* El autor es Premio Nacional de Periodismo 2016.
El candidato tricolor a la presidencia de México insiste en combatir la corrupción, sin embargo se duda que su promesa sea sincera. Y es que de alguna manera su pasado está inmerso en el océano de la sospecha.
Ya sabéis que a José Antonio Meade lo conoceréis por los cargos ocupados desde los que prefirió cerrar los ojos y muy probablemente participar de los pecados acumulados en dos sexenios de distinta tendencia política…”tan culpable es quien mata a la vaca como el que le agarra la pata”, dice el ranchero.
El hijo adoptivo del PRI no ha explicado a satisfacción su transcurrir por el poder bajo la presunción de mantener el plumaje sin mácula. En este sentido usted dirá que difícilmente alguien creerá que cruzó el pantano sin ser salpicado por la traviesa corrupción Y tiene razón.
De manera que su discurso contiene alta dosis de falsedad ya que tendría que combatir a sus aliados más influyentes. En primer término a quienes mandan en esta ínsula barataria llamada México y despuesito al círculo privado y empresarial nacional y extranjero partícipe de ganancias al margen de la ley o mejor dicho, justificadas a modo de no dejar huella o la menos posible pa’ evitar habladurías “de la gente sin quehacer”.
En el remoto y poco probable caso de que Meade obtuviera el triunfo los mexicas quedaríamos expuestos ooootra vez, al ridículo por la incapacidad de terminar con la dañina peste que por casi un siglo corroe la república.
Está claro que el candidato tricolor está imposibilitado porque sería como acudir al suicidio político. Y la gente lo sabe. De ahí que su imagen siga siendo desdibujada, solitaria, triste, ojerosa, cansada y sin ilusiones.
El asunto es que el PRI y su candidato están destinados a la derrota y ni siquiera vencidos por el voto popular, sino por el anunciado combate a la corrupción.
TIEMPOS UNIVERSITARIOS
El Rector José Andrés Suárez Fernández ratifica la libertad de los universitarios para opinar y participar en el proceso electoral que se avecina. No podría ser de otra manera cuando estamos ciertos que la juventud estudiosa no puede permanecer al margen de su propio destino.
No se requiere mucha ciencia para entender que si a alguien le importa el futuro es a las generaciones que tarde o temprano se enfrentarán a una realidad ineludible que condicionará su sobrevivencia.
Estamos hablando de los años que vienen cuyos destinatarios son los jóvenes. Por ello el anuncio de que la UAT se abre a la inquietud política es oportuno cuando significa la preparación para afrontar la problemática con las armas del pensamiento y la acción.
Un error del pasado fue obligar a que los jóvenes permanecieran convidados de piedra en procesos que les impactaban directamente. Y aunque todavía falta saber cómo funcionaría en la práctica, ya es ventaja dejar que los estudiantes se manifiesten a plenitud además de exigir cuando así lo consideren.
Por su parte los candidatos de todos los colores están obligados a transcurrir por los distintos campus universitarios a efecto de escuchar ideas y planteamientos acordes con las circunstancias que vive el estado y el país.
En esta ocasión no es exagerado decir que en la UAT se ensaya una práctica prohibitiva en el pasado…es una buena oportunidad y habrá que aprovecharla. No olvidéis que los universitarios también son ciudadanos con derechos y obligaciones.
SUCEDE QUE
El columnista considera desde hace años que AMLO es el presidente que requiere México y esta la oportunidad, sin embargo sucede que en estados como Tamaulipas el protagonismo y la mediocridad de los dirigentes echan a perder los esfuerzos de “el peje” por hacer de su partido el mejor en las próximas elecciones. Digamos que el trabajo político de José Antonio Leal Doria y Enrique Torres Mendoza ha sido nulo de toda nulidad.
Es una pena que al final de cuentas solo “el efecto AMLO” logre votos en Tamaulipas y todo porque por estos andurriales la propia dirigencia le juega contras a MORENA. Y ni modo que sea invento.
Y hasta la próxima.