Con el cambio de gobierno y de partido, terminó para los beneficiados de un régimen casi nonagenario una red de privilegios y de intereses que por décadas se tejieron a diestra y siniestra siempre con el dinero de las arcas públicas de por medio.
Generaciones de políticos tamaulipecos, docenas de personajes con inicios humildes o austeros terminaron como grandes magnates gracias a los beneficios que obtuvieron al beneficiarse con negocios torcidos, fincados en el erario: obra pública, venta de mobiliario, comercio de todo tipo de productos, hasta llegar al abasto de insumos en áreas tan delicadas como seguridad pública y el sector salud donde las víctimas del manoseo presupuestal han sido los tamaulipecos.
En los últimos meses, el panismo que denunció desde su arribo el estado en ruinas que encontró, se ha encargado de investigar a fondo las redes de corrupción tejidas por las figuras del pasado y del antepasado, en áreas como en el sector Salud donde se ha detectado a empresas que vendieron medicinas a sobre precios y en algunos casos que ni siquiera llegaron a su destino o no se ajustaron a los lineamientos que en materia de calidad exige la ley.
Mientras que en Tamaulipas se lleva a cabo una indagatoria por los manejos presupuestales en el sector salud durante los últimos 11 años, misma que cada vez que avanza arroja grandes sorpresas, a nivel Federal algunos de los involucrados -tal vez suertudos, tal vez eficientes para repartir-, siguen realizando jugosos negocios.
Un caso específico es la famosa empresa Hisa a la que le sigue dando resultado su amuleto de la buena suerte porque si bien perdió sus negocios a nivel estatal, ha logrado incrustarse como una gran abastecedora de medicamentos en el sector salud que depende del Gobierno Federal, donde ha ganado licitaciomes de contratos multimillonarios.
No cabe duda que el «El Chicken» Higuera es un hombre exitoso. Aquí amasó una cuantiosa fortuna en dos sexenios y actualmente celebra ser el ganador de contratos del ISSSTE y del IMSS que le permitirán continuar su exitosa carrera de traficante de influencias y ganar cantidades que nunca soñó tener cuando trabajaba para Arturo Diez Gutiérrez.
Y es que mientras el gobierno panista iniciaba las indagatorias correspondientes en contra de Hisa, justo cuando iniciaba 2017 y las preocupaciones colectivas se enfocaban en recibir el Año Nuevo, el Instituto Mexicano del Seguro Social y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, repartían presupuestos exhorbitantes en concursos aparentemente apegados a la legalidad.
En menos de un minuto, la farmacéutica que en el sexenio antepasado alcanzó su esplendor, ganó contratos por la nada despreciable cantidad de 700 millones de pesos.
Cuatrocientos procedian del IMSS y el resto del ISSSTE. En el contrato involucraban a otras empresas como DIMESA, señaladas en estados como Oaxaca y Guanajuato por vender insulina de mala calidad.
Cada contrato, como lo marca la Ley, se respalda en los Tratados firmados por el Estado Mexicano en los 90s y luego puestos en marcha a partir de 2008.
Un reparto de permisos de distribución que por extraña razón se da en estados que en su momento albergaban a los grupos de poder del priismo más poderoso.
La formación de las farmacéuticas, su consolidación y señalamiento coincide también con un secreto a voces que tanto intenta la clase política mexicana
que pase desapercibido: la privatización del Sector Salud.
Por lo pronto, aunque el gobierno del Estado castigue a la farmacéutica de Alejandro Higuera (a) «El Chicken», la Federación le ha dado por todo este año un apapacho y ganancias suficientes para enfrentar lo que venga.
Colofón: El escándalo salpica a todo un grupo político que por más de doce años no ha dejado de llevar a cabo negocios jugosos, a pesar de enfrentar investigaciones judiciales aquí y en el extranjero.
Aun con toda esta carga de historias negras, es el mismo priismo victorense que impuso su voluntad política en los últimos años hasta que lo cimbró la alternancia y que ahora se despabila al obtener nuevamente el control de los tableros de mando del priismo.
La banda del Club Campestre impuso su voluntad y por lo menos para su consuelo recuperó el control del PRI Estatal pero habrá que ver si la dejan sacarle provecho político en el proceso que viene. Un priista reynosense que se la jugó con Luebbert y perdió se quejaba amargamente el sábado pasado: es como el regreso de los bandidos de siempre.
Twitter: @pedroalfonso88




