En los últimos meses, la evaluación del desempeño docente ha dado mucho de qué hablar y se ha hablado mucho también. Unas veces a favor, otras en contra, muchas veces de forma no fundamentada. Ha llegado incluso a debatirse entre necesidad o necedad del sistema económico y político imperante.
Contamos con un sustento sólido, el Artículo 3º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; en el que se expresa qué se entiende por calidad: “… el máximo logro de aprendizajes de los educandos”, que siendo así sabemos que el Estado no ha podido garantizarla. Los resultados del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), han mostrado el estancamiento de la educación durante los últimos 16 años; pero no solo éstos, las evaluaciones internas: Examen Nacional de Logro Académico en los Centros Educativos (ENLACE), Exámenes de la Calidad y el Logro Educativos (Excale) y el actual Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA), confirman lo anterior. Con estos resultados, ¿será necesario seguir pensando en provocar cambios?, o ha llegado la hora de actuar. Hacer lo mismo y esperar lo diferente es una falacia.
¿Deberemos seguir evaluando? Los sistemas naturales como el cuerpo humano, se autorregulan, es decir, poseen mecanismos intrínsecos que coadyuvan a su perfeccionamiento. La educación, por su naturaleza artificial no tiene forma de perfeccionarse si no se evalúa; pero, la evaluación, no tiene sentido por sí misma, no tiene razón de existir “per-se”; simplemente es un instrumento para la mejora.
Por otra parte, son los docentes agentes educativos, no los únicos, que ejercen una influencia decisiva en el logro de los estudiantes, son factores muy importantes al hablar de calidad de la educación, pero debemos recordar también que si solo se considera a los profesores como los responsables de la calidad, estaríamos tratando el concepto de forma muy restrictiva. Existen otros factores asociados con el logro: el nivel socioeconómico y cultural de la familia, el liderazgo del director, el clima escolar y áulico, la infraestructura escolar, los recursos tecnológicos y la conectividad, la
asesoría técnico-pedagógica, el acompañamiento de los supervisores y de los jefes de sector, además de la influencia del contexto social.
Algo estupendo es que contamos actualmente con marcos para la buena enseñanza, disponemos de estándares precisos para la formación, el desempeño y la evaluación: los Perfiles, Parámetros e Indicadores; sin embargo, hubiera sido deseable que primero se hubiera formado a los docentes, para después evaluarlos; la realidad y la urgencia de cambios se impusieron.
De cualquier modo, la evaluación es un hecho y habremos actuar para que vayamos obteniendo a la mayor cantidad de docentes evaluados, puesto que esperamos que la “idoneidad” se encuentre relacionada con el logro educativo; pero, podrían ser solo hipótesis si no pasa algo diferente dentro de los
salones. ¡Apoyamos la evaluación docente siempre que se les prepare para que las actuaciones que deseamos se manifiesten! Es responsabilidad nuestra
promover una formación pertinente y relevante, y hacia ello nos dirigiremos.
El replanteamiento de la evaluación para 2017 propuesto por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), una de las instituciones más serias de este país, ratifica con este proceso su compromiso con la mejora continua de las evaluaciones, proponiendo tres etapas:
1ª Presentación de un Informe de Responsabilidades Profesionales.
2ª Elaboración, Implementación e Integración de un reporte de resultados y entrega del Proyecto de Enseñanza.
3ª Presentación de un Examen de Conocimientos Pedagógicos y Curriculares o Disciplinares.
Todo lo que se está solicitando, es lo que hacemos los docentes; ahora, habrá que documentarlo muy bien. Además, se considera una etapa previa con un Programa para el Fortalecimiento y Actualización de Conocimientos Pedagógicos, Disciplinarios o Curriculares, con apoyos para el estudio, mediante la formación para la Elaboración y Desarrollo del Proyecto de Enseñanza (mediante la planeación de una secuencia didáctica o unidad temática) y manuales detallados.
En Tamaulipas, apoyaremos con una muestra documentada de buenas prácticas de Proyectos de Enseñanza, implementados por un equipo colaborativo que hemos conjuntado para tal efecto, con docentes en ejercicio. Si vamos a ayudar, tiene que ser basados en prácticas auténticas. Nada de teoría, ya los profesores están cansados de “ayudas” alejadas de la realidad y propuestas por agentes que desde hace años no han pisado un salón de clases. Ir a la práctica para provocar la reflexión, es una aspiración de estos tiempos.
Es la evaluación una necesidad, nunca será una necedad en un sistema tan complejo como la educación. Sin embargo, lo más importante es que piensa Usted.
*Doctor en Evaluación Educativa
Subsecretario de Educación Básica de Tamaulipas
julio.pimienta@tamaulipas.gob.mx