CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- En el norte de Tamaulipas se gestó una de las haciendas más prominentes e importantes del Estado, llamada originalmente ‘El Sauto’ y posteriormente ‘La Sauteña’, siendo así el soporte histórico de los municipios de Reynosa, Río Bravo, Matamoros y San Fernando.
Se situaba entre el río Conchos o San Fernando y el río Bravo, entre el mar y el límite con lo que era el Nuevo Reino de León.
“Los propietarios de El Sauto venden la propiedad a varias personas de las villas de Reynosa y de Camargo, que estaban sobre la línea del Bravo, les venden unas porciones de donde más tarde surgen Congregación del Refugio, San Juan de los Esteros, Villa de Matamoros, o sea que Matamoros surge del territorio de este
latifundio”, mencionó el doctor Octavio Herrrera Pérez, profesor de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) y miembro del Sistema Nacional de Investigaciones.
El primer propietario de El Sauto fue Antonio de Urízar, un comerciante de la Nueva España. Y su último dueño fue Íñigo Noriega, para ese entonces ya se llamaba La Sauteña, era una gran empresa, muy productiva, teniendo su real trascendencia hasta el siglo XX.
“El Sauto tiene una historia muy larga, cambio de manos, primero los Urízar, que ellos nunca vinieron, pues su negocio era cobrar rentas a los vecinos de las nuevas villas que se metían a su tierra y les rentaba para que pastaran. Después la hacienda pasó a manos de los señores Conde en el siglo XIX y al final en el porfiriato, casi en el siglo XX, se organizó una gran compañía para modernizar la propiedad y la tomó en sus manos Íñigo Noriega, que era el prestanombres del presidente Porfirio Díaz y la idea era crear un gran emporio algodonero”, explicó Herrrera Pérez.
Siendo Íñigo Noriega porfirista, fue un claro enemigo de la Revolución, por lo que los constitucionalistas no quitaron el dedo del renglón hasta que le fue embargada la hacienda.
“Como la propiedad privada se protege en México, (Íñigo) le dio sus activos al Banco de Londres y México y éste a su vez los depositó en el Banco Nacional de México, entonces ¡claro! una vez que pasa la Revolución, que se disipa la pólvora y que se restaura la banca en los años veinte, pues el banco le dice al gobierno: ‘Regrésame mi propiedad’. Y éste no tuvo más que devolverla y ¿quién era el propietario? Banamex”, relató Herrera Pérez.
Resaltó que en aquella época el agrarismo “venía muy fuerte”, afectando a los pequeños propietarios y rancheros, ubicados rumbo a Matamoros.
“A esos sí los afectaron, les crearon ejidos luego, luego, pero a La Sauteña no se metieron porque había una protección del gobierno federal, hasta que finalmente
en los años cuarenta, Banamex vende al gobierno”, especificó.
Pero el gobierno federal sólo asignó una pequeña parte a ejidos, el resto los ubicó en el Banco Agrícola y creó la pequeña propiedad.
“Gobierno vendió a particulares y como ya estaba el negocio del algodón y ya se estaban creando los distritos de riego, pues fue una gran negocio, hubo muchos compradores que llegaron, pero ¡claro!, también hubo acaparadores de dos tres lotes, pero se vendió en pequeña propiedad, no en ejido”, aseguró.
Por lo que de acuerdo al doctor Octavio Herrera, se puede decir que el territorio de Reynosa, Río Bravo y parte de Valle Hermoso fue vendido como pequeña propiedad.
Como hasta hoy en día, el gran beneficiado fue el gobierno de aquel entonces; y es que entre 1913 y 1914 llegaron los revolucionarios con Lucio Blanco al frente e Íñigo huye a Estados Unidos, para exiliarse en Brownsville, pues aunque él vivió casi todo el tiempo en la Ciudad de México, buscó proteger su hacienda, que para él
significaba la inversión más fuerte que tenía, depositando sus activos a una institución financiera.
“Cuando vio que la cosa no tenía remedio, que le incautaría la revolución constitucionalista, depositó sus acciones al banco, a éste también lo incautan, pero no es lo mismo incautar a un enemigo de la Revolución que a una institución financiera, ésta fue incautada pero se quedó con todos los papeles, hasta cuando vuelven a privatizar”, comentó.
Este período de incautación duró de 1915 hasta 1926 aproximadamente, durante esos años el Banco Nacional de México, hoy Banamex, sacó provecho a las tierras, rentó y dio concesiones petroleras antes de la nacionalización del petróleo, así como contratos para buscar petróleo en la región.
Al llegar Lázaro Cárdenas al poder, ante el temor de una expropiación, el banco decidió negociar con el gobierno y venderle la propiedad en partes, luego el gobierno a su vez vendió a particulares hasta formar lo que hoy en día son los municipios ubicados a la cabeza del estado.
Actualmente el casco de La Sauteña se ubica en Río Bravo y como un caso excepcional, esta gran hacienda se fundó a finales del siglo XVIII y sobrevivió hasta entrando el siglo XX, la que más tiempo permaneció activa. Fue la más grande, importante e imponente de Tamaulipas.
El casco fue usado como cuartel y cárcel; hoy Casa de Cultura
Inicialmente el casco de la Hacienda la Sauteña se utilizó como un edificio administrativo del proyecto agrícola de la hacienda.
Durante la revolución se utilizó como cuartel de los revolucionarios, ocupada por el General Lucio Blanco.
El 10 de mayo de 1913, funcionó como cárcel, a principios de 1940 se instaló una fábrica de escobas en la planta baja, también albergó las instalaciones de Correos en los cuarenta, en el piso intermedio se instaló un Centro de Salud, en 1945 fue utilizado como oficinas administrativas de la SRH.
En el año de 1980 la Exhacienda la Sauteña es desocupada por la Secretaría de Agricultura de Recursos Hidráulicos, convirtiéndose una parte en Biblioteca Municipal y posteriormente se instaló la Casa de la Cultura de Río Bravo.
El lugar fue cuartel de los revolucionarios
Se realizó el reparto parcial de la Sauteña en la zona llamada ‘Los Borregos’ propiedad de Porfirio Díaz y su Hermano Felix Díaz
El Sauto o Sauteña, era un latifundio, que tenía más de 800 mil hectáreas