México, 15 Oct (Notimex).- “Lo primero es el paciente”, dijo el jefe de Cirugía Cardiovascular, Tórax y Endoscopía del Hospital Infantil de México Federico Gómez, doctor Alejandro Bolio Cerdán, cuando empezó a sentir el terremoto de 7.1 en la escala de Richter, que se registró a las 13:14 horas del martes 19 de septiembre.
Bolio y su equipo se encontraban en el momento crítico de una cirugía a corazón abierto a un pequeño de ocho años, de nombre Ángel Jesús, originario de Querétaro, cuando comenzó a moverse todo.
“Estaba colocando un tubo de la vena cava inferior hacia la arteria pulmonar, cuando sentí el brusco movimiento; levanté la vista y observé a través de la ventana cómo se balanceaba uno de los edificios del Centro Médico Nacional Siglo XXI”, relató.
El especialista narró que en ese instante alguien dijo: “¡Está temblando!”. De inmediato, como jefe al mando de las 10 personas que integraban el equipo médico que en ese momento efectuaban la cirugía, vio cómo todos sus colegas se mantuvieron firmes en sus puestos y checando que todos los equipos funcionaran adecuadamente.
Todo el equipo que operaba en uno de los cuatro quirófanos de este hospital sabía que no podía suspender el procedimiento, pues la vida de Ángel Jesús estaba en sus manos. Agregó: “El tiempo que duró el temblor se hizo eterno, pero nadie, absolutamente nadie, pensó siquiera en salir del quirófano.
“Estamos conscientes que en una situación de emergencia, como fue este caso, lo más importante es garantizar la vida del paciente, incluso, anteponiendo nuestra propia seguridad”, subrayó.
La intervención que había iniciado a las 8 horas, concluyó a las 14:30 horas, con excelente resultado. Fue hasta entonces que el equipo médico conoció la dimensión y los daños que había tenido el terremoto del 19 de septiembre.
Ángel Jesús fue trasladado al área de hospitalización en donde pasó ocho días y donde lo conocen como “El niño del temblor”.
El pequeño nació con una malformación cardiovascular congénita llamada atresia pulmonar, y fue tratado por especialistas de este hospital desde sus primeros meses de vida. Esa fue su tercera y última intervención, ya que se logró corregir el problema cardiaco que padecía. Ahora goza de excelente salud, pero deberá estar bajo vigilancia médica durante toda su vida.
Víctor Manuel Zúñiga Gutiérrez, padre de Ángel Jesús, narra que ese martes 19 de septiembre el miedo lo invadió debido a lo fuerte que se sintió el sismo: “Por un lado tenía la preocupación de que mi hijo saliera bien de la cirugía, y por otro quería resguardarme junto con mi esposa en un lugar seguro dentro del hospital”.
Una vez que concluyó el temblor, inició el desalojo del hospital para que la comisión de Protección Civil revisara el inmueble. Después de que se verificó que no había daño estructural, se permitió reingresar.
Minutos después, relata el padre: “Vimos que salió del área de quirófanos el doctor Bolio Cerdán, quien se acercó y nos informó que la cirugía había sido un éxito”, que Ángel se encontraba fuera de peligro.
“Esa fue la mejor noticia que he recibido. Mi esposa comenzó a llorar y la abracé. Ese día se convirtió en uno de los más felices de mi vida y mucha de esa felicidad se la debo al personal médico que atendió a mí hijo, quienes no lo dejaron solo y siguieron con la operación”, agregó Víctor Manuel.
El doctor Bolio Cerdán informó que de los dos millones y medio de infantes que nacen cada año, cerca de 25 mil presentarán una cardiopatía congénita y agregó que no todas se resolverán por medio de una intervención quirúrgica, pues el avance de la ciencia permite el desarrollo de diferentes tratamientos como cateterismo.
Actualmente, las estadísticas del Inegi sitúan como segunda causa de muerte a las malformaciones congénitas en niños de cero a cinco años de edad, siendo las del corazón las más frecuentes.