Dibujar flores no es decoración de lo fácil, hay exigencias en el estudio de sus formas y de sus historias como personajes de las obras de los artistas en todos los roles de la Historia del Arte. Los impresionistas nos cautivan con su combinación calorífica entre personas y flores. Hay un perfume pictórico de lo formal y poético de algunos como Vincent Van Gogh, oRenoir. Adelante o atrás de sus épocas hay un artista que asedia la fiesta de las flores, y no pocos artistas las convierten en sus símbolos. Leonardo da Vinci, más atrás, la Flor de Liz, criptica en sus cuadros. Y admirable el sistema de grecas, y folios de la antiguas culturas desde egipcios y romanos, hasta el escalamiento del barroco y las flores en el universo del arte contemporáneo. Hay magia, perfume, amor y ritmo en el lenguaje de las flores.
Hace muchos años descubrí un libro de “Como aman las plantas” en italiano, no recuerdo el nombre del escritor inglés, que persigue a Linneo y Darwin en los escalones de la Biblia. Tras esto, me metí a mirar la obra de Alberto Durero, Leonardo y los artistas ingleses. En Tampico hace unos cinco de años impartí una charla sobre “El Amor y el Arte en las Plantas”.
Desde entonces pensé con Amparito, hacer un libro sobre las flores de nosotros, del jardín tamaulipeco. El texto mío y la fotografía de Amparito González Berumen, que esperamos aterrizar.
Las flores son magia pura. Mi madre les cantaba y las acariciaba por las mañanas. Me reía, porque pensaba que estaba media loca. No era así, los libros, los estudios, la observación a las flores me han llevado a comprender esas locuras y amarla más, con todo y flores. La Tía Benilde Adame, decía “a las flores hay que hablarles de Dios…”.
Hace tres noches, en el noticiero de Televisa me llamó la atención una nota sobre las últimas investigaciones sobre las plantas y las pruebas con narcóticos. Las plantas duermen y sienten y se levantan con los estupefacientes.
Que maravilloso ahondar en el cerebro de las flores. Admiro el asedio de Durero, el ojo clínico de Leonardo, y la persecución amorosa de Renoir y los Simbolistas, psicólogos del color, la locura y la biología del amor y la muerte en las flores. Las flores que embrujan, que son malditas como la poesía y veneno de Charles Baudelaire, enloquecedoras como la bellísima Amapola. Bien, todo es flor desde que nacemos y morimos.