8 diciembre, 2025

8 diciembre, 2025

Cuadrante político

El PRI ha muerto

Cuadrante Político

Del ruedo priísta que se vivió en la faena de Lasalle, salieron dos figuras políticas, para el arrastre: por un lado, el  perdedor Óscar Luebbert, aplastado electoralmente por la maquinaria. Y el supuesto ganador Checo Guajardo, triunfador de la contienda  formal, pero seriamente lastimado por la derrota moral de las acusaciones y de las suspicacias de su imposición avalada por millones de pesos, mismas que permearon todo el proceso.

El CEN del PRI, de Enrique Ochoa Reza, representado por José Murat, simplemente se hizo a un lado, y permitió que la elección del nuevo presidente estatal, se hiciera al estilo tamaulipeco. Queda para la posteridad, la sospecha de un posible mega soborno, en el escritorio del señor de los taxis. O una buena propina para el Delegado oaxaqueño.

Al final, en algunos portales, todos pudimos ver a un Luebbert totalmente sometido, deshilachado, y reducido a su mínima expresión política, que ya no era ni la sombra del que había estado twiteando su optimismo en la víspera, y formulando denuncias. OL aceptó su derrota, y con ello, me parece que se cierra un capítulo completo de la lucha entre Baltazar Hinojosa y el cabecismo, y que tuvo su primer round, en el 2016.

El algoritmo de Julio César y Napoleón, divide y vencerás, no requirió ser utilizado a fondo pues en realidad, el PRI ya se encontraba resquebrajado, convertido en añicos facciosos. Los del centro contra los del norte; los del sur sueltos y sin brújula. Realmente, la unidad solo apareció en el discurso, porque en los hechos, como periodistas y ciudadanos asistimos el sábado a la culminación de una carnicería orientada a cerrarle el paso a quienes habían perdido  hace un año.

Un mediodía atípico, de sombras tenues que avanzaban hacia el campus Lasalle, marcó la agenda de la lucha interna, por el poder en el PRI de Tamaulipas.

Por un lado, los acosados, los proscritos del verbo mediático, incinerados en la hoguera del feroz revanchismo, comandados por Óscar Luebbert y en la llanura de enfrente, un ejército de consejeros, bien desayunados y bien cenados, alineados con Sergio Guajardo Maldonado. Era obvio donde estaban los apapachos, y en que sentido avanzaba la gran maquinaria del poder.

Finalmente, la arrolladora lógica se impuso, y empezaron a generarse los primeros datos: Checo Guajardo empezaba a convertirse, en el nuevo dueño de la caja de galletas.

Cae la noche del sábado: a mis espaldas se escucha una música grupera, extendiéndose en ondas sobre los techos oscuros de la otredad urbana, multiplicada en pequeños mundos domésticos, donde la estridencia termina por devorar el silencio. Finalmente, la cotidianidad sigue su curso. Y la ciudad se escurre como un mar de azoteas opacas, bajo el reloj caluroso  de agosto.

No tiene caso ya, hablar de la política partidista en Tamaulipas, pues dicha actividad, se ha centralizado demasiado, y se ha perdido el añejo sabor de otros ayeres, cuando panistas y priístas debatían ideológicamente, y había un respeto por el bagaje cultural de los adversarios. Hoy, todo eso se ha acabado. Y en su lugar florece, una extraña monarquía del pragmatismo, diluyente del pudor y de los principios.

El zoon polítikón aristotélico,  ha evolucionado hacia una criatura hibrida, mitad cucaracha y mitad tarántula, con un poder mutante y genético, capaz de aplastar cualquier expresión de  democracia ingenua y deliberante. Los claustros del debate y del pensamiento libre, han sido suprimidos, para fundar en su lugar, panaderías y pastelerías, amasadas con una visión gerencial en torno a los rentables negocios políticos del 2018.

El sábado sigue su curso: en las pantallas de los televisores caseros, el futbol araña el alma, con sus escapes existenciales y la catarsis del gol. Apenas hay espacio, para asomarse a otras opciones, entre ellas, un documental en la cadena de los Discoverys  que habla sobre los eunucos: tema interesante, sobre todo por estos días, cuando la política, nos trae con gran fuerza, esas reminiscencias de la Edad Media. El reloj sabatino avanza hacia al centro de
la noche, donde el día pugna por nacer, acurrucado en su placenta de oscuridad.

Atrás van quedando los restos de la lucha por el poder. Es ya la mañana del domingo, y un barrendero del campus Lasalle, empieza a recoger la basura generada por la elección del PRI: colillas de cigarro,  bolsas de rancheritos, vasos de raspa, y junto con ellas, las cáscaras del silencio y de la abyección.

El PRI ha muerto.

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