Es cosa de aplicar el sentido común, el gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca lo sabe y lo aplica, ha sustituido a un Egidio Torre que transpiraba frío y lejanía con la gente y por eso sigue sumando puntos con la base popular.
Así es mis queridos boes, el martes Cabeza de Vaca se apersonó en el nada sencillo estadio Tamaulipas donde más de un político ha sido abucheado y al que la mayoría prefiere sacarle la vuelta cuando se trata de un partido de fútbol como el de ese día.
Ya lo había hecho en Ciudad Victoria para marcar diferencia, en Tampico-Madero igual que en la capital le sacó la vuelta a los palcos y se fue con la raza a la grada, igual se puso la playera del equipo local y como en la tierra del Correcaminos, su presencia con el pueblo y el equipo de casa ‘reventó’ las redes a su favor.
No fueron pocos los que se sorprendieron de ver por primera vez a un gobernador sentado como cualquier otro de los comunes y por eso se llevó las palmas y por eso igual de manera obligada llegaron las comparaciones con el que se fue.
De los comentarios a favor para qué repetir, ahí están en las fotos y los videos compartidos cientos de veces en el Facebook y el Twitter, habría que analizar un poco los comentarios negativos, por mucho fueron los menos.
Hubo quien dijo: “díganle que ya no está en campaña, que se ponga a trabajar”, habría que reflexionar sobre ese comentario, porque cuestionar que el gobernador esté con la gente era precisamente lo que no hacía Egidio y que todo mundo le criticaba.
Por eso bienvenida la cercanía de Cabeza de Vaca con los del pueblo, bien hecho que no vaya al palco como lo hacía Egidio rodeado de guardias y funcionarios que impedían que el entonces gobernador cruzara palabras con sus representados.
“Y la seguridad, primero que arregle la seguridad”, se leyó también en contra, pero pedir que en 4 meses se arregle por completo un problema que tiene una docena de años que detonó en Tamaulipas es pedir un imposible.
Pero además habría que reconocer a Cabeza de Vaca que incluso en los días más aciagos de la inseguridad que le han tocado vivir como gobernador ha estado ahí, presente y visible, porque el viernes que fue al estadio Marte R. Gómez en Victoria había habido varios muertos en la ciudad.
Es decir, Cabeza de Vaca ha estado ahí siempre, sus guaruras hasta ahora no han impedido que la gente se le acerque, lo abrace, lo bese, él baile y se vaya a echar una hamburguesa por ejemplo.
Pero es entendible que los que le critican crean que eso es hacer campaña, porque para la mayoría de los políticos del régimen tricolor sólo se acercaban a los jodidos en tiempo de campañas, aunque la obligación era hacerlo siempre.
En otras palabras, el acercamiento del gobernador no es cuestionable, es plausible, es la confirmación de que se quieren hacer las cosas diferentes al menos desde la oficina de Cabeza de Vaca.
Y digo al menos, porque también hay personajes que en el gabinete y en otros poderes no han entendido que el estilo que la gente esperaba es el que le imprime el gobernador.
Vean el video en el que ayer aparece el diputado Joaquín Hernández Correa golpeando violentamente la mano de un bloguero muy famoso para intentar tirarle el teléfono con el que era grabado.
No sé el contexto del incidente, pero el que haya sido, muestra a un diputado panista actuando de manera violenta, intolerante y por lo mismo muy pero muy diferente al gobernador, que atiende no solo al pueblo sino a los medios de comunicación.
No le ayuda a Joaco para sus aspiraciones a la alcaldía de Madero, que se le vea molesto y violento.
Ha pasado con el secretario y otros ‘ayudantes’ del chavo Carlos Fernández que cobra como director del Instituto del Deporte, quienes responden furibundos a las críticas que se hacen del joven funcionario.
Pasa con funcionarios menores de los ayuntamientos y hasta con alcaldes que piensan que la victoria del 5 de junio pasado les convirtió en una especie de deidades a las que el pueblo debe rendir pleitesía y nadie pero nadie debe cuestionar.
A todos ellos hay que pedirles que volteen a ver cómo se mueve Cabeza de Vaca, su interacción con medios de comunicación y con ‘Juan Pueblo’.
A éstos habría que reiterarles lo que ya he dicho varias veces en este espacio: ganaron porque el candidato a gobernador los jaló al triunfo, de otra forma hoy estarían aún lamiendo las heridas del descalabro que sin la ayuda de Cabeza de Vaca hubieran sufrido.
No estaría de más pues, que desde lo más alto del poder estatal se les diera una terapia de ‘ubicatex’ a todos esos que se sienten más inalcanzables que el gobernador, por el bien de los creídos e incluso por el bien del régimen en el que este pueblo tiene fincadas muchas esperanzas.
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