Lección política, lección de vida: Es una historia que se tejió y se registró en el proceso de designación de candidatos del PRI a diputados federales en la elección intermedia de 2009.
El gobernador de Tamaulipas era Eugenio Hernández Flores, en su quinto año de gestión, periodo decisivo rumbo a la sucesión. Suyo era el trono, suyo era el poder, suyo era ‘el dedazo’.
Siete de los ocho aspirantes a las diputaciones federales ya estaban seleccionados, entre ellos, Rodolfo Torre Cantú, por el Quinto Distrito, con cabecera en Ciudad Victoria; Javier Gil Ortiz, por el Séptimo, por el área distrital que comprendía Altamira, Madero y Aldama; y Baltazar Hinojosa Ochoa, por Matamoros.
Sólo faltaba un distrito por resolver: el Octavo, con sede en Tampico, la siempre compleja ciudad de las jaibas.
Un tampiqueño tenía muchas ganas de ser el candidato a diputado federal: Fernando Azcárraga López. Sin embargo, el gobernador Eugenio Hernández Flores no lo iba a designar. No lo soportaba. El dos veces alcalde porteño estaba vetado.
Otra opción era Paloma Guillén Vicente, enviada, desde entonces, por el CEN tricolor, pero… tampoco contaba con la plena aprobación del entonces mandatario estatal. Los desencuentros en la sucesión de 2004 reaparecían con ‘el geñismo’ al mando.
Unos días antes de la presentación oficial de los candidatos priistas, Ricardo Gamundi Rosas, por esos días dirigente estatal del PRI, se reunió con Miguel Manzur Nader.
En el clímax de su trayectoria política, presidente del partido y líder del Congreso del Estado, ‘El Negro’ fue directo con su amigo, su ahijado, su protegido: ‘El gobernador quiere que tú seas el candidato a diputado federal’.
Miguel Manzur no se lo esperaba. Su cara, su reacción fue de sorpresa. Tartamudeo. ‘El shock’ lo dejó, en primera instancia, sin palabras. La buena noticia era más que eso: Era una orden, era una instrucción, era el deseo del señor gobernador.
‘Contigo ganamos fácil, Miguel’, afirmó ‘El Negro’. La otra alternativa era Pepe Rábago, pero con el contador se ponía en riesgo el triunfo priista en tierras jaibas, según los sondeos.
La respuesta de Miguel Manzur Nader fue igual de sorpresiva que ‘la buena nueva’ proveniente desde la cima del poder tamaulipeco: ‘Ricardo, no puedo… no puedo ser candidato a diputado federal’.
Ahora, la cara de ‘no puedo creerlo’ era de Gamundi Rosas. ¿Quién, en el priismo o en cualquier partido, se puede negar a ser candidato a diputado federal?
Pues sí, el que no quería era su ‘ahijado’ político, su discípulo consentido en el Poder Legislativo, el joven empresario tampiqueño, integrante de una de las familias más reconocidas y estimadas de la comunidad libanesa.
‘¿Cómo que no puedes? Miguel, es una orden. Te lo pide el gobernador’, preguntó, afirmó y planteó ‘de corrido’ Ricardo Gamundi con ese tono de aquél que lanza el tradicional ‘no sabes lo que haces’.
Pero Miguel Manzur sí sabía lo que hacía o, al menos, tenía un motivo de fondo para expresar y mantener su negativa: Había dado su palabra a Fernando Azcárraga López de que lo ayudaría a ser diputado federal en aquél año, 2009.
Era un acuerdo político que tenía origen dos años atrás, cuando Fernando Azcárraga impulsó la candidatura del joven empresario a la diputación local por la zona norte de Tampico en una inusual alianza con el grupo de Alvaro Garza Cantú.
Es decir, ‘el tampiqueño con ganas’ apoyaría al comerciante y restaurantero para ser diputado local y, posteriormente, éste le daría la mano al dos veces alcalde en alcanzar la diputación federal.
Un día antes de la decisión final, Eugenio Hernández Flores le llamó directamente a Miguel Manzur.
‘Te quiero ver aquí mañana Miguel’, expresó el entonces gobernador del estado. El diputado local nunca le dijo ‘no’ de manera directa al mandatario estatal. ‘Sí, ahí estaré’, comentó el legislador.
Pero… Miguel Manzur no fue, no se presentó, nunca llegó a la cita con su destino político. Prefirió respetar y cumplir su palabra, optó por respetar el acuerdo que tenía con Fernando Azcárraga. Esa fue su decisión.
Un día después, José Francisco Rábago Castillo fue designado candidato del PRI a la diputación federal por el Octavo Distrito. Y tal como lo pronosticaban las encuestas serias, ganó a duras penas.
Y PARA CERRAR:
Confirmado: Sergio Villarreal Brictson será el relevo de Sergio Guajardo Maldonado en la delegación federal de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).
Tal como lo adelantó EL KIOSKO, el acto se realizará el próximo martes, en Ciudad Victoria, con la presencia del coordinador general de delegaciones federales de la Sedatu, Marcos Ibarra Infante.




