Ismael García Cabeza de Vaca, el panista mejor posicionado
Podría el tricolor morder polvo otra vez, como en 2006 y 2012
Decepcionan priistas impuestos como candidatos a diputados
La intolerancia es característica común entre Abdala y Guevara
El precandidato más viejo es ‘El Peje’ y’El Cerillo’ el más tierno
La fórmula del Partido Acción Nacional (PAN) al Senado de la República, se definirá antes del día 11 de febrero próximo. Y, por lo que observo, no sería Gerardo Peña Flores el varón designado, pues en posicionamiento, hacia el interior del membrete, Ismael García Cabeza de Vaca ya le saca un buen trecho de ventaja.
Esto refrendaría la sentencia popular que reza ‘Caballo que alcanza, gana’, porque el secretario de Bienestar Social, desde el inicio mismo del actual régimen gubernamental, salió en punta del partidero.
Inclusive sé que más/menos hacia el primer año de su gestión, ‘filtró’ su interés de ocupar un escaño. Hasta procurar mediante testaferros que los medios de comunicación masiva lo mencionaran como el prospecto a la candidatura –que hoy quizá sienta más lejana–, por ocupar una de las carteras que permiten el placeo natural.
Empero, durante la carrera, quizás por excesiva confianza, no corrió lo suficiente.
Y esto me lleva a suponer que sería el secretario general del partido (en Tamaulipas) el investido a la candidatura senatorial –encabezando la fórmula–, para enfrentar a Luis Alejandro Guevara Cobos, con, sin y a pesar de que todavía no se marque ‘línea’, para que éste figure en primer sitio de la dupla priista.
Consanguinidad
Ha surgido perversamente, entre las huestes de sus contrincantes ocasionales, un comentario sobre la posibilidad de que sea Ismael García Cabeza de Vaca candidato senatorial, por ser hermano de Francisco Javier (el Gobernador de Tamaulipas).
Pero, obviamente, los reproductores de la teoría ‘sólo escupen hacia arriba’ pues legalmente nada impide a los consanguíneos de los políticos aspirar u ocupar cargos de representación popular.
Ahí tiene Usted, por ejemplo, a las familias:
a) Cárdenas (Victoria), que bajo las siglas del PRI, PAN y MC, aquí en el corazón de Tamaulipas, han ostentado desde la gubernatura, alcaldías, sindicaturas, regidurías y curules locales y federales;
b) Torre (en sus distintas ramas genealógicas), que, han sido, desde mandatarios estatales, diputados, síndicos y regidores;
c) Garza, con familiares en las alcaldías, diputaciones federales (y/o locales);
d) Gómez, en la Cámara alta, baja federal, el Congreso local y hasta ayuntamientos; y los
e) Hernández, Guajardo, Carrillo…
En otros estados, hay casos mayormente claros:
1) El gobernador de Veracruz (ex priista convertido en panista), es padre de los presidentes municipales del puerto y Boca del Río; y en al menos otra decena de estados, los hijos, sobrinos, yernos, hermanos y primos de otro político han accedido al poder por méritos propios.
¿Acaso lo ignoraba?
Por si fuera poco, le anticipo que Claudia Ruiz Massieu Salinas (la sobrina preferida del ‘innombrable’), será senadora plurinominal; y bajo las siglas de otros membretes aparecerán hijos, entenados, ahijados.
Unos por recomendación directa, pero los más por trabajo propio.
Corolario
En el proceso electoral del 2018, seguramente, Ismael García Cabeza de Vaca será candidato al Senado de la República.
Es él militante panista desde 2003 y actualmente se desempeña como secretario general del Comité Directivo Estatal (CDE), por lo que, preveo, la contienda formal en este sentido sería más interesante que nunca.
En fin, hay que esperar la decisión partidista.
Dictamen
Hace días se dictaminó la procedencia de registros, por parte del PRI, rumbo al Congreso de la Unión.
La fórmula buscadora de los escaños de mayoría relativa se confirma.
En cuanto a las precandidaturas a diputados federales, hay verdaderas sorpresas, pues aunque haya textoservidores que traten de inflar a los ungidos, estos, en el fondo, no son garantía de nada.
Universidad
El nombramiento de nuevos funcionarios en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), no ha sido tan sencillo como se cree en el exterior, ya que el rector José Andrés Suárez Fernández ha procurado ser incluyente para que la estructura funcional no deje de serlo.
De ahí que analice el actuar de cada colaborador para confirmarlo o en su defecto relevarlo, privilegiando su quehacer en lo administrativo y/o en su desempeño académico, según sea el caso, pues si algo distingue al rector, es, precisamente, su serenidad.
Hace tiempo no cruzo palabras con él, pero sé, y bien que lo sé, que mantiene firme su idea para que el alma mater de Tamaulipas figure entre las instituciones mejores de todo el país.
Intolerantes
Los precandidatos priistas al Senado de la República tienen en común la intolerancia. Es decir, no aceptan opiniones (contrarias a sus ideas) pues la megalomanía forma parte de su propio ser.
Dicho en otras palabras, poseen una condición psicopatológica, que se caracteriza por una exagerada autoestima, y/o fantasías delirantes de poder; omnipotencia y/o relevancia.
