25 marzo, 2025

25 marzo, 2025

Laberintos del poder

El idilio

Laberintos del poder

En un paralelismo muy aventurado con los términos utilizados en la farándula, éste podría ser el “idilio del sexenio” en México.

Inesperado en todos los sentidos, impensable para la inmensa mayoría, imposible para quienes conocen a uno de los protagonistas, empieza a cobrar forma una relación que poco a poco ha ido tejiéndose en lo que primero fueron devaneos, reconocimientos casi por debajo del agua y ahora prosigue, por caprichos del destino, con una posible alianza de beneficio mutuo.

Me refiero a los dos personajes más conocidos del país en estos momentos: Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. ¿Por qué pensar de esa manera?
Porque por insólito que parezca, hoy se necesitan uno al otro.

Es sólo una opinión: En la antesala del infierno creada por Donald Trump, el Presidente necesita como nunca mover a México, no en la forma acartonada de sus mensajes institucionales, sino hacer de la sociedad un bloque real, sólido, comprometido con la causa de la dignidad nacional. Dada la casi nula credibilidad que sufre el mandatario, le es indispensable encontrar un encantador de serpientes que no tiene en su gabinete. Y la respuesta a sus oraciones es Andrés Manuel.

Sólo con él podría completarse la fórmula de credibilidad y poder –confianza y recursos– que podría encausar la ira de los mexicanos y llevarlos a acciones que le aprieten realmente los tornillos al magnate gringo.

Seguramente Peña no volvería a los niveles de aceptación de sus primeros días como presidente, pero sin duda terminaría como un gobernante nacionalista que defendió al país ante el asedio de un lunático con enorme poder. Por supuesto que sería un regalo para el cierre.

¿Qué ganaría López Obrador si decidiera participar?

Poner un pie en Los Pinos. Haría suya la imagen de un verdadero estadista preocupado por su país, que antepone el interés de la nación sobre el propio y de su partido, para alejarlo de la nociva imagen del permanente enemigo de las instituciones y del político visceral, autoritario y egoísta. La distancia a su favor con el resto de los aspirantes crecería en kilómetros. Sería una oportunidad de oro para ponerle piso a la vieja frase de que la tercera es la vencida.

¿Y por qué ver como probable ese “idilio”?
Habría que revisar los meses previos al que hoy vivimos. Un acercamiento priísta con López Obrador se empezó a armar desde que el ex presidente nacional del tricolor, Manlio Fabio Beltrones, enhebró la primera aguja al apuntar que “no sería un mal panorama que López Obrador fuera el Presidente”. Como respuesta Andrés Manuel casi invitó al sonorense a su equipo y un par de meses después al empezar los delirios mentales de Donald Trump, lanzó la primer señal de aceptación al declarar en un noticiero televisivo estelar que “por defender a México lucharía al lado de Peña Nieto”.

El siguiente paso le correspondió a Luis Videgaray ya como canciller, al volver a mostrar la bandera blanca de su partido y reconocer coincidencias con las propuestas de Andrés Manuel en el tema de las deportaciones. Este devolvió la copa y pidió un Acuerdo de Unidad Nacional junto a Peña Nieto y apenas ayer, el tabasqueño volvió a dejar claro que “estos son momentos de unidad y que está dispuesto a ir al lado del Presidente para defender al país”. Hasta la tarea le está haciendo con un documento que sería planteado ante la ONU para denunciar a Trump por prácticas racistas y discriminación.

Por supuesto que los dos obtendrían beneficios de una alianza, de un acuerdo o como lo mencioné de un idilio político.

Sería el del sexenio, ni duda cabe…
 
La frase del día
“La población general no sabe lo que está ocurriendo; y ni siquiera sabe que no lo sabe…”
Noam Chomsky/lingüista y filósofo estadounidense
 
Twitter: @LABERINTOS_HOY

Facebook
Twitter
WhatsApp