Matamoros.- El llorar después de su siesta se convirtió en una sentencia de muerte para la pequeña Ana N., que a sus dos meses, enfrentó una muerte atroz al ser azotada contra el piso por su propio padre, en hechos ocurridos en el fraccionamiento Molinos del Rey.
José Luis N., es el torvo lavacarros, que la tarde del jueves asesinó a su propia hija, enojado porque la pequeña despertó y no paraba de llorar.
La tragedia ocurrió en la casa marcada con el número 132 de la calle Carlos I, del citado fraccionamiento, donde la pequeña vivía con sus padres, José Luis, su madre Rubí Torres y una tía materna.
Esa tarde, la bebé de 2 meses fue dejada al cuidado de José Luis, por encargó de su tía que salió para llevar a su padre al doctor. La madre había salido desde temprano a buscar trabajo porque ya tenía meses desempleada.
Fue al filo de las 19 horas cuando la tía regresó se sorprendió al no encontrar a nadie en casa, pero el espanto comenzó cuando observó en una de las recámaras, manchas de sangre por todo el piso.
Asustada la mujer llamó al número de emergencias 911, por lo que autoridades se dieron cita en el domicilio y constatar que había rastros de sangre en la casa.
Agentes de la Policía Investigadora comenzaron un recorrido en busca de José Luis N., y a la bebé, y fue a espaldas del fraccionamiento Los Presidentes que localizaron al joven caminando en una brecha.
Sometido al interrogatorio de las autoridades, José Luis no tardó en confesar que la niña estaba muerta y que el cuerpo lo puso en una mochila, la cual aventó en paraje cercano.
Los agentes junto con el padre acudieron y ya con la noche encima descubrieron el cadáver dentro de una mochila, presentaba múltiples hematomas y estaba bañado en sangre.
En una primera versión, el padre afirmó que la menor se había caído de la cuna y murió, pero ante la insistencia de los agentes terminó por confesar que se molestó al verla llorar para estrellarla contra el piso, con lo que consiguió silenciarla.
Sin saber que hacer, puso el pequeño cuerpo en una mochila y salió, en un momento pensó en irse en bicicleta, pero al ver la llanta ponchada desistió y caminó hasta un monte donde abandonó la mochila para seguir sin rumbo fijo, hasta que fue localizado por agentes de la Policía Investigadora.
No declara
Tras permanecer en los separos de la Policía Ministerial del Estado, José Luis N., fue sacado a declarar a la Unidad General Investigadora Número 4, donde se abstuvo de dar testimonio.
A pesar de que no rindió declaración ante el fiscal investigador, son múltiples las pruebas que hunden al padre homicida, desde sus huellas en la escena del crimen, el que haya confesado donde estaba el cadáver, y el testimonio de su cuñada que la pequeña estaba sana y dormida cuando la dejaron bajo su cuidado.
Será en las próximas horas cuando el fiscal ponga al acusado a disposición de un Juez de Control que determine si lo vincula a proceso, con lo que se daría pie a internarlo en penal de Santa Adelaida.
Entregan cuerpo
La señora Rubí Torres compareció ante la Procuraduría de Justicia de Tamaulipas para solicitar la devolución de su pequeña hija.
En su declaración ante el Ministerio Público reveló que tanto ella como José Luis estaban desempleados, por lo que mientras él se dedicaba ocasionalmente al lavado de carros, ella salió a buscar trabajando, dejando la pequeña bajo la vigilancia de su hermana.
Recordó como le hablaron por teléfono para informarle que José Luis, con quien se casó hace un año, se había marchado junto con la niña, pero en la vivienda había sangre y más tarde fue informada del hallazgo del cuerpo.