CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Ya no son las multitudes que aguantaban los fuertes rayos del Sol hace cuarenta años cuando José Luis Rodríguez era apenas un estudiante de derecho que decidió llevar su fe a la máxima expresión y encarnar a Jesucristo en su pasión, crucifixión y muerte.
Es mediodía del viernes santo en Ciudad Victoria y desde la basílica de Nuestra Señora del Refugio inicia la representación, en pleno kiosco de la Plaza Hidalgo juzgan al hijo de José y María quien se proclama rey de los judíos.
José Luis tiene cuarenta años más, pero la misma fe, o quizás más, seguramente es más pues no hay cansancio ni dolor que le haya impedido durante cuatro décadas estar aquí, venciendo las tentaciones de ir con su familia o amigos a las playas cercanas, “al cabo que vacaciones hay muchas”, dice ante los reporteros.
Traicionado por Judas Iscariote, uno de sus discípulos quien lo entregó en el Huerto de los Olivos, los soldados romanos lo llevarán exhibiendo por las calles de Victoria
Durante el trayecto, los centuriones no tienen compasión y le
azotan en la espalda con el cuero duro convertido en látigo; las decenas de familias victorenses que le acompañan lo miran enternecidos, compadeciendo su sufrimiento; en unos minutos más será crucificado.
Los agentes de tránsito abren paso ante unas semidesérticas calles de Victoria, al paso de la sangrienta escena salen los vecinos de la colonia Mainero a asomarse para ver el espectáculo que se representa una vez al año para recordar como el Hijo de Dios murió para perdón de nuestros pecados.
Pero el ánimo por acompañarle en su dolor hasta la cruz donde morirá para resucitar al tercer día ya no es el mismo, actualmente las representaciones de la Pasión de Cristo se propagan por la ciudad lo que hace que la grey católica que gusta de ser partícipe de este sacrificio se divide o pierde la emoción.
“Lo que perdemos credibilidad”, dice una creyente católica quien acompañada de su esposo y sus dos hijos, bajaron la escalinata del Santuario al escuchar en altoparlantes la lectura de las estaciones del viacrucis; para su sorpresa, el mismo Santuario estaba llevando a cabo otra representación al interior de este templo de forma simultánea.
A punto de subir la loma, Cristo cae por tercera vez y un soldado le ayuda con su cruz para por fin llegar al monte calvario.
Nada que ver con lo que José Luis vivió hace cuarenta años; hoy los fotógrafos de la prensa toman imágenes con su celular y hasta transmiten en vivo para que cientos de personas le “acompañen” en su dolor vía Facebook.
La mayoría de los asistentes son niños que recién conocen los pasajes de La Biblia, pero la gran mayoría guardan compostura y mantienen su mirada fija en los gestos de dolor del Cristo cuerudo y de María que llora desconsolada al ver a su hijo morir en la cruz de madera bajo los quemantes rayos del Sol de mediodía en Victoria.
Al llegar a la estación número 13 del viacrucis la representación termina y Cristo vuelve a ser José Luis, otra vez y durante los próximos 364 días, no sin antes reconocer que “ojalá todo se concentrara en una sola representación, porque si vemos que viene menos gente que antes”, pero afirma resignado, “aunque bueno, también lo importante es que si se hace este viacrucis en otras parroquias que la gente vaya, mientras la gente siga yendo está bien”.
Las cuatro décadas que completó ayer personificando a Jesucristo, es un logro que nadie ostenta en el mundo entero, mismo que quiere convertir en Récord Guiness, sólo que hay un impedimento que no le ha permitido registrar su nombre en ese libro: dinero.
“El récord ahí está, ese es de nosotros, nadie tiene más tiempo que yo haciendo esto, sólo que cuesta registrarlo y por el momento no hay dinero para eso, esperaremos mejores momentos para llevarlo a cabo”, y aunque empezó en 1977 a realizar está acción, por su mente no pasa dejar de hacerlo, “para mí es una forma de contribuir con mi religión, con la iglesia y mantener vigente la tradición”.