La jubilada griega Dimitra dice que nunca imaginó que su vida se reduciría a recibir alimentos donados: algo de arroz, dos bolsas de pasta, un paquete de garbanzos, algunos dátiles y un envase de leche para todo el mes.
A sus 73 años, Dimitra -que en otros tiempos ayudó ella misma a los más necesitados como repartidora de comida en la Cruz Roja- se encuentra entre el creciente número de griegos que a duras penas se las apañan para sobrevivir.
Tras siete años de rescates en los que han fluido hacia el país miles de millones de euros, la pobreza no se reduce, sino que crece como en ninguna otra parte de la Unión Europea.
Los fondos de rescate de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional salvaron a Grecia de la bancarrota, pero las políticas de austeridad y las reformas que los acreedores impusieron como condición han contribuido a convertir la recesión en una depresión.
Con información de El Financiero.