MCALLEN, Texas.- Han pasado 16 años desde los ataques terroristas sufridos en el corazón de los Estados Unidos y en cuestión de seguridad este país nunca está satisfecho. Levantó un muro con México so pretexto de esos ataques y ahora está por construir otro.
Temeroso de la entrada de terroristas por los puentes internacionales con México, desde el 9-11 Estados Unidos reforzó su frontera estableciendo programas para controlar la entrada de visitantes, contratando miles de agentes federales e instaurando detectores de armas de destrucción masiva, además erigió un muro fronterizo y montando tecnología de punta en puentes cambiando así -y para siempre- la vida en la frontera por cuyas entradas se dan más de 350 millones de cruces al año. Casi un millón diario, solo por los puentes.
Pero eso no es todo drones vigilan día y noche la frontera terrestre y acuática con México, radares especializados usados en guerras y ocupaciones en Irak y Afganistán han sido desplegados en la frontera, además de otros métodos instaurados por gobierno estatales como el movilizar potentes lanchas con armas propias de la guerra o el despliegue de cientos de agentes policiacos. Militarizo su frontera con México, pero parece que nada de esto ha satisfecho al gobierno.
Empezando con el programa US Visit, (United States Visitor and Immigrants Status Indicador Technology) cuya misión sería proteger al país facilitando
identificación biométrica de visitantes y pasando por las líneas Sentry, Fast o Ready que intentan agilizar el cruce de visitantes desde México pero con mayor seguridad, Estados Unidos no deja de estrenar nuevos métodos de control y a 16 años de distancia desde los ataques terroristas la realidad es que ese control total que desea es muy posible que nunca se logre.
En aras de la seguridad, en los puentes todo cambió. “Antes del 9-11 podíamos caminar libremente por Estados Unidos, pero después del 9-11 nuestra misión (en los puentes) cambió”. Antes -explica Gene Garza, alto funcionario de Aduanas y Protección Fronteriza, quién supervisa los puentes internacionales con México desde Del Río a Brownsville, Texas- (la misión) era el contrabando de narcóticos (sic), ahora cambió a terrorismo y armas de destrucción masiva. Deja claro que: “nuestro trabajo no va a terminar nunca… mientras tengamos las fronteras abiertas”.
La forma de recibir a quienes usan los puentes internacionales cambió para propios y extraños, ahora los norteamericanos tienen que cargar con un pasaporte si quieren visitar países vecinos como México o Canadá, antes, solo con presentar una licencia de manejo era suficiente. El 9-11 hizo a los norteamericanos extranjeros, en su propia tierra!.
El temor es grande. Cuestionado en el sentido de si la frontera con México significa un riesgo para la entrada de terroristas, Gene Garza, va al grano: “No queremos bajar la guardia… decir que por México no entran no… la posibilidad existe en cualquier lado de la frontera, por aire, terrestre o marítima. Tenemos que estar listos para cualquier circunstancia”. Explica que las grandes columnas amarillas en los puentes son para detectar radiación. “Hemos hecho lo posible por tener la frontera más segura”.
Estados Unidos comparte con México tres mil 139 kilómetros de frontera y para trabajar más de 42 cruces internacionales que empiezan en San Diego, California (Tijuana, BCN) y terminan en Brownsville, Texas (Matamoros, Tamaulipas) y vigilar los tramos ya sea de ríos, montañas o desiertos, no cuenta con suficientes agentes aduanales y de la Patrulla Fronteriza.
Con estos números, el Senador John Cornyn es tajante: “Esto no es suficiente… tenemos más que hace 16 años, pero no es suficiente”. Y es que, dice Mónica Stewart, alta funcionaria de la Alianza Fronteriza de Texas, que agrupa a municipios, jueces de Condado y organismos empresariales desde El Paso a Brownsville, este aspecto de la infraestructura, es uno de los más descuidados en los puentes pues la capacidad para interceptar criminales es solo del 28 por ciento. Agrega que mientras la inversión del gobierno federal para contratar agentes federales (Patrulla Fronteriza) para vigilar las zonas donde no hay puentes ha subido en un 800 por ciento desde 1993; en los puentes solo se ha visto un aumento del 17 por ciento.
“Necesitamos puertos de entrada bien construidos, bien equipados y que faciliten el comercio y el turismo legítimos, pero que al mismo tiempo intercepten
criminales”, explica Stewart.
Temiendo el cruce de terroristas, inmigrantes comunes y drogas, Estados Unidos construyó un muro fronterizo con México en la parte de Texas. Un total de mil 123 kilómetros serían amurallados; cada 22 millas costarían 7.5 millones de dólares y, peor aún, mantenerlos cuesta unos seis mil 500 millones de dólares. El muro no cumplió con su misión porque las drogas y los indocumentados, siguen cruzando.
Tan no cumple su misión que en 2014 más de 50 mil niños entraron solos, además de miles de familias provocando la crisis humanitaria, como la llamó el ex Presidente Barack Obama.
Por si un muro fronterizo con México o el implementar tecnología de punta para saber –a metros de distancia- quien intenta cruzar a su territorio fuera poco, Seguridad Nacional reforzó aún más la frontera enviando mil 200 tropas de la Guardia Nacional a la región y -prácticamente- confiscando, si así lo desean, -años después de los ataques- aparatos electrónicos que sean capaces de almacenar información como computadoras portátiles, teléfonos celulares, juegos de video y mucho más.
“Esto es simplemente decir: ganó el terrorismo y los americanos perdimos nuestros derechos”, dijo Mónica Stewart de la Alianza del Comercio Fronterizo.
A raíz de los ataques del 911, las amenazas de bomba en puentes internacionales, aeropuertos y puertos maritimos han aumentado y son los oficiales del Sheriff -en este caso Cameron- los que tienen que acudir.
“Tenemos llamadas de los puentes, del aeropuerto, de las embarcaciones, pero más muchas más de los puentes. Ahora vemos que con cualquier cosita, la gente está con cuidado. Hemos tenido más cuidado, más precaución, pero si hay más seguridad, hay más forma de cómo detectar armas y movimientos”, explica el Sheriff Omar Lucio.
A raíz del 9-11 en la frontera todo cambio. “A nadie le gusta ver cómo todo ha cambiado, pero es el mundo real donde vivimos y esperamos que en el futuro regresemos a lo que estábamos acostumbrados”, reflexiona Carlos Cascos, ex Juez del Condado Cameron, pero el presagio de Gene Garza “nuestro trabajo no va a terminar nunca… mientras tengamos las fronteras abiertas”, parece ser la máxima que aplica al norte del Río Bravo.