CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- A un año y medio de perder el poder en Tamaulipas a manos del PAN, el PRI padece hoy la crisis más aguda desde su fundación hace 88 años, al sufrir la fuga masiva de sus principales cuadros directivos y militancia, que encontraron cobijo a sus ambiciones y proyectos políticos en Morena, seducidos por la ventaja actual de Andrés Manuel López Obrador en la competencia por la presidencia.
Molestos y confundidos por la forma como se operó el proceso de selección de candidatos, la vieja clase tricolor, que se quejó de maltratos y omisiones, con su desbandada ha dado una radical sacudida a un PRI ya de por sí debilitado, y con la posibilidad de terminar en tercer lugar como fuerza política estatal.
El 90 por ciento de las candidaturas de Morena al Senado, a las diputaciones, y alcaldías, dicho por su dirigencia, fueron acaparadas por figuras priistas.
La queja principal de los renegados que se dieron a la fuga a Morena, fue que sus dirigencias estatales y nacionales, no tienen interlocución, ni respeto hacia la militancia.
Los actuales alcaldes que buscan reelegirse enfrentan grandes dificultadas y la clase política priista tamaulipeca radicada en México, decidió desligarse por completo de la política estatal tras la derrota de Baltazar Hinojosa en 2016.
“Nos fuimos a Morena, porque después de la derrota del 2016, nadie nos orientó, caminamos sin rumbo; nos dejaron solos. Por esa razón dejamos al partido y no vamos a volver, porque no vemos ninguna posibilidad de cambio. Morena fue el único que nos escuchó y nos tendió la mano cuando mas lo necesitábamos”, confesó un ex dirigente priista que hoy está a la espera de que le den la candidatura que le prometieron los enviados de Andrés Manuel López Obrador.
El éxodo de priistas a Morena empezó hace un año, pero se agudizó el último mes.
Entre los casos más claros está el de Ramón Garza Barrios, en Nuevo Laredo. Ex alcalde, ex diputado, líder del Congreso, y aspirante a la gubernatura en el 2010. Cuestionado por endeudar el municipio por más de mil millones de pesos y con un amparo en la mano contra la Fiscalía Anticorrupción y cualquier otra autoridad, solicitó su registró como aspirante a la alcaldía por Morena.
En Reynosa, el PRI se dividió por completo y casi todos en montón buscaron cobijo en Morena. Rigoberto Garza Faz, ex diputado local, sobrino del todopoderoso Ramiro Garza Cantú, dejó las filas tricolores para buscar la alcaldía por Morena. Ahí mismo, otro ex priista: Ernesto Robinson, que hace dos años quiso ser alcalde, hoy quiere ser diputado federal,
pero por el PAN.
En Matamoros, Daniel Sampayo, ex secretario particular de Tomas Yarrington, ex diputado local y director del ITAVU con Egidio Torre, se inscribió también como candidato por Morena a la presidencia municipal. Ahí mismo, Jesús de la Garza Díaz del Guante, “Chuchín”, busca reelegirse por el PRI, pero tiene en su contra cuestionamientos de corrupción, omisiones e indolencias en su gobierno.
En la capital está Lalo Gattás, que hace dos años, fue candidato priista y perdió. Renunció hace un año, y hoy va por Morena, pero tiene enfrente a Oscar Almaraz que busca reelegirse, y al médico Xicoténcatl González, que primero militó en el PRI, después se proclamó independiente, y ahora será candidato del PAN por Victoria.
También está Felipe Garza Narvaez, quien fue diputado local tres veces, líder estatal del PRI, funcionario en los gobiernos priistas por mas de 35 años. Hoy está a la espera de que Morena lo haga candidato a senador. En la misma situación está el doctor Américo Villarreal Anaya, hijo de ex gobernador, y quien espera ser candidato a diputado federal por el Distrito de Victoria, aunque no ha dejado de insistir en que la suya sería una candidatura triunfadora por la senaduría.
En Mante, Javier Villarreal Terán, ex alcalde, ex diputado, y quien levantó la mano para una diputación esta vez, escuchaba propuestas para ser candidato por Morena en el Distrito de Mante.
En el sur, Fernando Azcárraga, ex alcalde priista, coquetea con Morena para aspirar a una senaduría o diputación. Su compañera de establo, Rosa Muela, ex diputada priista y ex dirigente del Instituto Tamaulipeco de la Mujer en el gobierno de Egidio Torre, se perfila como aspirante a la alcaldía de Tampico, por Morena.
