16 diciembre, 2025

16 diciembre, 2025

En la Bethel moja igual la lluvia que la pobreza


Familias de escasos recursos que viven en la sierra sortean los aguaceros que causan inundaciones y abundantes goteras en sus humildes casas de cartón, hule y láminas

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Las noches de lluvia pueden ser refrescantes para la mayoría de los victorenses, pero para los habitantes de las colonias al sur poniente de la ciudad son un verdadero calvario.

Para la señora Claudia Cárdenas, habitante de la colonia Bethel, esas noches de lluvia transcurren en un ir y venir, entre buscar poner a salvo a sus hijos de las goteras que se filtran por el techo de lámina del cuarto, y al mismo tiempo tratar de evitar que los pocos muebles que le quedan no se le mojen con el agua que inunda la habitación.

Ella como decenas de vecinos de la colonia Bethel, temen que la lluvia los sorprenda al caer la noche porque saben que será una jornada larga en la que seguramente no podrán descansar.

“Todo se me moja, ya no sé con qué tapar, los colchones siempre se me mojan, tengo tres niños, uno con asma bronquial, no lo puedo exponer al agua, cuando llueve los tengo que levantar para parar los colchones y mover los muebles a la mitad del cuarto, ahí no cae agua y ahí se quedan hasta que pasa la tormenta”, platicó la señora Cárdenas.

Durante la tormenta, Claudia no para un solo instante, primero se encarga de proteger a sus hijos de las goteras, los despierta y los deja en medio del cuarto “aquí no cae agua, todos nos quedamos en este punto”, junto a los pequeños mueve los dos roperos con los que aún cuenta, en los que las lluvias no han causado estragos.

Después debe salir al patio, con el riesgo de caer en el que pareciera un río de agua que baja por las brechas, para abrir los cuatro contenedores que tiene y juntar agua de lluvia para la limpieza del hogar e higiene personal.

“Si llueve fuerte todo se moja, por eso subimos la cama y los roperos a los tabiques, así por lo menos no se mojan tanto y las láminas las amarramos porque luego se nos volaban y ya no las encontrábamos”, comentó Claudia, a quien sus vecinos conocen por tener la casa más afectada por las lluvias.

Y es que, además de la falta de servicios básicos como luz y agua, cuando llueve en este sector de la ciudad, las pipas no llegan a todas las casas, Claudia se ha quedado hasta un mes sin el vital líquido y se abastece con el agua de la lluvia.

“Agua tengo porque agarro de la lluvia, no nos llega para acá porque las pipas no suben, esta semana me llenaron, pero ya tenía un mes sin que me llegara, con esa agua lavo y hago lo que puedo”, mencionó.

Aunque Claudia ha recurrido a las autoridades correspondientes para solicitar apoyo, la ayuda no llega, sin embargo agradece la atención médica que ha recibido el menor de sus hijos.

“Tiene un problemita de salud y cuando cambia mucho la temperatura no lo puedo exponer a que me le caiga ni una gotita. Él me nació con un teratoma, es un
tumor en su pancita, me lo vieron en el Hospital Infantil, ahorita ya lleva cinco cirugías, va cumplir cinco añitos el jueves, ya gracias a Dios cinco años, ya está dado de alta, sólo tiene asma bronquial, por eso lo cuido de los cambios extremos de temperatura”, explicó.

Pese a que los vecinos de la colonia Bethel reconocen que viven en terrenos irregulares, buscan el apoyo del gobierno para contar con los servicios básicos.

Así lo externó Beatriz Atilano Ponce, quien a diferencia de Claudia, sus hijos ya son adultos y tiene puesta su esperanza en el menor de la familia, que con todo y las condiciones precarias en las que ha crecido, estudia en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) una ingeniería.

“Toda la cocina se me moja y una vez que cayó granizo me agujero las láminas, le puse lonas pero con el calor se me dañaron, por eso queremos terminar este cuartito, tenemos así dos años y no hemos podido avanzar porque con la universidad de este niño pues no se puede”, detalló la señora Beti, quien consiente de que habita un terreno irregular desde hace ocho años, vive con la zozobra de que un día los puedan desalojar.

“No nos alcanza para más, pero gracias a Dios como quiera no nos quejamos, como quiera tenemos un techito, aunque también corriendo el riesgo de que nos corran”, externó.

La escasez de agua potable, las constantes inundaciones en el sector y la falta de energía eléctrica, provoca que enfermedades como dengue o zika se propaguen en la colonia, siendo los niños y adultos mayores los más vulnerables.

Tal es el caso de Rosa Elena Ramírez, quien es madre soltera de dos niños, que ya han diagnosticado con dengue.

“A mi niña me le dio hace poquito lo del dengue y pues gracias a Dios no pasó a mayores, fue así muy sencillo, pero pues mire, hay muchos lugares solos porque se desesperan, vienen y así con la situación de que no hay luz, mejor se van y dejan abandonado su terrenito, exponen a que con los mosquitos se propaguen enfermedades”, comentó la señora Rosa.

Preocupada por la salud de sus dos hijos pequeños y uno que está por nacer, ella misma se encarga de abatizar el agua para limpieza del hogar e higiene personal. A su casa sí llegan la pipas para repartir agua potable una vez por semana.

“El agua nos llega mediante la pipa, viene una vez a la semana y vienen los del Centro de Salud a abatizar cada seis meses, cuando vienen dejan el puñote de abate y nosotros le vamos echando las bolsitas al agua”, explicó.

Sin embargo, Rosa sabe que en temporada de huracanes debe estar preparada para salir corriendo de su casa con sus dos hijos y refugiarse con algún familiar hasta que pase la tormenta.

“Imagínese cuando llegan las lluvias con los huracanes, hay casas a las que se les desprenden todos los techos y luego andan buscando las láminas por las calles, pero si se pone muy feo, mejor dejamos la casa, agarramos a los niños y nos vamos para protegerlos, yo me voy con una hermana y así cada quien corre para donde puede”, platicó.

Así es como viven en la colonia Bethel, con una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad, pero con el desaliento del presente y la esperanza de un futuro mejor, con el que esperan que llegue la ayuda necesaria para tener una vida digna.

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