Jueves primero de marzo. Son las 12:45 de un mediodía nostálgico, mecido por el viento. En unos cuantos días más dará inicio la Primavera, renovando el ciclo de la vida de la naturaleza y de sus colores. En la programación musical de ORT, se deja escuchar la canción “A mi Manera”.
“Porque sabrás que un hombre al fin, conocerás, por su vivir/no hay porque hablar, ni qué decir/ ni recordar, ni qué fingir/ puedo seguir, hasta el final/ a mi manera”. A esa hora, en las cabinas de la radio difusora, los locutores no se dan abasto, para trasmitir las condolencias a la familia Cárdenas del Avellano. La gente se comunica desde todos los pueblos y ciudades de la entidad.
Murió don Enrique Cárdenas González, dueño de un estilo único de gobernar. Personaje que disfrutó y padeció el poder, a su manera, identificándose con la autobiografía musical de Sinatra.
La noticia sobre el fallecimiento del político que marcó un parteaguas en la producción granera en el estado, llegó temprano a miles de celulares de todos los rincones de Tamaulipas.
El ex gobernador que acostumbraba iniciar sus jornadas de trabajo a las seis de la mañana, después de tomar café desde las cinco en el “California” acompañado de ciudadanos y amigos, fue congruente con el reloj hasta en su despedida final, y escogió las primeras horas de ayer jueves para emprender su viaje a la eternidad.
Franco, amigable y directo, para algunos; para otros, bronco y nunca dejado en su convicción de decir lo que pensaba, Cárdenas González fue considerado en su momento, el mandatario estatal más cercano al presidente Luis Echeverría, quien insólitamente le sobrevive.
Se habían conocido desde la infancia escolar, cuando Luis estuvo en Victoria pues su padre, trabajaba para una delegación federal.
Años después, el tiempo y las circunstancias políticas los unieron de nuevo pero esta vez para construir juntos, el proyecto político echeverrista. Se sabe que don Enrique viajaba regularmente a la capital para llevarle a su amigo, cajas con productos de la región huasteca como chorizo y hasta zacahuil.
Dicha costumbre se siguió manteniendo, hasta muchos años después de que, los dos habían dejado el poder.
Cárdenas González es alcalde en el segundo trienio de Praxedis Balboa, pues este gobernador había sido destapado por el flamante Secretario de Gobernación, Luis Echeverría en 1963. Justo a finales de ese año da inicio la carrera política de don Enrique debutando como Presidente de la Comisión Estatal Electoral, tiempo que coincide con que Echeverría era el Presidente de esta dependencia en el país, pues se había quedado como encargado del despacho de Bucareli, luego de que Díaz Ordáz era postulado a la Presidencia de la República.
En enero de 1969, Cárdenas González se convierte en el jefe político del diecisiete Hidalgo, como alcalde de ciudad Victoria. Pero dura solo un año en el ayuntamiento, pues en 1970 es postulado al Senado de la república. En enero de 1972, la carrera política de don Enrique daría otro salto cualitativo, cuando es invitado por el presidente Echeverría, para que se haga cargo de la recién creada Subsecretaría de Investigación y Ejecución Fiscal.
En 1975, Cárdenas González asume la gubernatura de Tamaulipas. Entre algunos de sus rasgos personales de gobernar, sobresale el hecho de que era sencillo en el trato, y de que no solía andar forrado de guaruras. A pesar de que la polémica estuvo presente en su sexenio, vivió los años posteriores a su gubernatura, contando con el afecto y el respeto, tanto de la clase política como de los ciudadanos.
Sentó las bases de la infraestructura gubernamental, con la unidad “Revolución Verde”, donde ahora se ubica la torre de gobierno, el Supremo Tribunal y la Biblioteca pública, entre otros.
Don Enrique aun tuvo la oportunidad de ver el inicio de su nieta Alejandra Cárdenas Castillejos en la política, como candidata a la diputación federal por Victoria.
Una anécdota: hace años, durante un viaje a su rancho en Soto la Marina, en su camioneta, que el mismo don Enrique manejaba sin necesidad de chofer, el autor de esta columna, entonces colaborador del Diario, viajaba solo con el ex gobernador ECG, y escuchó de su propia voz el siguiente relato: se vivía el sexenio de López Portillo y el Secretario de Gobernación era Jesús Reyes Heroles, con quien don Enrique tuvo varios desencuentros.
Después de acordar con el Presidente, ambos se subieron al elevador, pero JRH, se negaba a cumplir los acuerdos que habían pactado, ante López Portillo. Entonces don Enrique, se bajó y se regresó a la oficina del presidente JLP, para decirle que don Chucho no estaba acatando sus órdenes.
Ese era don Enrique: amigo de los amigos. Pero también capitán de tempestades que asumió siempre con arrestos.