En este proceso electoral, ambos se sacaron el premio mayor –y sin comprar boleto–, que, entendiéndolo y atendiendo correctamente, podría significar el trampolín para acceder a estadios mejores, pero en caso que (como acostumbran) antepongan el narcisismo en su comportamiento ya en campaña formal, cavarían sus propias tumbas en materia política.
Sobre todo cuando ella y él obligados están a hacer talacha, directa, a lo largo y ancho del estado, para darse a conocer, porque, fuera de sus nichos aldeanos, para el grueso de los
2 millones 641 mil 510 ciudadanos empadronados, prácticamente no existen.
Cierto es que sí la mentada clase política revolucionaria los ubica, al ser, los dos (todavía), diputados federales (considerando que sus licencias no son indefinidas). Pero de ahí a tener presencia estatal, harto le huelga.
De ambos según los currículos que envía el Comité Directivo Estatal (CDE) priista se sabe que son diputados federales. Ella por el distrito uno (con cabecera en Nuevo Laredo) y él por el sexto (cuya cabecera está en Ciudad Mante), pero amén de esas referencias no figuran en más cargos trascendentales en su actuación, aunque sí en situaciones bochornosas.
Pero de ello me ocuparé en lo sucesivo, porque el espacio se agotó, ahora, para Yahleel Abdala Carmona y Luis Alejandro Guevara Cobos.
Hándicap presidencial
Según las mediciones más recientes autorizadas por el Instituto Nacional Electoral (INE), Andrés Manuel López Obrador mantiene una ventaja que es harto considerable en relación a Ricardo Anaya Cortés y José Antonio Meade Kuribreña.
Son más/menos cinco puntos que, traducidos en votos, marcan toda una ventaja imponente pese a que al ‘Peje’ oficiosamente se le acusa de abrirle las puertas a reductos opositores de mala reputación como serían los casos del ex futbolista Cuauhtémoc Blanco Bravo; la hija de ‘Maquío’, Tatiana Clouthier Carrillo, y/o, la senadora (albiceleste) Gabriela Cuevas Barrón, hace apenas días.
Más atrás, causaron alta en su equipo Alfonso Durazo Montaño (ex secretario particular del malogrado candidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta); Manuel Bartlett Díaz (el ex secretario de Gobernación que operara la caída del sistema); Esteban Moctezuma Barragán (quien también fuera titular de esa dependencia) y cualquier cantidad de gente otrora ligada a los membretes tricolor y albiceleste.
En segundo plano, aparece Ricardo Anaya Cortés. El ‘pulimentado’ ‘Cerillo’, que los mismo se echa un ‘palomazo’ musical como viaja raudo y veloz a San Antonio (Texas), donde radica su familia.
Más lejos, allá casi olvidados, surgen los demás aspirantes.
Entre ellos la mujer de FeCal (no confundirlo cuando vaya al baño), Margarita Ester Zavala Gómez del Campo; un neoleonés, que amenaza dejársela caer hasta el tronco (Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón), si acaso resultara ungido; y el tal Armando Ríos Piter, que, cual si fuera la caca del perico, ni huele ni hiede.
Así se percibe el escenario a días de concluir la etapa de precampañas.
Y ni modo que sea cuento…
Edades
‘Más sabe el diablo por viejo, que por diablo’, según reza el refrán que se emplea popularmente para explicar el conocimiento de la vida.
Empero, esta frase no aplica en política, pues la truculencia misma y la tenebrosidad de los actores rebasan en mucho cualquier reflexión (por más sensata que sea) hasta el grado de actuar arrebatadoramente en su disputa por el poder.
Cierto es que del ímpetu juvenil brotan espontáneamente ideas para cambiar prácticas anquilosadas en toda materia, pero de ahí a que estén sustentadas para privilegiar a los que menos tienen, hay un abismo. Que igual no saben cómo sortearlo los viejos casados con ideas anacrónicas.
Por eso, la edad promedio recomendable para ocupar la presidencia de la República, a fin de no excederse en su función, es de 50 años.
Ya ve usted cómo le fue a México durante el régimen de Adolfo Ruiz Cortines –el mandatario más añejo al ocupar el cargo (62 años)–, o bajo el mandato del general Miguel Gregorio de la Luz Antenógenes Miramón y Tarelo (28 años tenía al ocupar el cargo). O, el caso más reciente, con Carlos Salinas de Gortari, quien llegó a la residencia oficial de Los Pinos acariciando apenas las cuatro décadas. Y desde entonces no ha soltado los hilos del teatro guiñol en que está convertido el sistema político. Con todo y haber puesto en experimento la alternancia durante 12 años.
Y en esta ocasión es Andrés Manuel López Obrador el precandidato presidencial más viejo (64 abriles), mientras Ricardo Anaya Cortes figura como un ‘bebesaurio’ (39 años cumplirá el próximo día 25), en tanto que el mentado ‘Bronco’ (Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón), en su haber, registra seis décadas.
Margarita Ester Zavala Gómez del Campo no oculta su edad (50), lo mismo que Armando Ríos Piter (el día 21 de este mes cumple 45) y José Antonio Meade Kuribreña (él también tendrá manteles largos el día 27 de febrero, para celebrar sus 48 años).
Entonces, ¿en qué quedamos?
¿Le apuesta más al diablo por viejo que por diablo, o a los diablitos?
Y que conste, sólo es pregunta.
E-m@il
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