El pasado fin de semana el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, hizo una declaración destinada a demeritar al dirigente nacional de MORENA, Andrés Manuel López Obrador, pero, como reza el dicho, parece que el tiro le salió por la culata, ya que la advertencia provocó el efecto contrario,
por lo menos en el sector magisterial del país.
Fue un acto de publicidad gratuita.
Entrevistado por un periódico de circulación nacional sobre lo que sucedería con la modificación constitucional en materia de enseñanza si el PRI no continuara gobernando a México el próximo sexenio, el titular de la SEP respondió que el cambio de gobierno que está a la vista pondría en riesgo la reforma
y el nuevo modelo educativo.
Y sin pensarlo bien agregó: si AMLO gana la presidencia de la República habría un regresión terrible en la materia.
Lo que parece que no midió bien el funcionario es que es tan fuerte el rechazo a la reforma aplicada al sistema educativo por el actual gobierno que atribuir al tabasqueño la posibilidad de echarla abajo en lugar de perjudicarlo le ha beneficiado pues quienes reprueban la nueva disposición legal, por las razones que sea, seguramente simpatizarán ahora con el Peje.
Nuño Mayer reconoció, por otra parte, que antes de la reforma, la rectoría de la enseñanza escolar se encontraba en manos de fuerzas ajenas al Estado, estaba en pésima condiciones y en el abandono total. Lo que no dijo es que fue el gobierno el que delegó esa función al Sindicato de Trabajadores de la Educación, a cuyos dirigentes permitía vender o heredar plazas, entre otras corruptelas, para tener del lado del PRI al profesorado.
Desde la óptica del responsable de la enseñanza oficial, gracias al cambio jurídico en diez años la educación mexicana podría cercarse a los estándares de calidad que actualmente tienen las naciones exitosas.
López Obrador, por su parte, no ha ocultado su desacuerdo con la reforma y ha adelantado que si MORENA gana la presidencia en el 2018 todas las reformas realizadas por el gobierno de Enrique Peña Nieto serán analizadas y que en el caso de la educativa, esta no se aplicará en todos aquellos Estados en los que eventualmente llegase a gobernar el Movimiento Regeneración Nacional.
Al igual que a Nuño Mayer, en el Estado de México los priistas han impuesto medidas que en lugar de favorecer el triunfo del candidato a la gubernatura, Alfredo del Mazo, benefician a los adversarios electorales del Revolucionario Institucional.
La suprema Corte de Justicia del Estado, por ejemplo, avaló la represión de las manifestaciones callejeras contenida en la Ley que regula el uso de la fuerza pública, a todas luces violatoria de los derechos humanos, que criminaliza las protestas.
Debido a que el ordenamiento legal, conocido como “Ley Atenco” por la legalización de los abusos policiacos, autoriza el empleo de la fuerza de las corporaciones de seguridad pública contra toda acción que considere amenazante, ha provocado malestar y rechazo contra el ex invencible que seguramente se reflejarán en las urnas el 4 de junio.
En temas locales, el que debe de estar contrariado es el Capitán Guillermo Parra Avello, destacado miembro activo del PAN del municipio de Madero.
La causa, que en su carácter de panista distinguido de aquella población fue invitado a que hablara de la unidad que priva en la filas de Acción Nacional de la urbe petrolera en el acto en el que rindió la protesta de la nueva dirigente María Esther Lozano Hernández, ya que él sabe mejor que nadie las fuertes pugnas y divisiones originadas por la renovación del comité directivo local de la agrupación.
Pero también porque, no obstante lo concurrido que resultó el evento, la mayoría de los asistentes no eran militantes del partido político. Si el elegido hubiese sido el ex regidor Francisco Castañeda Cruz o José Alfredo Jiménez, los aspirantes con más simpatizantes, la situación quizá sería otra.
A manera de colofón, la frase de la semana se la llevó Vicente Fox Quesada. “Ya estamos domesticando a la bestia”, declaró el ex presidente mexicano en alusión a los reveses que ha sufrido el mandatario estadunidense, Donald Trump, en los primeros dos meses de gobierno en los que ha comprobado que no es lo mismo tuitear ni tan fácil gobernar a Gringolandia como a sus empresas.
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