Hay una bonita canción que habla de la lluvia, bendita inspiración para poetas, convertida en un fantasma cuando arrasa con su furia. Déjeme usted recordar la voz de Franco, del grupo uruguayo Los Iracundos, (se los recomiendo), cuando dice “Y la lluvia caerá, luego vendrá el sereno…”
Pero hay otra que les sugiero que la cantaba el duo Pedro y Pablo, y en un pasaje se preguntan: “Dónde va la gente cuando llueve, siempre hay un lugar donde parar”…y así podríamos encontrar miles y miles de frases e ilustraciones.
Sin embargo, lo que hoy nos atañe es la lluvia en sí, la que en Matamoros, Victoria y Reynosa detuvo toda, o casi toda la actividad del fin de semana anterior, y que amenaza otra vez para mañana y el domingo. Ojalá que no.
Y el título cuestiona si quien gana y quien pierde cuando se para toda una jornada. El domingo en Matamoros, por ejemplo, al menos 20 mil deportistas se tuvieron que quedar en casa, sin cumplir con la rutina, a excepción de los más de 500 atletas que se dieron cita en el Parque Olímpico en la carrera del gas, porque ellos sí cumplieron con el recorrido de los cinco kilómetros. Lo demás se paralizó en su totalidad.
En la capital del estado pasó lo mismo y un número similar se maneja en la estadística. Entre ellos, que son los actores principales, hay que incluir a los dirigentes, delegados, árbitros y quienes se involucran en todo esto, que no necesariamente pueden estar haciendo deporte esos días.
Hablemos de los vendedores, los que marcan los campos y ponen las redes, los que cobran las entradas en algunas instalaciones privadas. Los proveedores de bebidas y comidas, los taxistas que de un tiempo a esta parte también conforman este movimiento, pues son solicitados para los traslados.
En fin, sin entrar en detalles se calcula que en Matamoros, por ejemplo, fueron entre cuatro millones y cinco millones de pesos los que no circularon por la lluvia.
Y los que perdieron fueron los árbitros que contemplan en su presupuesto un ingreso de al menos dos partidos sancionados, un promedio de 400 pesos (200 por juego).
Las tiendas en las que se expenden cervezas y refrescos que los fines de semana hacen la diferencia, pero no quiero arriesgar una cifra, sólo se que es mucho dinero.
Los jugadores que, por su talento, perciben un dinero a cambio por jugar, los músicos que también se suman por ahí para amenizar o sumarse a los festejos de algún equipo ganador y bondadoso. Y aunque no crea, los fotógrafos que todavía “siguen vivos” a pesar de las instantáneas de los teléfonos celulares con vídeos incluidos.
Diría que, en síntesis, perdemos todos, por culpa de la lluvia, aunque siga siendo la musa inspiradora de los románticos y muchas veces nos acompañe en un camino largo e infinito.
nuevocampo@yahoo.com.ar