CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- La historia de los Fernández Garrido terminó en Villa de Casas, de la peor manera en que podía acabar, pero comenzó en Barcelona hace más de una década.
Y en el medio hubo una larga relación, sobre la que ahora se ciernen muchas dudas.
Ambos eran de carácter fuerte, narró en algún momento la hermana de la valenciana. Y si bien es cierto que las versiones en Ciudad Victoria se contraponen en torno al tipo de relación que mantenían, prácticamente todas coinciden en lo dicho por su familiar: Ni Pilar ni Jorge podrían considerarse débiles de personalidad.
“(Si fuera cierto) mi cuñado estaría encarcelado”, respondió con autoridad hace algunas semanas Raquel Garrido, cuando la cuestionaron por las sospechas que ya pesaban sobre Jorge, por quien también insistía que metería las manos al fuego.
Aún hoy, en el entorno familiar de las Garrido pesa la incredulidad. Su madre tenía dos semanas residiendo en la casa de su hija y su yerno, junto a su nieto.
No mentían cuando decían que confiaban en el tamaulipeco.
Jorge y Pilar se conocieron en Cataluña donde la vida los hizo coincidir hace más de una década.
Veinteañeros ambos, empezaron una larga relación de noviazgo; él con estudios de criminología, y ella de comunicación.
Por un tiempo habitaron en España, desde donde realizaban viajes constantes a México. La Península de Yucatán, San Luis Potosí, Nuevo León y por supuesto Victoria eran destinos habituales.
Después de seis años de relación, decidieron casarse y hace cuatro años arribaron a la capital de Tamaulipas.
Los estudios de criminología de Jorge le permitieron impartir capacitaciones en el C4 y más adelante incursionar de lleno en la docencia en la
Universidad de Seguridad y Justicia de Tamaulipas, donde hoy sus compañeros, jefes y alumnos prefieren guardar silencio.
En la calle 12 y Yucatán una casa blanca sin ningún letrero ofrecía servicios de dermatología y spa. Era un emprendimiento de Pilar Garrido que le había dejado buenos dividendos a la familia en los últimos años, los suficientes para llevar una vida cómoda a pesar de que el sueldo de Jorge no era demasiado alto.
Una de sus antiguas clientes la describe como una mujer muy profesional y educada. Eso sí: su clientela no sabía gran cosa de su esposo.
La vox populi tamaulipeca desde hace semanas había emitido un veredicto: Jorge era el principal sospechoso. No cuadraba el hecho de que hubiera demorado en presentar la denuncia.
En una ciudad acostumbrada a narrar historias del terror delincuencial, también se objetó el hecho de que los misteriosos secuestradores se la hubieran llevado sin pedir un rescate ni robar nada.
En el inicio del periodo vacacional de verano, cuando miles de victorenses se volcaron a La Pesca, realizando exactamente el mismo trayecto de los Fernández Garrido, no hubo registro de más robos o plagios en esa carretera durante ese fin de semana.
¿Era Jorge violento? Una amiga mexicana de Pilar, a quien la agencia EFE identifica sólo como “Carmen” para reservar su identidad, asegura que nunca observó agresiones físicas, pero sí muchos maltratos verbales.
«No se medía en la forma que le hablaba; era muy grosero”, narró, de acuerdo a la agencia internacional. «Era una forma rara de tratarla, y siendo su esposo y la madre de su hijo, todavía más. Simplemente no se trata así una persona”.
Pero también había versiones en el sentido contrario: una fuente que conocía a la pareja asegura que no mantenían una relación sencilla. La presión de Pilar sobre Jorge era muy fuerte y -sin asegurar que había violencia de por medio- afirman que la tensión era evidente.
Tanto que muchas personas cercanas a Pilar coinciden en que ella ya tenía planes para regresar a España con su hijo y no lo mantenía en secreto.
“No quería su hijo creciera en el entorno que está viviendo el país”, refirió el procurador Irving Barrios.
Lo que desconcertó a los investigadores fue que en todos los interrogatorios Jorge dijo desconocer los planes de su esposa.
Para quienes conocen a la pareja, no suena descabellado que ese tema hubiera desencadenado una fuerte discusión, algo que en algún punto parece coincidir con la versión oficial que sostiene la PGJ.
La escena transcurre afuera del vehículo Honda Civic del matrimonio, más o menos a la mitad del camino entre Soto La Marina y Victoria, poco antes de llegar a Villa de Casas.
En algún momento, Jorge golpea en la nariz a Pilar, tan fuerte que la hace caer sobre una superficie dura, quizás una roca, luego la estrangula y finalmente arroja el cuerpo a escasos 20 metros de la carretera.
El relato de la Procuraduría no parece, de ninguna manera, el de un homicida que tenía planeado su crimen, y tampoco el de alguien que pudo poner en práctica sus conocimientos en criminología para construir una coartada sólida.
Hoy, con Jorge vinculado a proceso y negando los hechos, la versión oficial sigue enfrentando un cuestionamiento natural: ¿por qué la mató?




