¿Quién no ha dejado para el día de mañana alguna tarea poco apetecible alguna vez? ya sea a la hora de ir al dentista, cambiar una bombilla, hacer la declaración de la renta o ir al gimnasio todos hemos postergado actividades que nos fastidian.
Paralelamente, surgen pensamientos como “mañana es el día adecuado” o “es que tengo que prepararme mentalmente”… de esta forma, nos sentimos mejor. Algunas personas posponen las cosas esporádicamente, en otras, en cambio, postergar es una costumbre. La conducta de estas segundas es lo que conocemos como procrastinación, es decir, el hábito de retrasar actividades que no satisfacen una necesidad inmediata.
entendemos como una pereza excesiva, aunque los psicólogos prefieren referirse a ella como a un trastorno del comportamiento propiciado por una falta de autoestima. En su favor, los expertos argumentan que en la antigüedad otras enfermedades como la fatiga crónica o la depresión también fueron atribuidas a la pereza. La procrastinación también ha sido definido como un síntoma del trastorno TDAH.
Este trastorno ha sido caracterizado como tal muy recientemente y a pesar de que existen algunas propuestas de tratamiento (terapia cognitivo-conductual sobre todo), todavía es necesario realizar mucho trabajo de investigación.
Según los psicólogos quienes procrastinan relacionan la acción o tarea pendiente con el cambio, el dolor o la incomodidad, ya sea psicológica (ansiedad o frustración), física (esfuerzo físico) o intelectual (esfuerzo mental).
Así la acción que se pospone puede ser percibida como abrumadora, desafiante, inquietante, peligrosa, difícil, tediosa o aburrida. El hecho de que dicha obligación permanezca pendiente genera ansiedad y sentimientos de culpabilidad, de modo que se recurre a la autojustificación. ¿Cómo? Generalmente se pospone a un futuro idealizado. En ese futuro “nos vendrá mejor hacerlo”, “estaremos más preparados”, “tendremos más tiempo”…
La costumbre de posponer puede generar, además, dependencia a elementos externos, tales como navegar en Internet, salir de compras, comer compulsivamente o trabajar en exceso. Estos elementos, en el fondo, son un modo de evadir alguna responsabilidad, acción o decisión.
Con información de No Sabes Nada.