Un cercado de picos puntiagudos, remata desde hace días, los decretos y las órdenes oficiales, en la Casa Blanca. Es la firma del Presidente Donald Trump, cuya caligrafía, tiene una gran similitud con las alambradas de los guetthos judíos. La rúbrica del jefe de estado norteaméricano, se parece mucho a la de Adolfo Hitler.
Los grafólogos afirman que, de ese peine de púas, asimétricas e hirientes, se desprenden sentimientos de brutalidad, beligerancia y confrontación. Este tipo de egocentrismo gubernamental, intempestivo, axiomático y concluyente, es ya nuestro vecino nacional, al norte de Tamaulipas.
El pasado viernes 20 de enero, la capital estadounidense, y sus monumentos fundacionales de Washington, Lincoln y Jefferson, atestiguaron el arribo de una nueva realidad del poder.
Desde todos los puntos de la Unión Americana, llegaron miles de personas, identificadas con el supremacismo blanco; ciudadanos de tipo medio, de diversos oficios y profesiones, proclamando el cambio de rumbo: son los hijos de la era Trump, y representan el eje principal de la nueva política, centrada en la defensa a ultranza de la economía gringa, empeñada en echar fuera del país, a la mano de obra mexicana y centroamericana, principalmente.
El hijo de una inmigrante
De acuerdo a los historiadores, Mary Anne MacLeod, desembarcó en la ciudad de Nueva York, el 11 de mayo de 1930, con apenas cincuenta dólares, en sus bolsillos. La madre de Trump, es originaria de un pequeño pueblo, al norte de Escocia, y a la edad de 18 años, decidió emigrar hacia USA, siguiendo los pasos de sus hermanas Christina, Mary Joan y Catherine.
Los documentos migratorios de la época, definen a la madre de Trump, como una doméstica. Según el biógrafo Michael D, Antonio, la progenitora de Trump, procedía de una familia muy pobre. Formaba parte de una familia de granjeros que tuvieron que salir de Escocia, ante la difícil situación, provocada
por la Primera Guerra Mundial.
En las hojas de control de los barcos, provenientes de Europa, se registraban los datos de cada uno de los viajeros, incluyendo sus rasgos faciales. Cada uno de ellos, tenía que contestar a la pregunta, de si al menos poseía cincuenta dólares, y demostrarlo. Ella los traía. La madre de Trump, falleció en el 2000, y el New York Times, le dedicó un obituario, donde la califica como filántropa. Una realidad muy opuesta a las condiciones en que llegó a Nueva York, la primavera de 1930.
Después de leer esta impactante biografía, sobre la mujer que trajo al mundo, al actual Presidente de Estados Unidos, uno se pregunta, si con el paso de los años, un hijo de una migrante mexicana llegará a la Casa Blanca. Por ahora, esto es poco más que imposible.
El muro, ya es una realidad
Como para decirle a México, que no se trató de una simple pesadilla, el Presidente Donald Trump, acaba de firmar un decreto, mediante el cual ordena la construcción de un muro que mediría entre 10 y 12 metros de alto. Su costo según Trump, llegaría a los 12 mil millones de dólares, pero para algunos expertos, dicha infraestructura absorbería un presupuesto cercano a los 25 mil millones de divisas verdes. Dicha barda, a decir de Trump, sería prácticamente impenetrable, además de que estaría dotado de la mejor tecnología: sensores, torres de vigilancia aérea, y miles de guardias. El mencionado muro tendría una longitud de mil 600 kilómetros, es decir, la mitad de toda la franja fronteriza entre México y Estados Unidos.
Una de las zonas que podrían salir más perjudicadas con el muro de Trump, es la región del Valle de Texas.
Asisten el gobernador y su esposa mariana, al juego de correcaminos
Las acciones de la bolsa de valores del Correcaminos, se fueron a la alza, con la asistencia del gobernador Cabeza de Vaca y de su esposa Mariana, al juego del equipo universitario, en el estadio Marte R. Gómez. CV pronosticó un dos a cero, pero finalmente la victoria del team uateño sobre el visitante Cimarrones, fue de tres a dos.
La presencia de Cabeza en el estadio, canceló los rumores de todo tipo que en un inicio se habían tejido sobre el abandono en que quedarían los naranjas.
Por cierto, ya no se les conocerá por este color, sino por su nueva camiseta azul.
De esta manera, el equipo de la UAT, presidido por el rector Enrique Etienne Pérez del Río, recibe un espaldarazo, que seguramente los motivará, a lo largo de sus próximos encuentros. Después de todo, Cabeza fue en su juventud, un futbolista, que llegó a ganarse una beca, para estudiar en una
universidad bautista del Valle de Texas. No me pregunte que posición jugaba, pero seguramente era delantero, o de creatividad, en la media cancha.
