Sin un jefe político estatal, porque la alternancia los dejó sin esa figura, diezmado por el fracaso electoral y por los problemas judiciales que enfrentan algunos de sus militantes más destacados, el priismo votó ayer y decidió que Sergio Guajardo Maldonado, miembro de una vieja dinastía política, sea su próximo líder estatal, relegando las aspiraciones de Óscar Luebbert Gutiérrez, un veterano político que con esta derrota suma un eslabón más a su cadena de fracasos recurrentes en la vida pública tamaulipeca.
La jornada tricolor da pie para formular diversas conclusiones:
-El desaseo y la facilidad con que se cambian principios por una lanita, sigue distinguiendo la praxis política de este viejo partido que en ratos parece extinguirse y en ratos resucitar, impulsado siempre por la obsesión de regresar a las cúpulas del poder y a los privilegios del presupuesto.
-La pobreza de cuadros políticos en Tamaulipas, la ausencia de nuevos liderazgos queda en claro con la notable influencia que en este proceso tuvieron personajes tan desprestigiados como los últimos gobernadores priistas que nuevamente manipularon un proceso sucesorio que deja más dividido que nunca y tal vez en picada al priismo en Tamaulipas.
-Apenas acababa de ser electo el nuevo líder y con cara desencajada la fracción perdedora se sumó a regañadientes al llamado de la unidad, aunque al mismo tiempo empezaron a circular las versiones de una nueva desbandada, más numerosa que la huida reciente de priistas a las filas de Morena. Veremos si Luebbert si se atreve o simplemente supera el amargo trago de la derrota.
-Guajardo, tal vez sin adivinarlo todavía es una figura meramente instrumental de la que se sirvieron las diferentes facciones de priistas que solamente coincidieron esta vez en función de un interés común: las candidaturas que estarán en juego en 2018. Esperemos al borde del sillón para ver cómo termina esta disputa, una vez que se asienten los ánimos y despunten las ambiciones.
-Luebbert aparentemente termina su triste historia de fracasos recurrentes. Dos veces intentó ser gobernador y las mismas que resultaron infructuosas; fue el estratega político de Baltazar Hinojosa cuando fue candidato a la gubernatura y terminó como corresponsable del fracaso político más estrepitoso que haya sufrido el priismo en Tamaulipas. El reynosense era un estorbo para los factores reales de poder por sus enemistades políticas.
-¿Qué va a ser del PRI? Las capacidades de Guajardo son aún desconocidas. Habrá que ver si tiene las agallas y la estatura suficiente para desempeñar de una manera decorosa su papel de dirigente, en circunstancias adversas por la omnipresencia de un panismo que no ha batallado mucho para ir afianzando el control político de Tamaulipas.
-Para el anecdotario queda la pasarela política de ayer. La gerontocracia en su momento estelar: políticos cincuentones y sexagenarios predominaron en un escenario donde más allá de ejercer su voto no tienen mayores posibilidades porque el reloj biológico los alcanzó y arrastran una carga de negativos que no ayudan para lograr cosas buenas en su futuro.
-Como conclusión habría que analizar más a fondo qué está pasando en Tamaulipas como para que un partido que gobernó por más de 83 años no haya asimilado tantas experiencias afortunadas y desafortunadas ni aprendido de las últimas lecciones que recibió de los electores tamaulipecos cuando le expresaron su descontento en las urnas de una manera abrumadora y le abrieron la puerta a la alternancia.
-Guajardo tiene poco tiempo para demostrar sus habilidades. El próximo mes se pone en marcha un proceso electoral con un PRI que sin presupuesto alguno a su alcance y sin contrapesos, tendrá que participar en una elección supercompetida en la que se votará por un nuevo presidente de la república y por la renovación del Senado, la Cámara de Diputados y los 43 ayuntamientos del Estado. Un verdadero mazacote electoral en un estado donde el humor social todavía le resulta desfavorable al priismo.
Es un paquete inmenso el que tiene en sus manos. Un priista desesperanzado comentaba ayer que lo menos que se puede esperar de Guajardo es que su actuación en el liderazgo priista supere el limitado desempeño que tuvo como dirigente de la Liga de Comunidades Agrarias y como delegado de Sedatu, donde dejó una serie de pendientes que podrían devenir en escándalos.
