En ese coctel de palabras que la picaresca combina entre el PRI y el padre tiempo, las etiquetas se multiplican como si fueran insultos.
Ya le han dicho sexagenario, septuagenario, octogenario y (en un par de años) será nonagenario. La caricatura aflora instantánea.
La idea de un organismo bisabuelo se asocia con todos los males de la vejez individual, obsolescencia, decrepitud, caducidad, ocaso.
¿Tan malo es haber sobrevivido al paso del tiempo?…
La metáfora despectiva acaso muestre sus límites cuando llegue al centenario (poco usual en personas) y el término adquiera resonancia distinta, histórica acaso, como los aniversarios patrios. Como el tequila.
El PAN, por ejemplo, nacido en 1939, está por cumplir su 78 aniversario y nadie le reclama su condición septuagenaria.
El Partido Demócrata norteamericano fue fundado en 1828, tiene 189 años, mientras que su adversario, el Partido Republicano dataría de 1854, anda en los 162 y, mire usted, jamás han tenido problemas con la edad.
Coyunturas
Cotejando virtudes, el PRI cuenta a su favor el haber sobrevivido a la alternancia (el triunfo de VICENTE FOX en 2000) sin desaparecer, ni desgajarse, ni perder su identidad como le ocurrió a muchos partidos únicos de la Europa socialista tras sucumbir al oleaje democrático en las
últimas décadas del siglo 20.
Punto a favor también el que la docena panista (FOX, CALDERÓN) no le haya quitado al tricolor el que siga controlando la mayor cuota de gubernaturas (15 de 32, hoy en día) y el haber retornado a Los Pinos en 2012.
Debilidades, muchas también. Pese a todos los intentos democráticos (siempre pasajeros) el PRI sigue sin encontrar un sustituto al “dedazo” como método para elegir candidaturas a todos los cargos (alcaldes, legisladores, gobernadores, Presidente) y dirigencias en comités municipales, estatales y nacional.
A los primeros se les designa con criterio monárquico, la voz que baja del cielo. A los segundos como meros gerentes.
En días pasados este partido alguna vez llamado “aplanadora” celebró un aniversario más. Dicen que el 88, aunque necesario es recordar que el año fundacional de 1929 corresponde al Partido Nacional Revolucionario, el PNR de CALLES y PORTES GIL.
Mismo que daría origen al Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938, bajo el gobierno del general CÁRDENAS y después al Revolucionario
Institucional que hoy conocemos, en 1946, al iniciar la campaña de MIGUEL ALEMÁN.
Varían, pues, los cálculos, según el criterio elegido. Son 88 velitas del PNR, 79 del PRM y 71 del PRI.
La edad, pues, no debiera ser un problema sustantivo en partido alguno, aunque en el caso del tricolor ofrezca una pauta envidiable cada año para que cartonistas y humoristas se den vuelo.
Articulaciones
La norma en los procesos sucesorios registrados bajo gobiernos priístas es que el candidato presidencial sea delfín del mandatario en turno. El hijo amado en el cuál se complace.
El PAN tiene otra cultura. En 2006, FELIPE CALDERÓN conquistó la candidatura derrotando al delfín del presidente FOX, el gallo de Gobernación SANTIAGO CREEL.
En 2012, JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA alcanzó la nominación contra la voluntad del presidente CALDERÓN, quien apoyaba a su extitular de SHCP ERNESTO CORDERO.
Todo indica que esta forma de definir los procesos primarios se habrá de confirmar para la elección de 2018.
El PAN pinta para competencia abierta y votación interna entre MARGARITA ZAVALA, RICARDO ANAYA, RAFAEL MORENO VALLE y acaso alguien más.
En el PRI será anunciado un nombre (uno solo) y la maquinaria de legitimación (“cargada”, le llaman) hará el resto.
En cuanto a MORENA ya tiene candidato. No habrá dedazo ni destape ni auscultación ni competencia interna. Se nombró solo y ya anda en campaña.
BUZÓN: lopezarriaga21@gmail.com
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