CIUDAD VICTORIA, Tam.- El 5 de junio del 2007 a Magdalena le cambió la vida para siempre, escuchó sorprendida el diagnóstico del su médico: “es cáncer”, enseguida escuchó un zumbido ensordecedor en sus oídos, tal vez como negándose a la realidad, le empezó a temblar el labio superior, sintiendo cómo el temblor recorrió su cuerpo hasta que se apoderó por completo de ella, sólo encontró la luz hasta que su hija le mostró un papel con la frase: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Magdalena Pérez Juárez es superviviente de cáncer de mama, no contaba con ningún factor de riesgo, había sido madre de tres hijos a quienes amamantó, sin antecedentes familiares de este padecimiento, era esbelta, con una vida sana… y así sin más causas que la de ser mujer, fue diagnosticada con esta enfermedad.
En medio de una situación financiera y familiar extrema, una de sus hijas la necesitaba junto a ella en Estados Unidos porque pasaba por un embarazo de alto riesgo, su esposo e hijo acaban de perder la producción de carbón de su rancho porque se les incendió, sin trabajo y una deuda bancaria por más de 900 mil pesos, Magdalena recibe el presupuesto de su médico oncólogo por 220 mil pesos, gasto que afrontó la familia con mucho esfuerzo.
“Me decidí por una cirugía conservadora, yo no estaba preparada para perder la mama, fue un proceso largo porque fueron cinco años y medio, tuve cuatro cirugías en dos meses y medio, más un año que estuve recibiendo quimioterapias, hubo un momento que ya no teníamos dinero para continuar con las quimioterapias y me presenté al Seguro Social de Monterrey para terminar el proceso”, platicó Magdalena.
El camino no fue fácil, en una de sus cirugías le dieron la mala noticia de que su hija había perdido al bebé que esperaba, pero afortunadamente se pudo salvar un segundo bebé que los médicos no habían detectado, lo que a Magdalena como abuelita le causó mucha ilusión.
“Yo le pedía a mi hija perdón porque yo sentí que ella estaba sufriendo por lo que su madre estaba pasando. Yo me sentía culpable por todo. Le rogué a Dios por mi vida cada segundo, le pedía que todo estuviera bajo su control para que yo me pudiera ir con mi hija y ayudarle con su embarazo”, recordó.
Las quimioterapias fueron devastadoras para ella, padeció vómitos, que le provocaban los primeros días después de recibir su tratamiento, a los once días de la primer quimioterapia se quedó sin cabello, sufría bochornos y escalofríos incontrolables que ni con seis cobertores podía mitigarlos.
“Subir a esa habitación, en el área de quimioterapias y encontrarme con 50 gentes con cáncer, luego los niños, ver a las mamás con sus hijos, era muy triste, pero esa era mi realidad, escuchar a los niños que decían: ‘no quiero mamá, no quiero’, ver que las enfermeras los confortaban, eso se me quedó muy marcado”, relató Magdalena.
Para el 5 de junio del 2008 terminó su tratamiento y pudo viajar a Estados unidos para conocer a su nieto.
Siendo Magdalena creyente de la palabra de Dios, entendió que el cáncer llegó a su vida con un propósito, el de ayudar a los demás. Es así que nace “Un Cachito de Luz”, una asociación civil que ella dirige y ayuda a personas enfermas de cáncer.
“Empezamos llevando en diciembre regalos a los niños enfermos de cáncer, luego busque la forma de constituirme, pasó un año para que lográramos cumplir con todos los requisitos, fueron muchos los esfuerzos que se hicieron para lograr constituirnos y finalmente en el 2015 fue una realidad, esto para mí fue un gran logró personal”, destacó.
Pero la vida le deparó otra gran prueba porque el cáncer regresó tiempo después y se decidió retirar la mama completamente, proceso que no fue fácil para ella, por lo que recibió apoyo psicológico y caminó de la mano de su esposo, quien siempre estuvo a su lado, colmándola de amor.
A la par fue creciendo “Un Cachito de Luz”, que funciona como albergue de mujeres foráneas que padecen cáncer, ahí pueden encontrar hospedaje, comida, medicamentos, apoyo psicológico, pero sobre todo acompañamiento, una mano amiga que no te deja sola durante todo el proceso de quimioterapia.
El cáncer puede arrebatarte todo en la vida, pero la fortaleza con que se supere es lo que hace la diferencia, Magdalena es un claro ejemplo de supervivencia y amor a la vida.




