En estos momentos, ya es una noticia manoseada.
Al ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, el gobierno cubano le negó el ingreso a ese país –hasta ahora no conozco sus motivos reales– donde intentaba participar en un homenaje luctuoso al disidente Osvaldo Payá.
Es un hecho inédito, porque ni siquiera a Vicente Fox tras el incidente del “comes y te vas” con Fidel Castro, se le consideró en la isla un visitante indeseable.
¿Es esta negativa un hecho que lamentar, como lo manejó en un comunicado la Secretaría de Relaciones Exteriores?
Tal vez sí. Y tal vez no.
Sí, porque el ex dignatario no deja de ser –aunque nos pese a muchos– un connacional. Nos lastima como sociedad que una relación cordial entre los dos países se vea empañada por estas circunstancias. Hasta ahí.
En contraste, el “tal vez no” tiene muchas más aristas.
La imagen de Calderón Hinojosa no es precisamente la de la Madre Teresa. Sobre su cabeza pende un sinnúmero de acusaciones que lo mantienen en entredicho no sólo en México, donde carga la etiqueta de genocida, sino también en la comunidad internacional. A donde va, es señalado de manera trágica.
Para los cubanos, Calderón es un enemigo virtual. En auge todavía la era Castro, don Felipe destinaba alabanzas sin fin al activista Payá, quien seguramente las merecía por su lucha libertaria, pero que en boca del ex presidente mexicano sonaban más a intentos de congraciarse con la opinión pública que a manifestaciones sinceras.
La respuesta de Calderón al rechazo oficial isleño lo demuestra. Palabras más, palabras menos: “ojalá que la libertad reine un día en Cuba”, dijo en su reacción evidentemente y como siempre, normada por su temperamento intestinal y no racional. Ni el insensato de Chente Fox se atrevió a soltar públicamente una crítica de esa naturaleza.
Tal vez me gane una retahíla de denuestos, pero en mi opinión no vale la pena defender en forma diplomática a Felipe Calderón. Tiene tantas cuentas pendientes en nuestra patria, que el atorón que le propinó Cuba se percibe como una especie de pequeñita satisfacción, ante la impotencia de verlo tan campante en todo el mundo frente a los rostros y espíritus desgarrados de tantas madres, tantos padres, tantos hermanos y tantos hijos que “gracias” a él, siguen llorando a sus seres queridos…
Un diputado y las vegas
Como lo anticipó el diputado Humberto Rangel Vallejo, desde hace varios días, adelantándose al dictamen de los auditores, la cuenta pública del ayuntamiento de Tula en el ejercicio fiscal 2015, reventó. Y hasta con pilón, al rechazarse también el informe financiero de la COMAPA de ese municipio.
No tengo por qué dudar del profesionalismo de quienes revisaron ese gasto y su aplicación. Son expertos en la materia y de sólida reputación. No es esa la médula de esta decisión.
El pero en este caso es el “ventaneo” anticipado que llevó a cabo Rangel Vallejo, quien por su impericia política convirtió una acción profiláctica en una acción bajo sospecha. Ese es uno de los resultados del afán de atraer reflectores.
Me parece saludable que se aplique la ley y sobre todo la justicia, a quien violente el estado de derecho, incluidos los alcaldes, ex o actuales, pero ojalá que don Humberto no vuelva a anticipar los resultados de la Auditoría Superior del Estado, porque les resta validez. Los contamina, para decirlo de otra manera.
Si el diputado estuviera en Las Vegas, los apostadores ya le hubieran dado una lección por filtrar resultados y echar a perder las apuestas…
La frase de hoy
“En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento…”
Albert Einstein/Físico y matemático alemán
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