Entre aumentos imperceptibles en los precios de la canasta básica para quienes tienen forma de pagar su alto costo y muy perceptibles para otros, que “sufren las de Caín”, al querer pagarla, se fue el fatídico año 2017.
Muchas cosas pasaron que nos impresionaron…muchas.
En el ámbito político, el año que acaba de concluir nos dio muchas sorpresas porque nunca habíamos visto ni vivido en carne propia, que se llevara ante la justicia a varios ex gobernadores acusados de malversación de fondos, lavado de dinero o de sostener relaciones con el crimen organizado.
Y mientras nos adaptamos a las nuevas realidades, unos acusan y otros se defienden, dentro del nuevo marco legal denominado nuevo sistema penal acusatorio, mismo que se estrena con las críticas agrias a su efectividad.
Para este caso específico, bien vale la pena recordar una frase que don Alfonso Martínez Domínguez solía recitar cuando se enteraba de uno de estos acontecimientos: “los carniceros de hoy, serán las reses de mañana”.
Y vaya que no se equivocó.
Hoy, la corrupción campea como un día lo hiciera don Rodrigo Díaz de Vivar, mejor conocido como el Cid, personaje contradictorio, por ser considerado tanto héroe como mercenario.
Es decir, que mientras dura el cargo o el árbol esté lleno de frutos, habrá siempre quien te rinda pleitesía.
Duro trecho, pero seguro y bien hecho.
En el ámbito social, 32 años después, otro sismo sacudió la capital del país y de nueva cuenta, la sociedad civil, esa que ni es política ni militar, se volcó a las calles, removió piedras, cocinó para los voluntarios y se solidarizó con los afectados mientras duró la tragedia.
Durante varios días renació la fe y la esperanza en la humanidad ante las muestras de fraternidad y compañerismo con los damnificados.
Poco días después, el sentimiento se desvaneció y cada quien se fue acomodando a su cotidianidad.
La lucha por la vida o “por la chuleta”, como se dice en el norte, se impone en un mundo que ya no espera.
Ni modo, así nos tocó vivir.
En el ámbito de la farándula, el precandidato absoluto del partido albiazul, el joven Ricardo Anaya reunió en un Frente al PAN y al PRD en una alianza que sólo la cúpula de esos dos partidos entiende. Luego se juntaron para deleitarnos con una pieza musical tradicional conocida como “La bamba”, que nada tiene que ver con la “bemba” que se carga el joven Anaya cuando de criticar se trata.
Bien decía Max Weber que “quien hace política, pacta con los poderes diabólicos que acechan todo poder”.
Pero en fin, pronto nos acostumbramos a la invasión de disciplinas ajenas a la política, quizá por eso ya casi no nos extraña ver a los políticos metidos como cantantes en bandas musicales.
Claro, buscan la simpatía de la gente desesperados ante la creencia que los electores ya no quieren a los políticos y que mejor prefieren a quienes no se dedican a esta especialidad, sin que les llegue a importar que poco o nada le sepan a esta compleja actividad.
Se me viene a la memoria esa frase popular que asegura que sin duda alguna: “la lucha libre es más seria que la política”.
No obstante padecer los embates políticos, sociales o de la farándula, el 2018 viene lleno de esperanza.
Porque hay mucha vida buena por venir.
Feliz año 2018.