5 diciembre, 2025

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Las rejas no retuvieron al capitán

Santiago Reyes Quezada, se volvió una leyenda , gracias a su ingenio y audacia para escapar más de una decena de veces de diferentes prisiones, entre ellos de Victoria, Andonegi y de Lecumberri; enfermo, no pudo escapar de su cita con la muerte

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Su torpeza para cometer delitos , contrastaba abismalmente con su ingenio, malicia y habilidad para planear sus fugas.

Pese a que su nombre era poco conocido, su apodo ‘El Capitán Fantasma», lo convirtieron en una leyenda del hampa.

Más de una docena de custodios y algunos directivos de penales perdieron su empleo y hasta su libertad, tras las ingeniosas escapadas que realizó Santiago Reyes Quesada, también conocido como ‘el Jimmy’.

Se estima que al menos se fugó una decena de veces, tanto de cárceles estatales y municipales, que del mismo Palacio Negro de Lecumberri.

Alcanzó un récord de fugas de distintas prisiones, de dónde logró evadirse vestido de mujer, de militar, escondido en muebles que él mismo fabricaba, escalando muros, metido en la cisterna de un carro de bomberos y hasta en el auto de un ex gobernador, a cuyo guardaespaldas sobornó.

Era güero, de ojos azules, flaco, nació en Los Ángeles, California, era hijo de un carpintero y hablaba perfectamente el inglés.

A la edad de 15 años, en 1938 fue detenido por primera vez en Tampico Tamaulipas, por robar accesorios de automóvil y llevado al Tribunal Para Menores Infractores, en Tamaulipas.

Luego de aprender carpintería con su padre, en la prisión para menores estuvo detenido sesenta días, ahí perfeccionó el oficio y aprendió la ebanistería, lo cual le permitió a futuro usar los muebles que elaboraba para escapar en varias ocasiones.

Sería la primer condena y la única que complió “de punta a cola”, sin evadirse.

En 1945 fue nuevamente detenido en Tamaulipas y estuvo preso en el penal de esta capital, la versión que se plasmó en un corrido, es que se evadió al esconderse en un camión de basura. Después huyó al Distrito federal dónde continúo su carrera delictiva.

En 1948 era un delincuente que era reclamado por los estados de Aguascalientes, Tamaulipas, Jalisco, Michoacán, Zacatecas, Oaxaca, Coahuila, Estado de México y Baja California.

Un año después de su fuga regresa a Tamaulipas en busca de un amigo delincuente al que apodaban «El Gato» dónde nuevamente es detenido.

En 1950 vuelve a burlar las autoridades; una de las versiones que corrió sobre su fuga fue que el capitán construyó un carrito de madera para niño, y los celadores ni cuenta se dieron cuando se metió a un compartimento secreto .

Un niño salió jalando el carrito y así salió el audaz delincuente de la prisión.

Parte de su increíble historia la compartió otro hombre, al que apodaban «Vaselina», quien llegó a Victoria fue compañero de celda en Guanajuato y en Victoria.

Platicaba que el «El Capitán Fantasma» se negó toda la vida a estar encerrado en una celda y juraba que nunca perdería su libertad.

Se le consideraba lento para planear sus acciones delictivas, sin embargo, ya en la cárcel echaba a volar la imaginación para conseguir los escapes que le hicieron famoso.

El Capitán Fantasma era muy creativo para realizar sus robos, asaltos y fugas. Se fabricaba placas “oficiales” y las instalaba en su coche, al cual pintaba como patrulla. En alguna ocasión, la mala ortografía le jugó una mala pasada por pintar en su vehículo la palabra “Polecía” en vez de “Policía”.

Era tan­ta la fa­ma del “Ca­pi­tán Fan­tas­ma” y las ga­nas que le traían los po­li­cías, que to­do cri­men feo y es­can­da­lo­so se lo atri­buían.

San­tia­go era un ti­po so­ber­bio : acep­tó haber cometido 17 ase­si­na­tos.“Lo úni­co que no re­cuer­do es cuán­do los ma­té y dón­de ven­dí los 17 au­to­mó­vi­les que les ro­bé”, diría altanero, ante las autoridades de Guanajuato, dónde le habían arrancado esa confesión.

