La del sábado fue, quieran o no, una renovación en el PRI de Tamaulipas, porque más allá del resultado que dio en Sergio Guajardo Maldonado un nuevo dirigente (líder es otra cosa), la votación dejó en claro el peso que los que se decían ‘picudos’, ‘pesados’ e ‘influencers’ en ese partido tienen en realidad; algunos charalitos.
Así es mis queridos boes, Óscar Luebbert no perdió solo; obviamente él es el rostro de la derrota, pero en el fracaso, la caída, el ridículo político van aquellos que se decían y creían los grandes operadores, los grandes líderes, por los cargos que habían ostentado, por los apellidos de la aristocracia política estatal o por sus relaciones con el centro.
En la bola de la derrota se apuntan al menos dos ex gobernadores: Manuel Cavazos Lerma y Eugenio Hernández Flores, más el primero que el segundo, pero ambos mordieron el polvo porque ni los que antes fueron sus ‘sirvientes’ en el gobierno mantuvieron la línea en favor de Luebbert por el que operaron.
Agreguen a los Cárdenas, encabezados por Enrique Cárdenas del Avellano, pero con el resto de la parentela y el equipo ‘ganador’ que le acompaña desde hace muchas campañas.
Con la cola entre las patas, derrotados otra vez, personajes que cobran millones y millones, que se dicen expertos en la operación política, Antonio ‘Toño’ Martínez Torres y Bladimir ‘mala suerte’ Martínez.
Y engrosaron la lista de perdedores los Silva Santos de Matamoros y buena parte del grupo político de esa parcela, pero además el infumable Diego Guajardo de Río Bravo y en general el grupo de ex alcaldes de la frontera desde Nuevo Laredo representado por Ramón Garza Barrios hasta los paisanos de Luebbert.
Mención especial, claro, al nuevo grupo compacto de Reynosa, aquellos que en el pasado muy reciente se han dado de zancadillas y cachetadas, pero que
hicieron causa común con Luebbert y que el sábado salieron con la cola entre las patas del auditorio de la Universidad de La Salle en Victoria.
Me refiero a Everardo Villarreal, Ernesto ‘Neto’ Robinson, Amelia Vitales, Benito Sáenz, entre muchos otros que ya se frotaban las manos por lo que significa el control del PRI.
No, no se me olvido Baltazar Hinojosa Ochoa, quien vuelve a morder el polvo, el año pasado ante el ahora gobernador Francisco García Cabeza de Vaca y ahora ante el bloque que propuso a Sergio Guajardo.
Hay más por supuesto, pero digamos que los dignos de mencionarse, porque por ejemplo los Villarreal encabezados por Javier ‘Javo’ Villarreal también operaron por Luebbert con la esperanza de volver a prenderse de la ubre presupuestal en Mante o en alguna delegación recomendada por el de Reynosa una vez ganando, sobre todo luego de su fugaz paso por MORENA donde dicen que lo vieron como apestado.
Marco Bernal y Mercedes del Carmen Guillén Vicente, dicen que solo votaron por Luebbert, pero no se metieron a operar, entonces no se puede decir que perdieron; eso si mucho menos ganaron.
Y entonces salta la gran pregunta ¿si los ex gobernadores perdieron, Baltazar perdió, los de la frontera perdieron, quién es el nuevo líder (dirigente ya sabemos es Checo Guajardo), el que operó y logró que el ex delegado de la SEDATU ganará?
No me vayan a decir que Edigio Torre Cantú, porque no es así, el ex no es capaz de ganar una elección en el cendi de sus niños, mucho menos operar una elección tan especial como la del sábado.
Se que la operación fue hecha por lo que podría convertiste en el nuevo grupo político priista de Victoria, sin la sombra sospechosa de Geño, sin la farsa de liderazgo de Egidio, sin la simulación de Toño Martínez.
Insisto en el PRI de Tamaulipas la renovación fue completa, hay nuevo dirigente y se apellida Guajardo y estoy seguro que nuevo líder, aunque ese cada quien lo tiene que deducir tras la operación al estilo ‘Underwood’ que en 72 horas logró revivir y hacer ganar a Guajardo.
Hay otro análisis de lo que ocurrió, muy al estilo del Peje y sus complots, en el que se dice que desde la administración estatal se operaría en contra de Luebbert que porque no lo quieren.
Que no lo quieran no es un secreto, los azules del Palacio de Gobierno no podrían quererlo si lo han acusado de ordenar hasta levantones en el pasado contra su equipo.
Que en Palacio ‘festejaron’ la derrota de Luebbert, pues ni modo de cuestionarles si les cayó de perlas, como cuando los fans del poderoso América festejamos las derrotas Chivas, pero lo demás que se suelta sin una sola prueba, sin un testimonio es, creo yo, una salida fácil para no reconocer que otra vez se equivocaron.
Ahora que si se trata de decir muy enserio quien ganó tras la elección priista, me atrevería a decir que Tamaulipas, porque una buena relación entre Luebbert como dirigente del PRI y la estatal de Cabeza de Vaca sería impensable.
Y Tamaulipas no está más para pleitos, Tamaulipas no está más para una oposición que destruya, tampoco para un partido en el poder que aplaste desde luego. Y en ese contexto la llegada de Guajardo garantiza al menos que habrá una relación en la que la crítica constructiva puede prevalecer.
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