CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Miguel Colunga es un apasionado del periodismo, mismo que hace acompañado siempre por su cámara de video y lo refleja a través de las ediciones de su material.
El miércoles salió muy temprano de su casa porque ahora su trabajo era requerido a miles de kilómetros de su hogar, hasta el sur del país a donde debía partir en el primer vuelo del día del aeropuerto Pedro José Méndez de Victoria.
Mochila al hombro y sus herramientas de trabajo bien resguardadas, surcó los aires para hacer escala en la Ciudad de México y de ahí, abordar otro avión que lo llevaría a su destino final: Tapachula, Chiapas, sitio en donde sin saber, sería testigo de primera fila del sismo más grande en la historia del país.
“La verdad, nunca en mi vida me había tocado estar en una situación así, nunca había sentido un temblor… pensé que estaba soñando”, relata a Expreso.
Cuenta que la noche del miércoles, por cuestiones laborales se había desvelado y el jueves muy temprano empezó la jornada, por lo que en la noche, al llegar al hotel fue directo a la cama a dormir.
“Aparte tenía que estar a las tres y media de la mañana otra vez listo porque teníamos trabajo de nueva cuenta, por lo que me dormí temprano, no sabía lo que me esperaba”, afirma.
Minutos antes de la medianoche, en pleno sueño, Miguel sintió que alguien le sacudía la cama, en esa condición, lo primero que pensó es que estaba soñando.
“Sentí después la sacudida muy fuerte, medio me desperté y vi que mi compañero estaba también sentado en su cama, como que no sabía que onda… vi que todo se movía y fue cuando reaccioné”, confiesa.
“¿Está temblando, verdad?”, le preguntó a su compañero, quien confirmó lo que por primera vez en su vida sentían.
Salieron por las escaleras, que se estaban cayendo, desde ahí vieron que el agua de la alberca se agitaba y acudieron al punto de reunión donde todos los huéspedes se habían reunido.
Después del susto, dice que apenas pudo dormir algunos 40 minutos, tenía que volver a trabajar.
“En el camino a donde teníamos que hacer las siguientes grabaciones, vi como la gente estaba reunida en estacionamientos de plazas comerciales, en las calles, aun no eran ni las cuatro de la mañana y toda la ciudad estaba afuera, me impresioné”, comenta.
El sábado regresó a su casa, se volvió a encontrar con su familia a la que abrazó y les contó lo sucedido como una anécdota más, aunque reflexiona; “hoy es tiempo de ayudar, allá hay una cultura ante los desastres que aquí no tenemos, pero se necesita que nos unamos y ayudemos hoy en medio de esta desgracia”, finalizó.