Otro tampiqueño, Eduardo Hernández Chavarría, ex diputado local y ex líder del PRI porteño, renunció a su militancia tricolor para buscar ser candidato a la alcaldía por el PAN, sin conseguirlo. Aún está a la espera de que Morena lo rescate.
Rigoberto Rodríguez Rangel, priista de Ciudad Mante, también dijo adiós al tricolor. Sólo que él se marchó al Partido Encuentro Social (PES) y se convirtió en su presidente estatal.
Cuando ‘Rigo’ se fue al PES, muchos priistas lo cuestionaron, ya que el pequeño partido político parecía irrelevante en el escenario político electoral de Tamaulipas. Sin embargo, las circunstancias cambiaron cuando el PES estableció una sorpresiva alianza con Morena para postular a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República.
Ahora, Rigoberto Rodríguez Rangel y, sobre todo, su jefe político, el diputado federal Abdies Pineda Morín, se han convertido en influyentes factores de poder en el reparto y distribución de las candidaturas de la coalición ‘Juntos Haremos Historia’ en Tamaulipas.
Morena espera más fugas priistas en los próximos días luego que se definan las candidaturas en los municipios pequeños, que son los más conflictivos y donde las pasiones políticas se llevan a los extremos.
Otro incidente dentro del PRI que provocó el enojo con consecuencias de rebeldía fue el del ex gobernador Manuel Cavazos Lerma a quien de última hora le tumbaron la nominación a su hijo Miguel Cavazos Guerrero que iba como candidato a diputado priista por Rio Bravo.
Trascendió que después de la rabieta, el ex gobernador y su hijo, advirtieron que no trabajarán más para el PRI.
Este es el escenario que enfrenta el PRI de Tamaulipas de cara a las elecciones del 2018. Dividido, fracturado, sin brújula, sin militancia y sin recursos.
Para los mismos priistas que decidieron quedarse en el partido, aseguran que si no sucede otra cosa, a lo más que se puede aspirar en Tamaulipas es que el PRI caiga a tercer lugar como fuerza política.
El día que el pri fue desahuciado
La mañana del lunes 28 de Junio fue trágica en Ciudad Victoria: en el kilómetro 6.5 de la carretera al aeropuerto, un comando armado interceptó y dio muerte a Rodolfo Torre Cantú, candidato del PRI a la gubernatura, y a cinco de sus acompañantes, entre ellos el diputado local Enrique Blackmore.
Ese mismo día el priismo fue desahuciado y su trance final se aceleró el 5 de junio de 2016 con la derrota aplastante que sufrió en las urnas ante el PAN.
Cuando comenzó la campaña de Rodolfo, Tamaulipas empezaba a arder. Ese mismo año pero meses atrás, la ola de la violencia estalló, sacudió y sembró de muerte los caminos y ciudades, tras la ruptura entre los capos de la delincuencia organizada que fue el principio de la etapa más sangrienta en la historia del estado.
Rodolfo tenía todo hecho para ganar la elección pero murió en el intento. Al día siguiente de su asesinato, con el cadáver del médico aún en el velatorio, el entonces gobernador Eugenio Hernández y el CEN del PRI acordaron ungir candidato a Egidio, hermano de Rodolfo, quien ni en sueños había visualizado la idea de gobernar Tamaulipas.
Egidio rompió abruptamente con la clase política estatal y con las cúpulas priistas, y su inexperiencia provocó una errática política interior y el alejamiento del Gobierno Federal.
El siguiente puntillazo fue mortal para el priismo y lo asestaron Felipe Calderón y el gobierno de EE.UU, con las indagatorias contra los ex gobernadores Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández.
Cavazos logró sortear las acusaciones, Tomás tuvo que huir y ahora está preso en Italia y Eugenio esperó que lo alcanzara el destino tras las acusaciones que en su contra lanzó el gobierno norteamericano, como finalmente ocurrió.
El corolario de esta historia se escribió finalmente con el arribo de Francisco García Cabeza de Vaca al poder, con una votación que sepultó los sueños de poder del matamorense Baltazar Hinojosa.
El arranque del proceso electoral del 2018 muestra a un PRI en sus horas finales.
Las fugas de sus cuadros políticos más importantes, ex líderes partidistas, ex diputados federales y locales y ex alcaldes; el anémico, ineficiente y errático liderazgo de Sergio
Guajardo y la postulación de candidatos débiles y sin futuro parecen anticipar un negro futuro del priismo.
Se anticipa que le espera un penoso tercer lugar en una contienda donde muy lejos de sus posibilidades figuran el Partido Acción Nacional y el Movimiento de Regeneración Nacional remolcado por el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador.
La historia de Tamaulipas ha tomado un nuevo rumbo.