MÉXICO. La falta de asistencia a clases supone un grave problema que afecta al rendimiento de cualquier sistema educativo y conlleva al fracaso escolar. Si bien es cierto que detrás de ese problema influyen varios factores, la incompatibilidad de horario o un horario nocturno no deja de ser un aliciente más que complica -aún más- ese problema.
Un profesor de la Universidad de Vermont, Estados Unidos, ha encontrado una solución: llevar a su perra Maggie a la clase de Política y Ley del consumidor que da comienzo a las siete de la tarde. La de este profesor es la última del curso que se imparte, por lo que no es inusual que la clase se encuentre un poco vacía.
La primera vez que Maggie entró en clase todo el mundo estaba encantado con ella”, dijo David Chapnick, uno de los alumnos, a The Dodo. “Ella es una perra muy tranquila y adorable. Personalmente, sentí que tenerla en clase realmente inculcaba un buen ambiente, un ambiente más brillante, lo cual es muy útil en un curso que empieza a las 7 de la tarde”.
Después de varias clases en las que Maggie se mezcló como una más, llegó el día en que el profesor llegó y dijo las palabras mágicas: “Examen sorpresa”, pero la sorpresa se la llevaron los alumnos cuando vieron que se trataba de un test -muy sencillo- sobre la propia Maggie.
El examen decía así:
¿Cómo te sientes con Maggie?
A. Es un buen perro.
B. Ella es un perro muy bueno, sí que lo es.
C. Ella es el mejor perro.
D. Ella es el ideal platónico de un perro.
E. No me gustan los perros, pero a pesar de mi aversión generalizada con todo lo relacionado a ellos, hago una excepción para Maggie, porque eso demuestra lo genial que es.
El profesor uso este “examen sorpresa” para pasar asistencia aquel día. Y todo el mundo pudo comprobar el buen humor que reinaba en la clase después de un “examen” tan divertido y estimulante.
La táctica de llevar un perro a clase ayudó a los estudiantes a querer asistir a ellas y a querer aprender más. ¡Todo un éxito!
Con información de Excelsior.