MÉXICO.- Nombre: Colonia Sinaloa. Población: 500 habitantes. La mayoría salen cada día a ganarse la vida en sus parcelas. Otros van a La Reforma, a ocho minutos de distancia, donde se dedican a la pesca. En ese pequeño lugar, en el municipio de Angostura, Sinaloa, no hay doctor. Y los sueños se forjan cada día. El de Blanca Félix era ser portera de Chivas.
Siempre que dice “mi rancho” se asoma el orgullo en sus labios sonrientes. Es su cuna y habla de ella con cariño. Porque ahí, donde creció con sus abuelos, comenzó el camino.
No ha sido fácil para la guardameta titular del Guadalajara femenil llegar donde hoy se encuentra. A los cuatro años perdió a su padre. Y su mamá, aunque nunca perdió contacto, se mudó de Colonia Sinaloa.
Blanca Félix se apodera de una silla. Pero hay que dejarla: estaba reservada para una entrevista de Orbelín Pineda. Se acomoda en otro sitio, junto al campo de entrenamiento. Los aspersores hacen llegar el agua hasta ahí. Nueva mudanza. Finalmente, encuentra lugar en una pequeña tribuna.
Tiene apenas 21 años y es ya una mujer decidida a superar cualquier adversidad. Creció sin sus padres, pero la cobijaron sus abuelos. No la dejaban ser portera en equipo de niños e insistió hasta recibir la oportunidad. Era la tercera arquera de Chivas y hoy es titular del equipo semifinalista en la histórica primera temporada de la Liga MX Femenil. La suya es una historia de superación constante. Y la cuenta ella misma.
– Tu papá se nos adelantó cuando eras pequeña. ¿Qué recuerdo tienes de él, qué te cuentan tus abuelos y el resto de tu familia?
Me platican mucho que le gustaba que yo fuera muy fuerte. Si me caía, “nadie la levante, que ella sola se pare”. Me consentía mucho, fui su primera hija. Fue un papá como muy pocos hoy en día, en atención conmigo y con mi mamá. Después, también con mi hermano cuando nació. Era muy trabajador, muy centrado. Muchas personas lo conocieron y todos me hacen comentarios que fue un hombre como pocos.
– Hablabas del rancho. Colonia Sinaloa, un lugar de 500 habitantes en el municipio de Angostura. ¿Cómo era la vida ahí cuando eras pequeña?
Mi infancia ahí fue la mejor. Es muy diferente crecer en un rancho que en una ciudad. Crecí con mis abuelos. Kinder y primaria fui ahí en el rancho. Secundaria y prepa iba a un pueblo cercano, porque ahí no hay. Las tardes me iba a jugar. Vivía a un lado de un campo de fútbol. Jugaba con los vecinos y mis primos. Fútbol, escondidas, tazos, trompo, canicas… esa era mi vida de pequeña.
– ¿Tuviste muñecas o siempre te acompañó un balón?
No, siempre el balón, los trompos, las canicas. Muñecas, ninguna. De hecho mi papá me regalaba, cuando me llegaba con una muñeca, yo la agarraba y la echaba a la basura. Nunca me gustaron. Mi mamá me regañaba y la sacaba de la basura. Y mi papá: “no, ahí déjala, si no le gustó que la tire”.
– En una población tan pequeña, ¿de dónde te nace el gusto por el fútbol?
Fue más que nada que en un rancho no hay actividades que hacer. Mi abuela me miraba que yo era hiperactiva. Hicieron torneos de fútbol de niños, cada rancho tenía su equipo. Decidió meterme, me dijo “para que gastes energía ahí”. Así empecé a jugar y me enamoré del fútbol. Después supe que a mi papá le gustaba, que jugaba, que le iba al América. Le gustaba también la Selección Brasileña. Fue eso, que no había otra cosa de hacer. Me metí a equipo de hombres, porque de niñas no había.
-¿Fue difícil que te dejaran jugar en un equipo de niños?
Sí. De cierto modo, cuando estás chiquita no te das cuenta de muchas cosas. Nada más juegas y eres feliz. Pero sí había comentarios de los niños, incluso de adultos que te dicen “machorra” por ser la única niña. Tengo recuerdos de esos comentarios. Estás chiquita y sientes. Después, creces y te das cuenta que son personas no muy abiertas. Ni los de mi equipo me querían mucho. Empecé de delantera y lo que sí me costó mucho fue que me dejaran ser portera. Siempre quise ser portera. No me dejaban porque cómo una niña iba ser portera en un equipo de niños. Creo que enfadé tanto al entrenador, “por favor métame, por favor, por favor”… tanto le insistí que me dejó un partido. Se dio cuenta que no me daba nada de miedo y sí tenía habilidades. Me dejó ahí.
-¿Y por qué portera?
Creo que soy muy aventada. Ahorita mis jugadas favoritas son las que tienes que jugarte el físico, salir a cortar un avance. Siempre fui así, desde niña. Mi ídolo que seguía de chiquita es Oswaldo Sánchez. Me nació esa pasión por la portería y decía “quiero frenar esos goles, yo no quiero dejar festejar a los delanteros”.
