Es una especie de “aire de familia”. Y bajo su influjo, una vieja historia conocida se recicla en Río Bravo.
Las bravatas, la soberbia y la obcecación que años atrás definieron como pesadilla la alcaldía del fallecido Juan Antonio Guajardo Anzaldúa en su intento estéril de medir fuerzas con el gobierno estatal, se repiten hoy para infortunio de esa ciudad, en la administración de su hermano Juan Diego.
Y las herramientas del ahora presidente municipal son las mismas: utilizar a la población como rehén en una serie de disputas “legitimadas” y maquilladas como lucha social, pero en la realidad emanadas de ambiciones personales.
La historia dejó una lección clara en ese municipio. Con Juan Antonio las pugnas y la confrontación para demostrar “quién manda”, sumieron a Río Bravo en un estancamiento del cual no ha logrado recuperarse. Hoy, su consanguíneo se empeña en retornar a esos tiempos de oscuridad.
El trofeo para Juan Diego Guajardo tiene nombre: Comisión Municipal de Agua Potable y Alcantarillado. Comapa por sus siglas.
Empeñado en destinar esa dependencia a ser “caja chica” de su administración Guajardo exhibe además de ese objetivo una abundante dosis de cinismo, al declarar que desconoce una deuda de la misma por 47 millones de pesos y al mismo tiempo acepta que está enterado de la misma, al negarse a instrumentar una negociación del crédito que permita manejar ese rezago sin afectar la operación de esa Comisión.
Debe ser difícil para la comunidad riobravense admitir, como sucedió hace poco más de dos décadas con Juan Antonio, que se equivocó y fue engañada en las urnas ahora con Juan Diego Guajardo.
Y hoy, 24 años después, se repite el mismo “aire de familia” mencionado que sufre esa laboriosa población: la falta de respeto hacia la institución del Gobierno del Estado y de su figura más representativa, el Gobernador.
No pocos fueron testigos presenciales de esa falta de cortesía, ahora hacia la figura del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, en la firma del Acuerdo para la Austeridad celebrado recientemente en Ciudad Victoria, que transmutó a Guajardo Anzaldúa –como es costumbre familiar– en un individuo cuya hostilidad alcanza los terrenos del ridículo, al negarse a firmar el convenio para mostrar una supuesta autonomía que en este caso sólo hace daño a Río Bravo.
Lejos está Guajardo de alcaldes que administran racionalmente su tiempo y recursos mediante la coordinación de esfuerzos con el gobierno estatal, como en los casos de Óscar Almaraz y Enrique Rivas en Victoria y Nuevo Laredo, respectivamente.
En el pecado, dice la voz popular, Guajardo lleva la penitencia. Con esa actitud se aleja de la sociedad riobravense y la acerca a instancias superiores en la capital del Estado para buscar soluciones a sus problemas…
Una dama en apuros
Casi todos vieron la polémica escena de Felipe Calderón –¿ebrio o aburrido? –en la rendición de protesta de Josefina Vázquez Mota como candidata panista a la gubernatura de Edomex., en donde se observa al ex presidente mentalmente ausente, para utilizar una definición cortés.
Fue tanto el escándalo en redes sociales que desató lo anterior, que casi nadie le prestó atención al acartonado discurso de la dama; gris, lleno de lugares comunes.
Tal vez por eso no he visto comentarios sobre el plagio cometido por Josefina en su muy entusiasta pero anodina perorata.
¿Plagio?… Sí. Y la víctima es un personaje tamaulipeco.
Para finalizar su arenga, Vázquez Mota invitó a los habitantes del Estado de México a esperar “el nuevo amanecer” de esa Entidad. Debe haber dado por lo menos tres brincos Manuel Cavazos Lerma, el ex gobernador de Tamaulipas, que polarizó la palabra “Nuevo”: “Nuevo Tamaulipas”, “Tiempo Nuevo”, “Rumbo Nuevo”… y por supuesto, “Nuevo Amanecer”.
Así que Doña Josefina no tuvo un buen día en su ungimiento. Un ex presidente aparentemente alcoholizado y un discurso sin médula que por si fuera poco,
fue elaborado hasta con frases robadas…
Twitter: @LABERINTOS_HOY