CIUDAD DE MÉXICO.- ¿Te pasó que cuando cumpliste los 25 te entró un pánico terrible con la adultez? Ese difuso punto entre el fin de la universidad, el principio de tu vida laboral y tu independencia.
Y sin duda que los márgenes varían entre unos y otros, pero lo cierto es que entre ese universo que ocurre entre los 23 y 27 años nos vemos enfrentados a una de las más importantes crisis humanas.
Lo que ocurre es sencillo: creías que ibas por el buen camino, ya habías decidido a qué querías
dedicarte el resto de tu vida. Tenías un robusto y sólido grupo de amigos e incluso quizás habías podido establecerte en una relación estable. De algún modo creías que tenías las cosas claras.
Pero de pronto llegó la frustración, la inconformidad, la angustia y la inseguridad. De repente estás mirando tu vida desilusionada, sintiendo nostalgia por la vida que tenías cuando no había mayores preocupaciones que el colegio. Además, sientes la presión de que a otros les va mejor mucho mejor que a ti.
Bueno, esto que te cuento no es raro. Esta “crisis de los 25” de la que te hablo, fue acuñada el año 2001 por psicóloga estadounidense Abby Wilner y la periodista Alexandra Robbins en su libro Crisis del cuarto de vida: Los desafíos únicos de la vida durante los veinte.
En esa publicación las autoras buscaban de explicar las diferencias fundamentales de esta crisis con respecto a otras que vivimos, por ejemplo, la de mediana edad. “Cuando llegas a los 40 y 50, el pánico es causado por demasiada estabilidad, demasiada previsibilidad, demasiada seguridad.
Sin embargo, en la crisis del cuarto de vida ocurre lo contrario: no hay estabilidad, no hay previsibilidad, no hay certezas. El resultado: entras en un ciclo donde dudas mucho de ti mismo”, explicaban en el libro.
Y es que la mayor ansiedad en este punto es sentirse presionado para tener éxito en las relaciones personales, el trabajo y cierta estabilidad económica que te permita independizarte.
Según los expertos, esta crisis ocurre porque “hay determinadas edades en las que uno hace una recapitulación vital. Compara cómo le hubiera gustado que fuera su vida y cómo realmente ha sido.
Y enfrenta las expectativas con la realidad”.
En este contexto tener veintitantos es algo que asusta: debes luchar contra miles de otros graduados para encontrar tu primer trabajo, sientes la presión de conseguir el dinero para pagar el crédito de la universidad e intentar ahorrar para independizarte y tener tu primera casa, mientras, al mismo tiempo, intentas encontrar tiempo para avanzar cultivar tus vínculos y abrirte a la posibilidad de amar y ser amado.
En el libro Unfollow: vive la vida en tus propios términos de la psicóloga y profesora canadiense Linda Papadopoulos reflexionó sobre una conversación que tuvo con algunos de sus alumnos: “Se supone que tienes que ser joven y despreocupado y estar pasándotelo bien. Pero todo el tiempo estás pensando: ‘No estás haciendo lo que creías que ibas a estar haciendo en este punto’. Estás constantemente focalizado en lo que todavía no has logrado en vez de disfrutar realmente de ser joven”.
¿HAY SOLUCIÓN?
Al parecer sí, y es que según los expertos, un 80% de aquellos que sufrieron la crisis la ven ahora como una experiencia catalizadora, de crecimiento y madurez. Y además la recuerdan de manera positiva. Los mismos investigadores afirman que esta “crisis” incluso podría reducir el riesgo de sufrir una crisis de mediana edad después.
Si estás en este periodo, tranquila/o. Todo está bien. Usa este tiempo para cuestionarte lo que quieres y explorar opciones. Deja de mirar hacia el lado y preocúpate por ti. Solo tú conoces tus necesidades. Vive intensamente esta etapa y escribe quién quieres ser en el futuro.
Con información de PlayFM.