– ¿Cómo decidiste salir de Colonia Sinaloa y no dedicarte a las parcelas de la familia?
Me gusta ir a ver la parcela y saber. Pero uno le tira más arriba. Queda el pensar qué va a pasar con las parcelas cuando mi abuelo esté viejito, quién se va hacer cargo. Más que nada, los hombres; en este caso, mi hermano. No es algo que yo diga no me importa. Aparte mi papá también le gustaba mucho trabajar en las parcelas. Pero como estaba muy metida en el deporte, decidí salirme para estudiar Educación Física en Culiacán.
-¿En Culiacán seguiste con el fútbol?
Yo dejé de jugar fútbol cuando salí de la primaria. Mis tres años de secundaria y tres de prepa ya no jugué, porque no me dejaban jugar con niños. El deporte allá lo empezaron a hacer a un lado, ya no había ni equipos de niños. Como siempre he sido movida, había karate allá y le dije a mi abuela, “para no estar sin hacer nada, me voy a meter”. Me gustó mucho. Esos años me dediqué al karate. Llegué a cinta negra. Me tocó ir a una Olimpiada Nacional. Cuando entré a la universidad y me fui a Culiacán, lo primero que hice fue buscar un equipo de fútbol. Entré al cuadro de la UAS (Universidad Autónoma de Sinaloa) y ahí fue donde por primera vez estuve en un equipo en serio. En rancho no entrenas, sólo vas a jugar los fines de semana. Supe lo que era entrenar todos los días, las prácticas de portero porque ni las conocía. Fue la primera vez que estuve en un equipo ya estable. Duré tres años antes de venirme para acá.
Decides venir a probar suerte en las visorías con Chivas, ¿qué sentiste cuando te dijeron “te quedas”?
– Fue una decisión muy a la brava: voy a ir. Me traje ropa para dos días. Nunca había hecho visorías. Me dijeron, ven mañana, después otra vez mañana y otra… Yo sin ropa ni nada. Dejé la escuela a medias. Les dije aquí: “me vine a la brava, traje ropa para dos días y la escuela la dejé colgada, ¿me dejan regresar, ver los pendientes y venir?”. Me dijeron que sí. Entrené toda esa semana cuando volví. Y el viernes me dieron el contrato. Fue como “¿es en serio, de verdad Blanca vas a dejar toda tu vida allá?”. Me quedé en shock. Lo primero que hice fue hablarle a mi abuelita. Ella feliz porque vine a cumplir un sueño, pero obvio se notó una tristeza de saber que no estaría más allá. Me quedé en shock por lo que representa para mí Chivas, porque desde niña es el equipo que admiro. No, en cuestión de minutos firmé. Sabía que desde el primer momento que me pusiera una camisa de Chivas, valdría la pena.
-En Guadalajara te has reencontrado con tu mamá para vivir con ella, ¿cómo ha sido eso?
Es nuevo. A los cuatro años dejé de vivir con ella, cuando falleció mi papá. Ella vive aquí con mi hermana y su esposo. Es nuevo para mí porque la convivencia entre nosotras no es la normal de una madre e hija porque no es la misma confianza y comunicación. Siempre estuvimos en contacto, jamás nos dejó de buscar a mí y a mi hermano. Iba a visitarnos, jamás se perdió un cumpleaños. Pero no es la misma confianza como con mi abuela, porque realmente es como mi mamá. Me da mucha alegría porque mi mamá nunca le tocó verme disfrutar el fútbol. Ahora que vivo esto, va a todos mis partidos y me está apoyando, siento muy bonito porque jamás la había visto así. No le tocó verme crecer en el fútbol, pero ahora que estoy viviendo mi sueño, le toca verme y apoyarme.
-La titular al arrancar el torneo era Karen Gómez. Cuando se lesionó, vino Ana Paula Ruvalcaba. Tú eras la tercera opción. ¿Cómo hiciste para no desesperarte antes de recibir una oportunidad?
Fue difícil. Inicié como tercera portera. Para todo futbolista, es difícil no jugar y más ni siquiera ser convocado. Jamás me alegró la lesión de Karen. A nadie. No debe haber humano que se alegre de eso. Además por la buena relación que tenemos las tres porteras. Al momento que se lesiona, sabía que ya estaría en la convocatoria. Si hay algo que me ha enseñado mi abuela es a tener paciencia. Todo llega cuando debe. Yo me decía: “tranquila, Blanca, que va a llegar la oportunidad y la vas a aprovechar”. Nadie me dijo que iba llegar para ser titular. Y se siente mejor cuando te lo ganas. Yo vengo de visorías donde nadie me conocía, ningún entrenador. Así me eligieron, así vine a pelear mi lugar y por ahora lo tengo. Se siente muy bien por todo el sacrificio, trabajo y dedicación.
-¿Por último, cómo te imaginas con el Guadalajara dentro de muy poco tiempo?
Me veo campeona otra vez y cumpliendo más sueños que tengo por cumplir.