CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- A principios de 1910, en Tamaulipas no se hablaba de otra cosa que no fueran los festejos por el centenario de la independencia, para ello, desde años atrás se había formado una Comisión Central del Centenario, la cual había designado representantes en cada uno de los municipios que conformaban la entidad en ese entonces.
Después de los días de fiesta en Tamaulipas, llegó la noticia de que don Francisco I. Madero había logrado escapar de una prisión de San Luis Potosí con la ayuda del licenciado potosino Pedro Antonio de los Santos, huyendo a San Antonio de Béjar, Texas, donde el 5 de octubre proclamó el “Plan de San Luis”, llamando a los mexicanos a tomar las armas contra el gobierno, el 20 de noviembre próximo.
Madero le otorgó a Santos el mando de las fuerzas del ejército libertador en los estados de San Luis, Tamaulipas y Veracruz, con el rango de general. En la zona del Cuarto Distrito, un profesor rural, de nombre Alberto Carrera Torres, también se levantaba en armas.
A principios de 1911, en el Sur de Tamaulipas, en lo que actualmente es la región del Mante, personajes anónimos como don Casimiro Castillo y sus hijos Policarpo y Octaviano Castillo Almazán, fueron tomados presos acusados de sedición y llevados presos a Tampico.
El 10 de mayo de 1911, Pascual Orozco y Francisco Villa tomaron Ciudad Juárez, dando un fuerte golpe al régimen, por lo que el 25 de mayo el presidente Díaz presentó su renuncia. El maderismo triunfante seguía proliferándose en Tamaulipas y entre esos vaivenes, el 21 de mayo, Alberto Carrera Torres y sus seguidores se apoderaron de la ciudad de Tula, instalando el primer Ayuntamiento maderista de la entidad.
La violencia emprendida por los carreristas provocó que gran número de familias huyeran en busca de garantías, estableciéndose algunas de ellas en el vecino municipio de Ocampo.
Cuando se firmaron los Tratados de Ciudad Juárez, Carrera Torres era el único jefe revolucionario tamaulipeco. Comandaba el “Ejército Libertador de Tamaulipas” integrado por 500 hombres, entre los cuales se encontraban todos sus hermanos. Pero a diferencia de otros grupos rebeldes, había organizado un movimiento agrario de amplio arraigo popular con los ixtleros explotados por los hacendados, que por su radicalismo asustó hasta a sus antiguos mentores.
El 15 de octubre se llevaron a cabo las elecciones extraordinarias para elegir a presidente y vicepresidente de la república, imponiéndose don Francisco I. Madero contra su contrincante Francisco León de la Barra. El Lic. José Ma. Pino Suarez se convirtió en vicepresidente de México, imponiéndose al doctor tulteco Francisco Vázquez Gómez.
Los clubes de Xicoténcatl, Tula, Gómez Farías y Morelos, que respaldaron la candidatura del tulteco a la vicepresidencia, enviaron a la Ciudad de México a un delegado para que le solicitara al presidente Madero respeto a sus garantías políticas y legales y cesaran contra ellos la persecución que emprendieron Víctor y Nicanor Piña, por el simple hecho de no haber aceptado ser del partido “Pinista”.
Las clases dominantes tamaulipecas no se unieron a su revolución a la caída de Porfirio Díaz, sino que el 30 de noviembre de 1911 nombraron como gobernador a
Matías Guerra, un porfirista declarado que ocupaba el puesto de secretario general de Gobierno.
La revuelta ya había pasado de ser netamente regional, a tomar tintes nacionales y en contra de Madero. Por si no fuera poco, a esta revuelta le siguió otra encabezada por Higinio Tanguma, la cual tuvo influencia en el Sureste tamaulipeco.
Pronto llegarían a Victoria noticias de pánico procedentes de Tampico, Altamira, Aldama, Magiscatzin, Xicoténcatl y otros pueblos y haciendas que temían los horrores de la guerra.
