7 diciembre, 2025

7 diciembre, 2025

Es momento

Sol General

En la visita del gobernador el pasado martes a la cancha del Estadio Tamaulipas, todas las miradas se pusieron sobre Francisco García Cabeza de Vaca, los flashazos, las cámaras y micrófonos apuntaron sobre él, las crónicas de los diversos medios se centraron en su presencia, las fotos del recuerdo con él al centro, pero en la noche alguien más fue la estrella, alguien robó el espectáculo y tampoco fueron los jugadores.

Por primera vez en la historia un mandatario estatal pisó las tribunas del mítico coloso de la colonia Unidad Nacional en el acto inédito de apoyar al equipo de las dos ciudades con la camiseta celeste puesta y sentarse como uno más en las butacas de sombra.

Pero bastó con que pasaran unos cuantos minutos y que el gobernador llegara a su lugar, después de una larga serie de fotos con los que se encontraba al paso y un camino atestado por reporteros, atendidos todos nosotros con toda la atención por el gobernador, para que esa estrella comenzara a brillar.

Sólo fue necesario que el conjunto celeste pisara el rectángulo verde para que el monstruo que se convirtió en la figura principal de la noche, se llevara el reconocimiento hasta del mismo gobernador: la afición.

Los seguidores de la Jaiba Brava son una afición dolida, maltratada y hasta incomprendida. Las actuales generaciones ni siquiera vivieron las épocas de gloria de su equipo y los más fieles veteranos que aún acuden a la grada, pueden dar cuenta de épocas pasadas donde el equipo celeste era siempre protagonista, siempre aguerrido, siempre aspirante al título. El bloque más grueso de actuales aficionados al Tampico-Madero son jóvenes que se enamoraron del maltrato, porque como decía mi abuela, “los golpes ingren”, esos puñetazos en la cara que recibieron en años pasados de tener un equipo un año si y el otro no, de repente estar en Segunda División a desaparecer del mapa, de un día aspirar a ascender al máximo circuito y al otro amanecer
sin tener a quien apoyar, dolieron y mucho.

Pero la fidelidad ahí está y el martes la demostraron, no por quedar bien, pues ellos son orgullosos como el que más, se demostraban a sí mismos que pueden sostener, al menos moral y anímicamente a un grupo de jugadores que defiendan con orgullo su estadio, sus colores, sus ciudades.

Por eso, el invitado especial, el gobernador del estado, volteaba asombrado a uno y otro lado de las tribunas cuando las porras se empezaban a organizar, cuando los cánticos se coreaban al parejo y lo llevaron a un grado de emoción que cantó los goles como uno más.

La sinergia que hoy logran Javier San Román, con Orlegi Deportes y el respaldo del Gobierno del Estado y el empuje de su afición, realmente resulta promisoria, parece que será una relación duradera, pues quien habla claro no deja dudas.

El semestre pasado la afición unida presionó tanto, al grado que tumbaron un presidente; la afición unida el martes alzó la mano para decirle al gobernador, “aquí estamos y si nos apoyas, te apoyamos”.

Y no, el futbol no es prioritario en ningún gobierno del mundo, pero lo que sí es prioritario es la unión en la búsqueda de objetivos, el trabajo en equipo, la confianza mutua y por supuesto, la reconstrucción del tejido social a través de la convivencia y el idealizar figuras que un equipo puede brindar.

¿Y en Victoria?, la afición tiene su forma de apoyar, igual es una afición sufrida y maltratada, tantos años aspirando a algo que nadie les ha podido cumplir y con una relación aún más abierta con el gobierno estatal, una relación de muchos años que necesita aceitarse y fortalecerse, relación que durará por obligación pero que igual tiene que ser sana y exitosa.

La afición de Correcaminos es fiel y noble, pero de igual forma tiene que exigir a jugadores y directivos, supervisar el sano manejo del equipo y de i gual forma apoyar, decir “aquí estoy… respétame y respóndeme”.

Podemos estar a la puerta del resurgimiento del mejor futbol en la historia de nuestro estado, se trata de que cada quien cumpla con su chamba: jugadores a morirse por su camiseta, afición a apoyar incondicionalmente y directivos a trabajar honradamente.

@luisdariovera

Facebook
Twitter
WhatsApp

DESTACADAS