Las 3 principales fuerzas políticas del país ya tienen, casi formalmente, abanderado para contender por la Presidencia de la República el próximo año. Una transición que inició políticamente poco antes de que se cumplieran los dos años del mandato de Enrique Peña Nieto. La ambición de los actores provocó que se “soltaran” mediáticamente temas que le pegaron mucho a la imagen del primer mandatario y resultaron ser el disparo de salida para alcanzar una meta a la que solo unos pocos llegaron.
Andrés Manuel López Obrador va por su tercera. Es el candidato a vencer. La ventaja con la que cuenta, según muchas encuestas, es amplia. Su peor enemiga será su calidad de puntero. Su principal aliado es, paradójicamente, el gobierno federal pues cada error de la administración tiene un costo que es aprovechado por el tabasqueño para hacerse de más adeptos.
José Antonio Meade Kuribreña vino de atrás en su partido. Superó en la carrera interna a personajes emblemáticos del PRI como Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray y Manlio Fabio Beltrones. En su contra juega el antipriísmo natural del país. Sus fortalezas son a la vez sus debilidades. Su capacidad intelectual y su larga trayectoria como servidor público, le provocan buenos ánimos y vilipendios.
Ricardo Anaya, cariñosamente llamado por AMLO como “Aprendiz de Mafioso”, salió avante en la conquista de la candidatura del Frente Amplio formado por Acción Nacional, PRD y Movimiento Ciudadano. Felipe Calderón descalificó su imposición por haberse robado la posición. Va a remar contra corriente pues, entre otros aspectos, quienes saben aseguran que un sector del PAN va a preferir “jugarla” con Meade.
Tal como sucedió en el año 2016 en las elecciones de 12 entidades federativas, hay signos inequívocos de una dinámica antigobierno del electorado. Es decir, la idea del voto partirá de la premisa de darle oportunidad a otros y es ahí donde López Obrador, a pesar de contar con un programa de gobierno poco claro y hasta infantil, centra su línea discursiva. Meade tendrá la oportunidad de lograrlo si logra distanciarse de manera creíble de su partido y de todos los vicios que de él emanan, el discurso de la “unidad” o cae en saco roto o no cae bien. Anaya debe sanar al interior para dar una batalla más o menos digna.
Nada está escrito para nadie. Hay tendencias pero el día a día de una campaña trae consigo errores que pueden marcar la diferencia. Hay golpes de los cuales una persona pública no se levanta en 3 meses. ¿Cuándo se librará la batalla más sanguinaria de la guerra electoral del 2018?
A OJO DE BUEN CUBERO.
No está a discusión la necesidad de que el Ejército colabore en tareas de seguridad pública y de seguridad interior. El debate (debiera) estar centrado sobre la idoneidad de la ley preveer las situaciones en las que las Fuerzas Armadas van a seguir haciéndolo. La exigencia de los mandos es entendible, el raciocionio de los Senadores es lo que se espera.
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