7 agosto, 2025

7 agosto, 2025

Martha crió a sus tres hijos paleando grava

Aquí crecieron, viendo al pilar de su vida palear grava desde hace más de treinta años y recreando fielmente la frase aquella que reza “ganarse el pan con el sudor de su frente”

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- El Sol cae casi a plomo. Y eso que apenas son las once de la mañana. Ha de ser por el horario de invierno.

El río San Marcos asemeja a una amplia autopista color gris con manchas verdes. El ronroneo de los motores que corren por la prolongación del Bulevar Praxedis Balboa se mezcla con el del leve viento que de vez en cuando se hace notar.

A mitad del lecho se alcanza a apreciar una silueta robusta y pelo corto, que con sus fuertes brazos lanza piedras contra la rejilla. Sus músculos repiten una y otra vez el movimiento dejando ver el sudor que produce tremenda faena.

El duro trabajo de cribar arena es por mucho una prueba de resistencia, determinación y disciplina. Y doña Martha lo sabe muy bien púes por más de treinta años lucha día a día en esta chamba para llevar el sustento hasta su casa.

La estampa podría sacudir a más de uno en su conciencia pues como sociedad llegamos a quejarnos de nuestra vida laboral, otros por la falta de trabajo, o por no encontrar el empleo soñado, pues muchos estudiaron una carrera y causa una gran frustración no poder ejercer. Nos hundimos en un vaso de agua… otros toman el camino fácil.

Pero en el lecho del río no hay cabida para vacilaciones: llueve truene o relampaguee, hay que llevar la ‘papa’ al hogar.

A sus cincuenta y pico de años doña Martha no se dobla, pues al igual que una docena de cribadores inicia su labor cuando el gallo aún duerme y regresa a casa cuando el grillo despierta.

Pero este no es su único “trabajo”. La mujer reparte su día en atender también a sus hijos y su esposo.

– Al día saco un metrito… son cien pesos o ciento veinte… pero vengo en la mañana y vengo en la tarde… ahorita estoy esperando un camión que nos va a cargar… pero por mientras le voy a seguir porque me entumo de nomás estar esperando.

Hace tres meses doña Martha se dio un ‘porrazo’ en su casa y le afectó la vista: no miraba nada, “nomás el puro bulto” relata. Así duró cerca de un mes
– Yo me di un golpe y me caí… ahora con las primeras lluvias que se vinieron en la casa se me metió el agua… y donde me me subi a un bordo para agarrar una pala ‘me dio vuelta’ y pegué en la orilla de la banqueta con la cabeza y se me hizo una bola… me atendí hasta el día siguiente porque era de noche y aún llovía mucho.

La señora duró un mes sin poder ver más que sombras y le dejó secuelas como mareos “Camino como borrachita de repente” dice.

Su hijo mayor le aconseja que ya no trabaje, pero doña Martha no tiene pensado jubilarse en el futuro cercano.

– Nombre pues se me va a cargar más la enfermedad ahí en la casa… me quitan de lo que yo hago… de aquí los saqué adelante a ellos.

En la parte oriente del lecho del río hay alrededor de doce personas cribando arena. No son muchos, relata la mujer y es porque hay muy poca arena. Pero cuando pasa un huracán o crece el caudal se llena de personas trabajando en el lugar. Y en cuanto se acaba la arena se van.

Doña Martha al igual que los demás cribadores tiene que lidiar con personas que se aprovechan de su esfuerzo, pues al más leve descuido suelen robarse el producto de su trabajo.

– Allá tenía yo 200 botes de piedra que se le pone de vista al jardín .. pues nomás en un ratito que no vine se llevaron todo… ques’que una camioneta verde…
– Los demás me echan bronca porque junto mis montones aguantando sol y llegan y se enojan porque no dejo que se lleven lo que ya trabajé, me dicen que quiero hacerme dueña de todo el río… pero pues tengo que cuidar lo que ya junte de los que vienen como las uracas sólo a carranciar…

La señora relata con orgullo de cómo ha combinado su trabajo el oficio de mamá
– Mis hijos estaban chiquititos cuando empecé. Tengo una niña que aquí creció, a los tres meses de que me alivié de ella me vine a trabajar, la traía en una carretilla, yo le dijo “tú eres hija del río porque te criaste en él”…aunque de bebé padecía mucho de las anginas pero era por lo frío de las piedras… y aquí se crió ahorita ya va cumplir quince años…

Hace tiempo la Conagua realizó trabajos de conservación en esta área y dejaron en alto una rivera del río, con lo cual se hizo un poco más difícil escarbar para sacar arena.

– Yo fui y le hice la llorona a los ingenieros para que nos dieran chance de seguir trabajando y solo nos pidieron que regresáramos las piedras al hoyo para que no haya problemas.

Doña Martha aprovecha para promocionar sus productos
– Oiga, si alguien quiere venir a comprar ya sabe 120 el metro de arena si se baja por ella y si hay que llevarla son 200… pero si es muy lejos pues 250 para la ‘gota’… la grava le cuesta igual, y la piedra pues es más barata, le cuesta 50 el metro, y la piedrita de jardín a diez pesos el bote.

Con el rostro iluminado por una sonrisa agradece a sus padres que le enseñaron a trabajar y no se fue por el mal camino.

– Tengo una sobrina que me dice “oiga tía mire usted sí compra pollo” y yo le digo m’ija pa’ eso trabajo pa’ darme mis gustos… no voy a estar comiendo siempre huevo… yo prefiero siempre buscarle, a veces vienen y me ofrecen cargar escombro y pues ¡vámonos! O limpiar un solar ¡Pues vámonos!

El sudor sigue escurriendo de la frente de doña Martha, pero sigue contenta porque ya casi termina de cribar el metro de arena. Unos minutos más regresará a casa a preparar la comida. Y por la tarde volverá a mercar el producto de la faena de este día.

Así como ella muchos otros victorenses se ganarán el pan paleando arena y grava. Mañana Dios dirá pero por hoy el trabajo está hecho. El Caminante y Kippi su secre se retiran y dejan a la ‘ñora’ continuar. Demasiada pata de perro con ‘perro sol’ por este día.

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