6 diciembre, 2025

6 diciembre, 2025

Laberintos del poder

Los “contras” y el “pro”

Laberintos del poder

Ayer quedó demostrado una vez más: Los mexicanos integramos una nación de fatalistas. Aceptamos prácticamente todo.

Ante los coros de inconformidad y manifestaciones de rechazo –casi imperceptibles en nuestro Estado– que dieron nota diaria a los medios de comunicación en varias ciudades, auspiciados aquí por falsos líderes que sólo buscaban encontrar una oportunidad para negociar, el aumento al precio de la gasolina empezó a aplicarse y como se esperaba, la inmensa mayoría de los consumidores se concretó a arrugar la nariz, soltar un recordatorio maternal y a pagar su gasolina religiosamente.

Es un golpe durísimo a la economía general y en mayor medida a la doméstica, pero en este fin de semana, entre festejos y descansos me vi obligado y creo que todos deberíamos intentarlo, a hacer un ejercicio personal y colectivo de reflexión y tratar de valorar este escenario a través del viejo pero efectivo método de los pros y los contras.

En ese sentido, los “contras” en realidad no requieren mayor explicación. Todos lo sufrimos en el bolsillo y peor aún, será más oneroso a medida que el
encarecimiento del combustible alcance a toda la cadena de producción y se eleven considerablemente alimentos, transporte, medicamentos y otros
servicios y satisfactores básicos. No hay duda alguna al respecto: las consecuencias son y serán demoledoras.

¿Y en esas condiciones podemos encontrar “pros”?
Con todo y ese tétrico panorama, sí encuentro por lo menos uno de ellos:

Fuera de su precio, en México prácticamente no tenemos problemas –de repente brotan alguno o algunos casos aislados– para ir a un expendio de gasolina y ponerle al tanque los 5 ó 10 litros diarios con los que la mayoría hacemos andar a nuestros vehículos. Como dicen, “a andar con el suspiro”.

No pretendo defender el brutal impacto de ese sobreprecio, pero me parece que sería muchísimo peor carecer del energético y que el país cayera en un estado de shock por un desabasto provocado por la incapacidad financiera de operación en el suministro del mismo.

Sería catastrófico, porque en mayor o menor medida un altísimo porcentaje de mexicanos utilizamos los automóviles como una herramienta de trabajo y como un protagonista central de nuestra dinámica social y económica. Una pequeña muestra de eso es lo que sucedió la semana anterior en doce estados del país, en donde casi se colapsó su vida social y productiva por la falta de gasolina. Y ojo: sólo fue por unos días. Imagine que esa situación se prolongara por semanas o meses. La locura.

Estoy seguro que la mayoría de los mexicanos entendemos la crisis económica nacional y lo que le toca a México por el desbarajuste mundial. Pero lo que sí no se vale es que el gobierno nos trate como a niños de pecho –porque ya ni los de kínder se dejan engañar– y nos ofrezca argumentos estúpidos que ofenden a nuestra inteligencia al compararnos con economías super desarrolladas para justificar el alza.

¿No podrán decirnos la verdad por lo menos una vez?…

Lectura divertida
Ahora que empieza el año y que traerá una cauda de complicaciones de acuerdo a los pronósticos, prepárese para desahogarse, pero con estilo.

Busque el diccionario “Para insultar con propiedad”, publicado por las editoriales Grijalvo y Algarabía.

La obra ofrece más de dos mil improperios, proverbiales y populares, que dejarán perplejo a más de uno de sus enemigos verbales, pero sobre todo abre la puerta para conocer uno de los rostros más sonoros y divertidos de nuestra cultura, que no siempre utiliza una grosería para hacer escarnio de algo o de alguien, pero con resultados igualmente devastadores.

Búsquelo, es para colección…

Twitter: @LABERINTOS_HOY

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