1.- A través de la leyenda y de la historia, la figura del consejero o asesor ha evolucionado con dificultad y bastante mala fama. Desde los tiempos remotos de la Grecia Antigua, se murmuró negativamente sobre los individuos que vendían consejos en el oráculo de Delfos. Eran auténticos vendedores de saliva, viento y mucho cuento.
2.- En la antigüedad el oficio de consejero tuvo mucho de mago, profeta, charlatán, brujo y chismoso. Cuando alguno exploraba las entrañas de un ave para aconsejar a un procónsul si debía entrar en batalla, asumía la posición de hechicero, vidente o adivino.
3.- En los más de 20 siglos transcurridos, el asesor jamás ha gozado de buena reputación porque se le considera la “eminencia gris” de todas las maldades, y el “poder tras el trono” que promueve fechorías y se esconde en la penumbra de un cargo. Son bichos raros que no sólo se mueven en la ignominia de la oscuridad y el anonimato. Con el mito de que “nomás” asesoran, cortan cabezas y esconden el sable y la cartera.
4.- De esta calaña fueron aquellos que sugirieron al divino Julio César que asistiera al senado romano para que Marco Bruto y sus secuaces le dieran chicharrón, así como los malignos que cobraban por aconsejarle a Nerón que incendiara Roma y a Calígula que nombrara senador vitalicio a su caballo.
5.- Entre asesores que se disputan el campeonato mundial de la perfidia destacan; obviamente, Nicolás Maquiavelo, el Cardenal Richelieu, el Cardenal Mazarino, José Fouché, y Carlos Mauricio Talleyrand, aunque no “cantan mal las rancheras” los que recomendaron a Napoleón, y a Adolfo Hitler que abrieran un segundo frente de guerra para que se los cargara la tristeza.
6.- En México, los asesores han sido siempre una calamidad colosal. Al ingenuo emperador Moctuzuma le hicieron creer en la leyenda de Quetzalcóatl, y por eso fue fácil para Hernán Cortés golear a los aztecas, y realizar la conquista en México. El siniestro rollo de los hombres blancos, barbados y a caballo que llegarían del norte, enviados por Quetzalcóatl, fue una medicina para el indígena chorrillento de Moctuzuma. Después le hicieron creer a Cuauhtémoc que era un águila de acero, y que los españoles le pellizcaban los dientes, y zas, que le queman las “patrullas” y soltó el moco junto con el tesoro.
7.- Al propio Benito Juárez le aconsejo mal Guillermo Prieto, pues cuando la muy potable y querendona princesa de Salm Salm lloraba a sus pies, rogándole por la vida del emperador Maximiliano, al Prieto se le ocurrió gritarle: “ahora o nunca señor Presidente, y mole que se acalambra don Benito y que da la orden de que se despacharan a Maximiliano, perdiendo así el indio, la ocasión de ligarse a la princesa austriaca por la que andaba relinchando como burro con hipo.
8.- Además, muchos asesores imitan a los gringos y trastocan su importante función para convertirse en todólogos, y lo mismo hacen de cabilderos, secretarios, ayudantes y cupidos, que de socios, cómplices, psiquiatras, guaruras y compañeros de faje, chupe, rebane y reventón.
9.- Si hoy circulara por ahí algún asesor serio y responsable aconsejaría que el mando burocrático fuera vertical, unitario y directo, que con los delincuentes tratara un funcionario que apestara de valiente, y que no hubiera parches mal pegados en el gobierno y tampoco confusiones absurdas.
10.- Los capaces a mandar, los tarados a estorbar, los cretinos y los recomendados a cobrar, los malvados a intrigar y practicar el “fuego amigo y la mano negra”, y los parientes a los negocios, los viajes y a la buena vidorria que la fortuna les depara.
11.- En nuestra realidad política nada cambia. Los asesores son malvados pero incompetentes. Las pasadas elecciones del 5 de junio que ganaron con la compra millonaria de votos; que los asesores planearon desde sus “Cuartos de Guerra”, y que ya presumen ente los medios de difusión.