Especialistas que es­tu­dia­ron la per­so­na­li­dad de Re­yes Que­za­da opi­na­ron que “El Ca­pi­tán Fan­tas­ma” pa­de­cía gra­ve de­li­rio de per­se­cu­ción , por lo que pensaba que uti­li­zan­do un uni­for­me mi­li­tar se­ría vis­to con res­pe­to y po­dría fra­guar y co­me­ter sus fe­cho­rías sin des­per­tar la me­nor sos­pe­cha.

A tal gra­do se ha­bía po­se­sio­na­do del personaje que es­ta­ba con­ven­ci­do de ser un au­tén­ti­co ofi­cial.

Para 1965 seguía preso en Puebla, y prácticamente todos los estados de la federación lo reclamaban para ser enjuiciado por delitos que había cometido. Pero el
Capitán Fantasma no duraría mucho, en julio de ese mismo año se había comprobado que padecía un avanzado grado de tuberculosis.

Le fallaba la vi­sión, sufría úl­ce­ra, dia­be­tes, de la prós­ta­ta, de los pul­mo­nes y mu­cho más.

Por ello su salud em­peo­ró e in­gre­só al Hospital Es­cue­la Uni­ver­si­ta­rio en 1981.

Hu­yó el 2 de ene­ro de 1982, de la cama 45 cuan­do se des­col­gó por un mu­ro, con apo­yo de una cuer­da de 10 me­tros de lon­gi­tud, pero no le al­can­zó pa­ra lle­gar al sue­lo por lo que cayó de una altura de dos me­tros y me­dio…

Con sesenta años a cuestas y enfermo, se rompió las piernas en la caída, se arras­tró has­ta un ba­su­re­ro; se ocul­tó ahí y per­dió el co­no­ci­mien­to.

Fueron unos es­tu­dian­tes quienes lo hallaron tres días des­pués y avi­sa­ron al po­li­cía .

“El Ca­pi­tán” re­gre­só al hos­pi­tal 80 ho­ras des­pués de sú último es­ca­pe. Se ha­bía frac­tu­ra­do ti­bia y pe­ro­né.

El 4 de fe­bre­ro de 1982 reingresó a la penitenciaria de Puebla y po­cos días des­pués volvió a enfermar…

Había escapado de las más temidas prisiones del país, pero de la muerte. No pudo escapar y su vida se volvió leyenda…


El uniforme que abandonó tras fugarse de una prisión


En una de sus detenciones es captado firmando actas


Por un hoyo escapó de la prisión de Torreón


Elaboraba placas falsas para sus vehículos

Hasta el FBI lo buscaba

En 1965 el FBI es­ta­dou­ni­den­se bo­le­ti­nó solicitando a la policía de México, Nuevo Laredo y Texas la detención de Santiago Reyes Quezada acu­sa­do de hur­to de ve­hí­cu­los y de ho­mi­ci­dio.

El bo­le­tín en in­glés, tra­du­ci­do al es­pa­ñol, de­cía: “se bus­ca a San­tia­go Re­yes Que­za­da, lle­gó de Mé­xi­co, 1.70 de es­ta­tu­ra, blan­co, bi­go­te bien cui­da­do, ha­bla in­glés per­fec­ta­men­te. Es per­se­gui­do por ase­si­na­to y ro­bo. Es­ca­pó de la cár­cel de Mon­te­rrey y es bus­ca­do en seis es­ta­dos de Mé­xi­co y por el go­bier­no fe­de­ral. Fue vis­to va­rias oca­sio­nes en es­ta ciu­dad, San An­to­nio, Te­xas, a pie, vis­tien­do un ove­rol de me­cá­ni­co con un em­ble­ma en el pe­cho. Por lo me­nos es­tá re­la­cio­na­do con seis ase­si­na­tos.

Siem­pre an­da ar­ma­do y se le con­si­de­ra ex­tre­ma­da­men­te pe­li­gro­so. Si us­ted lo ha vis­to o es de­te­ni­do, no­ti­fí­que­lo a in­mi­gra­ción del FBI”…

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