El 25 de marzo estalla otra revuelta en Xicoténcatl derivada también de las elecciones. El 29 de marzo el Lic. José Gracia Medrano lanzó un manifiesto en el que se declaraba gobernador electo y en el que exponía el escandaloso fraude del que su partido político había sido objeto.
El 10 de abril de 1912 el gobernador interino Joaquín Argüelles, informó al Secretario de Gobernación Lic. Jesús Flores Magón, que con excepción de las pequeñas gavillas de bandoleros que operaban San Fernando, Ocampo y Quintero, el resto del Estado estaba tranquilo. Afirmaba que estos rebeldes merodeaban por esas poblaciones pero eran perseguidos tenazmente. En los días posteriores llegó a Ocampo el teniente coronel don Víctor Piña, comisionado por el jefe de la Zona
Militar para formar un cuerpo de voluntarios, encomienda que cumplió de inmediato.
El 18 de abril a las tres de la tarde, Piña regresó a Ocampo con Simón Castillo y tres más prisioneros; habiéndoles recogido caballos con monturas, carabinas y pistolas, tanto a estos prisioneros, como a un hijo de Castillo que resultó gravemente herido en el nutrido fuego que sostuvieron. La partida rebelde había sido sorprendida en el rancho Las Pintas, municipio de Antiguo Morelos. Por su parte, la fuerza al mando de Montelongo se encontraba en un punto escabroso de la sierra llamado “El Infiernillo”, en los límites de Ocampo y Jaumave.
En plena revuelta armada, el 5 de mayo de 1912, don Matías Guerra tomó posesión como gobernador constitucional de Tamaulipas. En el transcurso de los días, los pronunciados de Ocampo, después de causar algunas depredaciones en la jurisdicción de aquel municipio, tomaron las villas de Gómez Farías, Quintero y Antiguo Morelos, cometiendo cualquier cantidad de crímenes, pues no eran defendidas en esos momentos por las fuerzas rurales.
La situación no sólo era tensa localmente, también lo era a nivel nacional, pues de todos los puntos del país se oían levantamientos en contra del presidente Madero, unos por el incumplimiento de sus promesas como en el caso de Pascual Orozco y otros por querer restablecer el viejo régimen como Félix Díaz y Bernardo Reyes.
Después de ser licenciadas sus tropas en 1911, Carrera Torres visitó varias veces la Ciudad de México e incluso, se entrevistó con el presidente interino León de la Barra en el castillo de Chapultepec, junto a una comisión integrada por otros jefes insurgentes. En los meses subsecuentes, por sus ideas de reivindicación agraria, estuvo a punto de morir y fue encarcelado, pero salió libre gracias a la intervención a su favor de Gustavo A. Madero. Ante la hostilidad de los contrarrevolucionarios, no tuvo más opción que volver a levantarse en armas secundado por los hermanos Magdaleno, Cleofas y Saturnino Cedillo, así como por grupos de campesinos pobres y analfabetos. Al ocupar Ciudad del Maíz el 17 de noviembre de 1912, se unió al Plan de Ayala de Emiliano Zapata.
En febrero de 1913 el general Victoriano Huerta da un golpe de estado y derroca al gobierno legítimo de Madero, por lo que el gobernador de Coahuila, Venustiano
Carranza y otros connotados maderistas como Francisco Villa, se levantan en armas contra el gobierno espurio del militar jalisciense.
Cuando el gobernador Matías Guerra reconoció a Huerta, Carrera Torres se sumó al Constitucionalismo. El 4 de marzo de 1913 proclamó su Ley Ejecutiva del Reparto de Tierras, y rebautizó a sus hombres como “Brigada Gustavo A. Madero”, en honor a su amigo y muchas veces providencial protector. Así comienzo la revolución constitucionalista en la entidad, la cual se tornó mucho más violenta cuando la familia revolucionaria se dividió en dos bandos.