –como llaman los médicos a los nonatos– que en esa tierra de Dios saliera mal en manos de la avezada auxiliadora de cientos, quizás miles, de mujeres en ese trance. Gracias a sus milagrosas manos y temple, Germanita se convirtió, como era la costumbre, en esos lares en la comadre más respetada en todos los hogares beneficiados.
¿A qué viene recordar a tan querido personaje?
La respuesta es sencilla: Porque Tamaulipas, ante el inminente nacimiento del 2017 parece que necesita con urgencia a una Germanita. Una partera que
reciba a un año que es evidente, viene “atravesado”.
No se requiere ser un experto analista financiero ni exhibir maestrías y doctorados en Economía para estar seguros de lo anterior. Basta con echar una ojeada a nuestro alrededor y confirmar que el llanto y las penurias de uno son los de casi todos: No hay empleos, no hay obra pública, no hay beneficios sociales, En una frase: No hay dinero.
En este escenario de desastre para una inmensa cantidad de tamaulipecos y en general para los mexicanos, esperar como antes que el Año Nuevo venga cargado de esperanzas, de perspectivas de desarrollo, de oportunidades para progresar, es por desgracia, no sólo una ilusión. Es un verdadero disparate, a menos que se apellide usted Slim, Bailleres, Azcárraga, Salinas o por lo menos, en el plano doméstico, Torre, Garza Cantú, Hernández, Valdez o Balboa.
¿Qué podemos esperar los tamaulipecos de los siguientes doce meses?
Realmente, es jugar a una tétrica lotería el aventurar un escenario, si tomamos como base el cierre del 2016.
Tomemos por ejemplo, el caso del Gobierno del Estado, uno de los pilares de la estabilidad financiera estatal, del cual dependen no sólo los 40 ó 50 mil burócratas de diverso rango que ahí laboran, sino también cientos de miles de hogares que forman lo que antes era un círculo virtuoso derivado de una economía de retroalimentación con casi todos los sectores productivos de la sociedad y que hoy sigue siendo un círculo, pero vicioso. El panorama es oscuro.
Atrapado en una virtual quiebra, el gobierno estatal está asediado por falta de recursos para pagar nóminas; los aguinaldos están en apuros: las compensaciones que antaño eran un privilegio para sus trabajadores son, por lo menos hasta ahora, un motivo de añoranza; sus ingresos propios están hipotecados hasta por décadas; no ha podido estructurar un programa de obras y acciones, lo cual mantiene en vilo a sus proveedores. En resumen –tal vez estoy exagerando– pero la percepción social es que se vive en una especie de bancarrota.
No conozco los planes del Gobierno estatal y mucho menos los del federal para tratar de atisbar en el futuro a corto y mediano plazo, pero en lo que a mí compete y a millones de tamaulipecos, me queda claro que ese niño por nacer –el 2017– viene no sólo atravesado sino enredado en su cordón umbilical. Corre peligro de asfixia antes de empezar a llorar.
Estas eran los trompos a la uña en que se especializaba Germanita allá en el viejo Río Bravo. Lástima que ahora no veo en nadie, ni en el Estado ni en el país, una comadrona de ese tamaño y con esas habilidades.
A ver cómo les sale el niño…
La frase de hoy
“Hay tres tipos de personas en el mundo; los inamovibles, los movibles y los que se mueven…”
Benjamín Franklin/Político y científico estadounidense
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