Colofón: habría que decir que la vieja disciplina a rajatabla que distingue al PRI permanece intacta si nos atenemos a los efusivos abrazos y a la carga de discursos y palabras empalagosas dirigidas a su nuevo líder, que apenas unos días atrás era acusado de ser una dócil marioneta del pasado reciente por los mismos que ayer se derretían felicitándolo.
Hasta Manuel Cavazos Lerma y Baltazar Hinojosa, que fueron los principales patrocinadores de Luebbert se convirtieron ayer mismo en entusiastas simpatizantes de Guajardo.
Habría que imaginar a dos personajes más que desde sus refugios en San Pedro Garza García y en Cancún, sonrieron cuando les hicieron llegar el parte de novedades que consignaba el triunfo del ex delegado de SEDATU.
Cada uno a su modo tiene motivos para celebrar como seguramente lo hicieron anoche.
La nomenclatura, es la nomenclatura.
Por lo demás, y tal vez lo más importante, es que la llegada de Guajardo al liderazgo salva al PRI de entrar en una etapa de turbulencias políticas como la que hubiera propiciado severamente la llegada de Luebbert con todas las broncas que hubiera desatado.
Negocitos del poder
Entre ese selecto grupo de tamaulipecos que radican en Cancún pero sus negocios los tienen en Tamaulipas, existe una familia de tintoreros vinculados a una familia de ascendencia sirio libanesa que ha dado mucho de qué hablar en los últimos meses.
El prominente empresario posee en su haber una cadena de tintorerías que bien lo pueden defender de cualquier acusación por el éxito que su negocio ha tenido por años.
Pero como buena familia victorense, las ambiciones son mayores a sus ganancias y con tal de mantener un estilo de vida del bon vivant en las paradisiacas playas de Quintana Roo, se involucró al igual que sus parientes políticos en negocios concertados a la sombra del poder.
Su nombre se suma al de personajes como «El Chicken» Higuera o al del ex director de pagos Jorge Contreras Chío, hábiles para la corrupción que en cualquier momento enfrentarán el escrutinio público.
El hombre de apellido de ascendencia española facturó cantidades importantes por casi todo el sexenio anterior por concepto de servicios de lavandería para el Hospital General y el Hospital Civil.
Ambos nosocomios a la fecha sufren las secuelas del mal servicio que recibieron de parte de quienes en cambio sí llevaron a cabo un jugoso negocio.
Los líos de Morena
El fin de la «Operación Monreal»
Aliado de mucho, blanco favorito de otros, el jefe de la delegación Cuauhtémoc en la ahora CDMX, Ricardo Monreal, figuraba como un político en plenitud de poder.
Su nivel de gestión entre aliados y adversarios y su actuar combativo a favor de su jefe político Andrés Manuel López Obrador le daban casi de trámite la candidatura por Morena para Jefe de Gobierno de la capital del país.
Figuras del pasado lejano del más reciente frotaban sus manos al saber que el brazo izquierdo del Peje les abriría camino de llegar a la presidencia en 2018 para hacer negocios o al menos para no ser una víctima más de la cacería de brujas anti corrupción que emprendería el tabasqueño en contra de la «Mafia en el poder».
Pero el desgaste sufrido en la pasada elección en Edomex como operador, al punto de ser detenido en la suite de un hotel en Naucalpan, diezmó su ambición por obtener una candidatura que sería para Morena una llegada al poder de mero trámite.
Fue también esa mano derecha que esconde tan bien AMLO pero que aún usa la que impuso la voluntad y revive a un grupo que se consideraba extinto: el de Marcelo Ebrard.
La decisión salomónica de lanzar a la delegada de Tlalpan, Claudia Sheinbaum como la abanderada de Morena muestra dos claras señales: que en Morena hay un relevo generacional y que las decisiones de partido caen en el apellido López.
Por lo pronto el panorama se complica para los priistas que aseguraban tener mediadores ante el posible quiebre entre Monreal y El Peje.
Aunque el zacatecano ya tiene listo su puesto en el Senado.
Los PRImorenistas tienen la moneda en el aire.
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