Desde que el PRI y sus antecesores el PNR y el PRM asumieron las riendas del gobierno de México en 1929 el sustento del triunfo electoral radicaba en la compra del sufragio de los ciudadanos más pobres y menos politizados del país, práctica que se ha agudizado a raíz de la apertura democrática y que ha permitido al priismo sobrevivir a la alternancia del poder.
La esperanza de los priistas de ganar elección del nuevo gobernador del Estado de México dependerá en gran medida de esa vieja e ilegal maniobra electoral.
Aunque también influirán en el resultado de los comicios del 4 de junio, además del efecto negativo Peña Nieto, factores como el que la entidad mexiquense es la quinta más endeudada del país y que el 46.6 por ciento de los habitantes vive en la pobreza, unos 8 millones, las más de 21 mil personas que han sido asesinadas en los últimos dos años a causa de la inseguridad, según cifras más recientes del INEGI.
Sin olvidar, por supuesto, la corrupción y la impunidad que son, a decir de los investigadores, las más elevadas de la República.
El temor de los estrategas del Revolucionario Institucional es que gran parte de los ciudadanos más pobres del Estado que han favorecido con el voto al partido durante décadas, ahora simpatizan igualmente con el Movimiento Regeneración Nacional, agrupación que, como el PRI, se ha erigido en abanderada de la pobreza y las necesidades populares, aunque también de la injusticia social y de las corruptelas que han caracterizado a los regímenes políticos del tricolor.
Si el sufragio pobre, el que se vende por necesidad por una despensa o 200 pesos, se divide entre el ex invencible el PRD y MORENA, el favorecido será Acción Nacional, aunque números muy elevados de la clase media y de los jóvenes que están decepcionados con los gobiernos panistas y priistas podrían ir a parar a la cuenta del partido político de Andrés Manuel López Obrador.
La virtual contendiente del PAN, Josefina Vázquez Mota, ha negado que sea el plan B del PRI, sin embargo, el hecho de que ni los priistas agredan al PAN ni estos al instituto que aún gobierna al país, fortalecen la idea de un supuesto arreglo político para favorecer la victoria del blanquiazul e impedir un eventual triunfo del partido del tabasqueño en la entidad, quien, como en otros procesos electorales, se ha convertido otra vez en el principal blanco de las críticas y de los embates de los representantes del ex partido oficial y de los de la organización de la derecha.
Causa extrañeza, por otra parte, que en la víspera del arranque de las precampañas y campañas electorales de la disputa de las gubernaturas del Edomex, Coahuila y Nayarit, cuando el máximo jerarca del PAN, Ricardo Anaya Cortés, igual que los homólogos de este en el PRD, Alejandra Barrales, y de MORENA, AMLO, no desaprovechan ocasión para fustigar a los adversarios y promover a sus candidatos, el priista Enrique Ochoa Reza no aparece por ningún lado o no lo suficiente, como requieren las circunstancias.
Se desconocen los motivos, pero la falta de liderazgo del ex Director de la CFE, su imposición desde los Pinos a pesar de que jamás ha desempeñado ningún cargo de elección popular ni directivo del partido político que encabeza, lo mismo que la falta de peso político y de que carece del perfil para llenar el vacío que dejó su antecesor en el cargo, Manlio Fabio Beltrones, han convertido al máximo jerarca priista en una figura mediocre e inadvertida.
Un jerarca, pues, que desde la óptica de los propios priistas no está a la altura de los momentos de adversidad política, económica y social, a los que se enfrenta el partido que dirige, que exigen a un elemento de arraigo, solvencia y estatura, que no parece tener el presidente del Comité Ejecutivo Nacional.
He ahí una de las razones por las que las oficinas priistas de Tampico, Madero y Altamira, como las de la mayoría de los municipios del Estado, se encuentran vacías a un año y tres meses de la elección del sucesor del presidente Enrique Peña Nieto.
¿Será únicamente por desánimo causado por la debacle electoral del 2016 y la insuficiencia de recursos económicos o, como muchos de los propios militantes piensan, es sólo parte de la estrategia adoptada por el alto mando nacional para entregar el gobierno al PAN y derrotar al Peje en el 2018?
A ciencia cierta no se sabe, pero para muchos esa sería una explicación razonable.
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