Vine a Ciudad Victoria porque me dijeron que acá había muchas vacantes en el gobierno, que era una ciudad amable y algo así como un “rincón del paraíso”.
Pues fíjese que lo engañaron, pero sólo por curiosidad, puede decirme: ¿qué tipo de vacantes le interesa?.
“No, pues cualquiera donde halla poder, dinero y gente qué mandar”.
¿Y cuáles son sus méritos?
“Bueno, pues soy mitad coahuilense y mitad chilango, compré tres diplomas en las universidades “patito”, le hago a la política, a la cultura, al chisme y soy rápido y sincero para amafiarme. Me gustaría de inmediato un cargo público”.
No, eso es imposible, andan montones de aspirantes peleándose por los cargos, y está muy rudo ganarles la pelea.
¿Y no habrá algún cargo cultural?. “Yo podría ser el gran promotor de las artes del sexenio”.
No, eso es imposible, aquí hay enjambres y enjambres de promotores culturales. Si levanta usted cualquier piedra en la calle saltan como chapulines. Es la chamba más “nice” de estos tiempos.
“¿Entonces podría ser el escultor de moda?”.
Tampoco, aquí tenemos tres “escultores de moda” que han monopolizado toda la piedra y el bronce disponible.
“¿Y qué le parece si fuera yo el pintor del régimen?”.
No, menos; ese cargo se ha estado disputando brutalmente a mordiscos durante un año, y aún no hay vencedor.
“¿Y habrá lugar como historiador o cronista?”.
No, ni pensarlo. Aquí hay plagas y plagas de historiadores y cronistas. Ya vendimos todos los archivos históricos a la universidad de Austin. Además se enfrentará usted a Ascensión Maldonado, Paco Ramos, Charlie More y 200 más.
“¿Y si formara yo una mafia?”.
¡Uff!, aquí ya hay muchas. Tenemos la “banda nice del golf y la champaña helada”, la “pandilla del cemento y el asfalto”, la “UVA” o “Unión de Viejas Argüenderas” y el “jet set del sorgo y la naranja ombligona”.
“Bueno, y ¿si fuera yo enemigo de las mafias?”.
No, tampoco. Cada mafia tiene ya sus enemigos autorizados, y no se admiten expontáneos ni se expiden nuevas credenciales.
“¿Entonces qué queda en este pueblo por hacer?. ¿Qué no le hace falta aunque sea un loco o chiflado?”.
No, mi amigo; aquí locos y chiflados son los que más abundan. Hay muchos que lo son, y otros que se hacen. Además como todo pueblo que se respete, Ciudad Victoria tiene ya sus locos y chiflados oficiales, y nadie puede disputarles ese honroso lugar en el corazón de sus conciudadanos. ¡Entiéndalo, por favor, no hay vacantes!.